pablo ramos
30-ago.-2008, 02:21
El coche aparcó, resplancenciente, frente a la modesta oficina. Ya se veíoa que el propietariono se andaba con chiquitas.
Dentro,el Sr. Cañones lo vió por la ventana perono se inmutó y continuó tirando la pelotita contra la pared, previobote, al más puro estilo Dr. Haouse. El Rudo Testa, desde el rincón, ni levantó la vista de la historieta.
La puerta se abrió sin estrépito pero con firmeza y el hombre caminó con decisión los tres pasos hasta el esdcritorio de Casñones que inmovilizó la pelotita en su zurda, un tanto mosqueado por los modales del individuo.
- Soy Pafnucio -anunció el recién llegado como pregonando la Tercera Venida.
Desde lugo que Cañones, tipo educado y acostumbrado a bienvenir se levantó de inmediato -y se recriminó por ello-.
- Pues es ud. bienvenido, Sr. Pafnucio... si es tan amable de darme a conocer el motivo de su grata visita... y si gusta sentarse, por favor...
- Mire Cañones -espetó revelando un conocimiento de algun lado extraído-, ni voy a poner mi patricio culo en su silla llena de polvo, ni quiero que me de la bienvenida porque se que en pocos dias pensará lo contrario. Mi único deseo en este instante es que el tipo que está sentado ahí, se largue.
Cañones se quedó frio como el culo de un mono de bronce, pero mientras el Rudo Testa eructaba ruidosamente y continuaba leyendo la vieja historieta de Nippur de Lagash se recompuso lo suficiente como para articular:
- En fin...que el Sr. Testa aquí presente, está en su derecho de estar aquí tanto como yo... como ud. sabrá, estoy es una sociedad coopèrativa...
- A callar¡¡ -lo frenó Pafnucio- esto demuestra palmariamente que ud. no sabe un pito a la vela. Infórmese de quien soy, que hace meses vengo haciendo un curso acelerado sobre este sitio en W.P. insurance limited corporation world, me he pasado horas tratando de comprender vuestra insulsa dinámica, he paseado reflexionando incluso por sus campos de golf, links, caddies, etc., de modo que no me venga ud. a dar clases A MI. Sus opiniones, ideas, argumentos, no tienen sustento, de modo que cállese y dispongase a aprender algo.
Afortunadamente mientras Pafnucio le entregaba un CD al parecer con lo que el pobre Cañones debía aprender algo, vino en su rescate el sonido del telefono que pareció un cañonazo, y Cañones se agarro del tubo como un náufrago.
- Aquí Cañones -alcanzó a decir, pero ya Pafnucio giraba sobre si mismo y se encaminaba hacia la puerta no sin antes echar una mirada conmiserativa sobre el Rudo Testa. Salió al porche, donde dos socios conversaban mientras jugaban a las cartas, y si decir agua vá indicó como quien sabe:
- Ese siete de espadas está mal jugado, ud. no tiene idea, debió, según el manual, poner el 5 de copas.
Chamarro Naranjo lo miró como si se hubiera tirado un pedo.
-¿Y a Ud. quien le dio vela en este entierro?
- Ahh... ya veo... uds. es otro de los tontos que no tienen idea, le recomiendo leer El Arte del Cinco de Copas, capitulo 8, versiculo 6, parágrafo 3... y no me venga con que estoy en otro tema, uds. están en otro tema...
Mientras el Chamarro y Francis Drake que solo estaban jugando un puto truco no alcanzaban a dimensionar los hechos, Pafnucio giró levemente su ínclita cabeza a la izquierda hacia Tatián que venía con una maquinita de cortar el césped...
- ¡¡¡Ehhh...usted!!!...¿adonde cree que va???
- Y...mire...iba a cortar el césped...
- Pero dígame...? ¿A esta hora? ¿Con esta humedad? ¿Con estos hectopascales?. Vea, le recomiendo asesorarse bien, pero que sin duda no tiene noción, no sabe ni lo que habla.... -y volvió a girar la cabeza, que ya parecía un trompo-...
- ¡¡Eh!!! -allí sono más seco, porque era una tía, la sra. Zorrentis- ¿me puede decir que está haciendo?
- ¡Pero por Dios...¡- alcanzó a decir la sra...
- No me venga con Dios¡¡¡... a ver... a ver? ¿donde está, eh? demuéstremeló, eh?...mire, no me venga con dios...
Y precisamente en ese momento Cañones -que había estado mirando todo a través de la ventana pues la llamada era número equivocado- carraspeó desde la puerta de la oficina.
-¡¡¡Ahhh... Cañones...! ¡Sí que tienen un buen desastre aquí!...¿No le parece que ya va siendo hora de que apliuen un reglamento que se inscriba en los postulados delinciso j. del artículo 22 de la Ley del Presidentísimo del Directoriazo que reza lo que reza? ¡Uds. es un inútil, Cañones ¡¡¡
Y Cañones, azorado, sabiéndose observado por todos, desde el Chamarro al Rudo, desde la Sra a Tatián, con su mejor sonrisa de bienvenidor dijo:
- Si, tiene razón, disculpe... pero...me podría hacer un gran favor...? ¿Porque no se va a la concha de su hermana?
