pana
20-jul.-2008, 04:40
Miró hacia el cielo, las nubes se movían quietadamente, cerro los ojos y aspiro profundamente, percibió el delicioso aroma de la campiña, escucho el volotear de los insectos y el piar de los silvestres pajarillos. Le costaba creérselo, habían sido tan intensos los últimos meses que aquella tranquilidad le resultaba extraña.
Abrió nuevamente los ojos, se sentía reconfortado, se incorporo y se sentó con las piernas entrecruzadas, al fondo, junto al río, el caballo pacía tranquilamente. Atila levanto el cuello y le miro curioso, con esa mirada de buen compañero, mezcla de adoración y expectación, le acaricio las orejas y volvió a tumbarse sobar la hierva.
El sol había recorrido ya un gran camino cuando despertó. Se levanto de golpe y Atila se puso en guardia de un salto, miro hacia el río, el caballo se había recostado a la sombra de un viejo sauce, se tranquilizo. Atila, al percibir la tranquilidad de su amigo, se acerco a el para mostrarle su apoyo.
Echaron a andar hacia el río, cuando el caballo vio que se acercaban se incorporo y soltó un pequeño relincho moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, mostrando a sus compañeros su alegría y satisfacción de verlos.
El hombre extendió su mano y acaricio el cuello y la cara del animal, este resoplo de satisfacción, el buen perro movió su cola y dio un pequeño ladrido. Todo estaba bien, todo estaba en orden.
Abrió nuevamente los ojos, se sentía reconfortado, se incorporo y se sentó con las piernas entrecruzadas, al fondo, junto al río, el caballo pacía tranquilamente. Atila levanto el cuello y le miro curioso, con esa mirada de buen compañero, mezcla de adoración y expectación, le acaricio las orejas y volvió a tumbarse sobar la hierva.
El sol había recorrido ya un gran camino cuando despertó. Se levanto de golpe y Atila se puso en guardia de un salto, miro hacia el río, el caballo se había recostado a la sombra de un viejo sauce, se tranquilizo. Atila, al percibir la tranquilidad de su amigo, se acerco a el para mostrarle su apoyo.
Echaron a andar hacia el río, cuando el caballo vio que se acercaban se incorporo y soltó un pequeño relincho moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, mostrando a sus compañeros su alegría y satisfacción de verlos.
El hombre extendió su mano y acaricio el cuello y la cara del animal, este resoplo de satisfacción, el buen perro movió su cola y dio un pequeño ladrido. Todo estaba bien, todo estaba en orden.