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pablo ramos
27-ago.-2008, 02:31
La paisanada de Coronel Agora se alborotó. Luego de meses de tedio hablando siempre las mismas cosas, sosteniendo similares odios y parecidos amores, la noticia alteró el avispero. Las chinas a comprar colinas diversas, muselina o raso para adecentar viejos vestidos. Los muchachos a por la gomina, el agua florida y betún para zapatos. La Tienda "El Relicario", agradecida. No todos los días había un "Gran Concurso de Cantores Gran" en Coronel Agora. Claro que había mapas en que Cnel Agora ni aparecía y sus escasas 50 almas de población estable estaban porque estaban, y aunque en el Censo Provincial figuraban como 1000, eso era solo gracias a habilidades del Diputado Absentis para lograr subsidios, dispensas, donaciones y alguna prebenda de los que la cincuentena apenas veía nada.
Como sea, la Cambicha, portavoz no oficial de Absentis y a la vez titular del Bar-Restaurante-Hostal "El Rancho´e la Cambicha", pegó su cartel a las puertas del local, anunciando el evento. Y a inscribirse los cantores/as, porque en Cnel. Agora había igualdad de sesos.
Mientras La Minga -peluquera- calculaba bigudíes, corte y retoques,croquiñoles y teñidos diversos, Zambullo -electricista y demás servicios- yapaba cables y contaba portalámparas y bomillas, en tanto La Cambicha se aseguraba 5 barras de hielo y arpillera para mantenerlos para los tres días en que había ue mantener frescas las bebidas en la sede del Club Social y Deportivo Agora, que ya estaba metiendo cal en cuanta pared y árbol se sostenía en su predio y campo de deporte. Pues en sus "amplios salones" se efectuaría el ya llamado Festival del Canto (y mas tarde Campeonato para retornar al final a Concurso).
Tras prolijas inscripciones había como diez, lo que para el pueblo eran un montón, y que irían siendo eliminados a lo largo de los tres días de actuaciones por el jurado elegido por la propia Cambicha a esos efectos.
Y la gente ni jugaba al Sapo, ni al Truco. Eran intercambios como el de Filemón asegturando que si Montoya andaba bien de la garganta no había quien le ganara, respondido por el Sulpicio con su que no señó,usté nunca lo yha escuchau cantá al Tape...¡ese sí que entona¡¡. Claro que terciaba Remigio que no se olviden de Lagrela, que ademàs es hombre de Absentis. Nada que ver aseguraba el Guason -a la sazón frecuentante de la Cambicha-, aquí todo será pristino como el azogue, que nadie sabía que era, ni el propio Guasón. Hasta las dos putas del pueblo andaba alzadas: la Pata Plumuda y La Papa en La Boca promovían ora a Montoya ora al Tape. Solo los santos y las santas adherian a Lagrela.
Y llegó el arranque, y siete quedaron rapidito en el camino hasta que el sábado noche, ya domingo, el jurado en un alarde de independencia se inclinó nomás spor el Tape y Montoya. Lagrela, tan chupado como el Jurado, apoyado en el mostrador instalado "ad hoc", herido en su orgullo cantor, proclamaba a voz en cuello que había sidos traicionado por un gargajo en la penúltima estrofa, y que además la Cambicha era una yegua de mierda y por tanto el se retiraba del concurso -ignorando que ya lo había retirado los jurados- de su casa y aún del pueblo. Bah, que se iba con la música a otra parte.
La noche se tragó las fiestas, el domingo apareció plomizo, el Tape y Montoya se desearon buena suerte en el bar, la casa de Lagredla cerrada a cal y canto, almuerzos calladitos, la Minga a cuatro manos recomponiendo permanentes y la noche maticándole minutos al día.
Y llegó. Como 100 asistentes a la gran final, hasta de las chacras vecinas vinieron. La Cambicha no se había dejado ver pero por allí apareció con sus mejores galas, bata de puro percal verde y el Guasón del brazo. Todo el mundo sabía que esa tarde un señor de otro pago había pasado por el bar, peronada. Y todo el mundo calló cuando subió al tablado desde donde los cantores habían derramado sus dones líricos y pidió silencio.
-Respetable público: como todos saben, el Honorable Legislador don Eufrasio Absentis habría querido compartir esta velada de gala con todos nosotros, pero importantes e impostergables asuntos de estado se lo impiden. Sin embargo, me ha hecho saber que ha tomado debida nota no solo del incuestionable valor artístico de los conursantes, sino también de la hermosa borrachera del jurado por lo que, para evitar cualquier injusticia que los vapores alcoholicos pudieran producir y sin pretender la democracia ya que "Vox Popul, Vox Dei", e imbuído como está de sentido de igualdad, paridad, parecidad y otras no menos interesantes cualaidades, declara ganadores a los finalistas por igual. Decreta campeones a los mismos. A los tres, sí, a los tres, los dos favorecidos por el alcohol, y el que en un gesto que lo enaltece abandonó la lid. Y como no pueede sino comprender que alguno pueda no estar de acuerdo, le ruega le remita un telegrama con sus opiniones que -como siempre- serán debidamente atendidas.
El silencio precedió al ruidoso aplauso que precedió a nuevo silencia, y de a poquito cada quien rumbeó para su querencia. Los últimos rezagados hablaban del tiempo, de Gran Hermano y lo rápido que había ido pasando el año.
Solo, el Remigo pateando una piedrita por medio de la calle y camino a su rancho, se ufanó: "para que después digan que no hay justicia"