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pablo ramos
15-ago.-2008, 03:00
No me acuerdo en que hilo decía ayer que iba a tratar de recomponer un cuentito que nos contó hace un par de noches en señor holandés, ex comandante en su país, actual acomoda tumbonas en una playa. Como el hombre es de pocas palabras nos entusiasmó a los que estabamos allí, y él le dio para adelante, aclarando que era un cuento, claro:

"Ya después de Claudio -y antes- el imperio romano estaba haciéndose pelota. Iba a durar unos cuantos años aún, pro es que era un imperio grande. Pero cada dos por tres andaba el ejército volteando a un emperador u otro, la sacerdotisa propinando veneno al siguiente, y el Senado trabajando duro para designar otro nuevo.
La cuestión es que por allí le tocó al emperador Patovicus, que se cayó del sillón fracturándose el dedo gordo del pié, y a los tres días de tratamiento del médico jefe del imperio -íntimo amigo de Palumbaria, abuela ya de un emperador anterior y que en rigor era la que manejaba los hilos-, Patovicus murió de gangrena. Líos, discusiones, saqueos, insultos, descalificaciones, conciliábulos píblicos y privados, alianzas que se tejían casi siempre al hilo de la tejedora, hasta que luego de unos dias la mismísima Palumbaria -entrada ya en años pero dulce como siempre- anunció que el Senado se había reunido para designar nuevo Emperador, y de paso cónsules, proconsules, pretores, trompeta mayor, etc., porque ya se los habían cargado a todos. Y, claro, que el pueblo debía reunirse en el coliseo a la espera de la augusta designación -entre tanto habría gladiadores, payasos, leones, etc.-, hasta que se puedieran dar los saludos, plácemes y demás yerbas al nuevo ungido.
Así fue como Cornucopia -liberta, tetuditaella- y Donatilius -ex-curtidor, actual disfrutante de las generosidades de Cornucopia-, se comodaron en la grada bajo un sol de justicia, dispuestos a esperar lo que ya -como todos- sabían que sucedería: la nueva trompeta, el anuncio espectacular, el anunciado, y todos levantandose al unísono al grito de "ave cesar", y después el reparto de bocadillo y cocacola a la salida -por aquello de panza llena corazón contento-, y luego a seguir como siempre. O peor.
- Pues no se para que carajo venimos aquí -susurró el disfrutante de la disfrutada-, si total Palumberia seguirá la que siga, y lka verdad, a mi Expedienticum como emperador, me parece un falso...
- !!!Shhh...¡¡¡ - se quejó casi inaudiblemente la apretable liberta- hablá bajito que aqui hasta las paredes que no hay, oyen. Nosotros, a lo nuestro, al jueguito -jugueteó hinchándose delanteramente-.
- Sí, ya se, pero me hincha los huevos -literalmente hablando -rió el mientras admiraba las hinchazones y sentía las propias.
En ese preciso momentoambos sintieron unas manos en temblosas en los hombros, y supusiones que sicarios de Drusílifus y Publiotemis -subpretores al servicio de Plumberia y que las malas lenguas decían que eran una sola persona dividida en dos- los arrestarían.
- No temais, no temais -les espetó un viejito devoz cascada por tanto cigarrillo negro que recibía de contrabando de las antillas- ...soy solo yo, Anquilosemplio, me conocéis?
-No, no... -balbucearon nuestros héroes aún transidos de temor-.. estabamos hablando de las bendiciones que caerán ahora del cielo...
- Já, Ja, já -tosió más que rió Anquilosemplio- ni bendiciones ni pollas en vinagre -el anciano era nato de hispania,de allí su soez vocabulario-...no pasa nada. Soy un anciano sabio aunque nadie lo sepa, y como se leer el futuro, puedo deciros lo que vendrá...
- Dinos, dinos -pidio Donatilius..
- Pues... -el anciano frunció el entrecejo de sus cataratas- a ti te veo succionada, pequeña, bien succionada - y se rió-, y en cuanto a ti, te diré que antes ue el gallo cante dos veces te habrás desinchado otras dos, ya verás...
- Bueh... -dijo Donatilius, nato en el platinum-, a eso también puedo predecirlo yo. Nos referíamos al Ave Cesar que deberemos entonar en unos momentos...
- Ahhh....eso... pues mira. Hay que tomarlo con calma. Solo te dire que este
Cesar sera más Pesar que Cesar. Aunque si te avanzo que es un ave: exactamente una gallina"...

El comandante se levantó despacio, levantó su Heineken mirando a la oscuridad reinante, dijo algo como "ave, cesar", y se fue caminando despacio rumbo a la playa.

pana
15-ago.-2008, 10:47
Coño Pablo, leerte es como leer los diarios del franquismo, no se si por tu tierra también tenían la misma costumbre los periodistas. Joder, hay que leer entre lineas para entender...