pablo ramos
13-ago.-2008, 03:08
Regalar algo, siempre supone un problema.
Si no conocemos los gustos del obsequiado, normalmente erramos de medio a medio. Regalamos una mosca prehistorica conservada en ambar, que encima nos costó un huevo, y al dia siguiente nos enteramos que al individuo/a no le gustan los insectos.
Si conocemos algo de sus gustos -por ejemplo las flores- nos decantamos por un ramo de rosas... sin saber que efectivamente ama las flores.. con excepcion de las rosas, que odia se corten del rosal.
Si conocemos a fondo sus fustos, o regalamos algo que no sorprenderá en absoluto, o nos inclinamos por algo exotico para no regalar lo mismo que otro...y clavado que también la cagamos.
Claro que siemspre podemos quedarnos satisfechos, justificándonos con que "la intención es lo que cuenta". Pero un regalo es para satisfacer a otro, no?
En cualquiera de los tres casos, el regalado aceptará el obsequio, 1) alabando nuestro buen gusto y 2)mostrándose "encantado y complacido". Ambas falsedades.Nuestro gusto se sentiría ofendido si nos regalaran semejante adefesio. Y detrás de la complacida sonrisa, las voces internas del obsequiado gritan "pero mirá la cagada que me viene a regalar este boludo".
En fin. Pensé en esto porque hace unos días una persona amiga, sabiendo -a medias- que me gustan las novelas de espionaje, me cayó con un regalo. Seguramente la tana fue a la tienda, y en su macarrónico español le dijo al librero que uería una "buena,pero buena de espías". Y ni lerdo ni peresozo el librero le enchufío la obra póstuma de Ludlum, "El Engaño", lo peor de todo lo malo que escribió: una bazofia. Y encima se gastó unas buenas monedas, porque brutilla como es la pobre, no le hizoni arrancar el precio.
Yo deposité un agradecido ósculo en su mejilla, y como corresponde me mostre complacido por el gesto. Pocas cosas, como hacer sentir bien al regalante. El regalado -yo-, que se joda. Porque para colmo, controló que me lo leyera.
Si no conocemos los gustos del obsequiado, normalmente erramos de medio a medio. Regalamos una mosca prehistorica conservada en ambar, que encima nos costó un huevo, y al dia siguiente nos enteramos que al individuo/a no le gustan los insectos.
Si conocemos algo de sus gustos -por ejemplo las flores- nos decantamos por un ramo de rosas... sin saber que efectivamente ama las flores.. con excepcion de las rosas, que odia se corten del rosal.
Si conocemos a fondo sus fustos, o regalamos algo que no sorprenderá en absoluto, o nos inclinamos por algo exotico para no regalar lo mismo que otro...y clavado que también la cagamos.
Claro que siemspre podemos quedarnos satisfechos, justificándonos con que "la intención es lo que cuenta". Pero un regalo es para satisfacer a otro, no?
En cualquiera de los tres casos, el regalado aceptará el obsequio, 1) alabando nuestro buen gusto y 2)mostrándose "encantado y complacido". Ambas falsedades.Nuestro gusto se sentiría ofendido si nos regalaran semejante adefesio. Y detrás de la complacida sonrisa, las voces internas del obsequiado gritan "pero mirá la cagada que me viene a regalar este boludo".
En fin. Pensé en esto porque hace unos días una persona amiga, sabiendo -a medias- que me gustan las novelas de espionaje, me cayó con un regalo. Seguramente la tana fue a la tienda, y en su macarrónico español le dijo al librero que uería una "buena,pero buena de espías". Y ni lerdo ni peresozo el librero le enchufío la obra póstuma de Ludlum, "El Engaño", lo peor de todo lo malo que escribió: una bazofia. Y encima se gastó unas buenas monedas, porque brutilla como es la pobre, no le hizoni arrancar el precio.
Yo deposité un agradecido ósculo en su mejilla, y como corresponde me mostre complacido por el gesto. Pocas cosas, como hacer sentir bien al regalante. El regalado -yo-, que se joda. Porque para colmo, controló que me lo leyera.