Dentro,el Sr. Cañones lo vió por la ventana perono se inmutó y continuó tirando la pelotita contra la pared, previobote, al más puro estilo Dr. Haouse. El Rudo Testa, desde el rincón, ni levantó la vista de la historieta.
La puerta se abrió sin estrépito pero con firmeza y el hombre caminó con decisión los tres pasos hasta el esdcritorio de Casñones que inmovilizó la pelotita en su zurda, un tanto mosqueado por los modales del individuo.
- Soy Pafnucio -anunció el recién llegado como pregonando la Tercera Venida.
Desde lugo que Cañones, tipo educado y acostumbrado a bienvenir se levantó de inmediato -y se recriminó por ello-.
- Pues es ud. bienvenido, Sr. Pafnucio... si es tan amable de darme a conocer el motivo de su grata visita... y si gusta sentarse, por favor...
- Mire Cañones -espetó revelando un conocimiento de algun lado extraído-, ni voy a poner mi patricio culo en su silla llena de polvo, ni quiero que me de la bienvenida porque se que en pocos dias pensará lo contrario. Mi único deseo en este instante es que el tipo que está sentado ahí, se largue.
Cañones se quedó frio como el culo de un mono de bronce, pero mientras el Rudo Testa eructaba ruidosamente y continuaba leyendo la vieja historieta de Nippur de Lagash se recompuso lo suficiente como para articular:
- En fin...que el Sr. Testa aquí presente, está en su derecho de estar aquí tanto como yo... como ud. sabrá, estoy es una sociedad coopèrativa...
- A callar¡¡ -lo frenó Pafnucio- esto demuestra palmariamente que ud. no sabe un pito a la vela. Infórmese de quien soy, que hace meses vengo haciendo un curso acelerado sobre este sitio en W.P. insurance limited corporation world, me he pasado horas tratando de comprender vuestra insulsa dinámica, he paseado reflexionando incluso por sus campos de golf, links, caddies, etc., de modo que no me venga ud. a dar clases A MI. Sus opiniones, ideas, argumentos, no tienen sustento, de modo que cállese y dispongase a aprender algo.
Afortunadamente mientras Pafnucio le entregaba un CD al parecer con lo que el pobre Cañones debía aprender algo, vino en su rescate el sonido del telefono que pareció un cañonazo, y Cañones se agarro del tubo como un náufrago.
- Aquí Cañones -alcanzó a decir, pero ya Pafnucio giraba sobre si mismo y se encaminaba hacia la puerta no sin antes echar una mirada conmiserativa sobre el Rudo Testa. Salió al porche, donde dos socios conversaban mientras jugaban a las cartas, y si decir agua vá indicó como quien sabe:
- Ese siete de espadas está mal jugado, ud. no tiene idea, debió, según el manual, poner el 5 de copas.
Chamarro Naranjo lo miró como si se hubiera tirado un pedo.
-¿Y a Ud. quien le dio vela en este entierro?
- Ahh... ya veo... uds. es otro de los tontos que no tienen idea, le recomiendo leer El Arte del Cinco de Copas, capitulo 8, versiculo 6, parágrafo 3... y no me venga con que estoy en otro tema, uds. están en otro tema...
Mientras el Chamarro y Francis Drake que solo estaban jugando un puto truco no alcanzaban a dimensionar los hechos, Pafnucio giró levemente su ínclita cabeza a la izquierda hacia Tatián que venía con una maquinita de cortar el césped...
- ¡¡¡Ehhh...usted!!!...¿adonde cree que va???
- Y...mire...iba a cortar el césped...
- Pero dígame...? ¿A esta hora? ¿Con esta humedad? ¿Con estos hectopascales?. Vea, le recomiendo asesorarse bien, pero que sin duda no tiene noción, no sabe ni lo que habla.... -y volvió a girar la cabeza, que ya parecía un trompo-...
- ¡¡Eh!!! -allí sono más seco, porque era una tía, la sra. Zorrentis- ¿me puede decir que está haciendo?
- ¡Pero por Dios...¡- alcanzó a decir la sra...
- No me venga con Dios¡¡¡... a ver... a ver? ¿donde está, eh? demuéstremeló, eh?...mire, no me venga con dios...
Y precisamente en ese momento Cañones -que había estado mirando todo a través de la ventana pues la llamada era número equivocado- carraspeó desde la puerta de la oficina.
-¡¡¡Ahhh... Cañones...! ¡Sí que tienen un buen desastre aquí!...¿No le parece que ya va siendo hora de que apliuen un reglamento que se inscriba en los postulados delinciso j. del artículo 22 de la Ley del Presidentísimo del Directoriazo que reza lo que reza? ¡Uds. es un inútil, Cañones ¡¡¡
Y Cañones, azorado, sabiéndose observado por todos, desde el Chamarro al Rudo, desde la Sra a Tatián, con su mejor sonrisa de bienvenidor dijo:
- Si, tiene razón, disculpe... pero...me podría hacer un gran favor...? ¿Porque no se va a la concha de su hermana?