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Bluette
07-jul.-2008, 17:29
Esto es de la autoría de mi querido amigo Víctor Octavio:
El pastel de la semana: condena pública a la crueldad femenina

Es un error común en los caballeros inexpertos alabar en exceso la vanidad de las jóvenes damas, pues la admiración desmedida, lejos de contribuir a su desarrollo emocional, las vuelve insensibles ante las tribulaciones de sus adeptos; no siendo pocas a las la perversión lleva incluso a experimentar placer al provocar dicha desazón.


Si dado el caso ocurre que alguno de los referidos caballeros sea adicto al verso, y en dicha afición cifre todos sus empeños, no tardará la jovencita, para escarnio del autor, en hacer del conocimiento de sus mutuas amistades las aspiraciones poéticas del muchacho. Enzarzándose desde ese momento una encarnizada enemistad entre el amigo más íntimo de los de la joven, poseedor (o en camino a serlo) de sus favores, y el frustrado galán; cuyos profundos sentimientos se ven contrastados por la vergüenza pública, al punto que llega éste a experimentar una verdadera aversión por la en antaño musa.


Un día, excitada su cólera por el despecho y la humillación, ve luz esta antipatía, y reprocha el joven aprendiz de poeta a la anterior dueña de su corazón, cuya imagen ha dejado de poblar sus ratos de ocio y placer, de manera amarga su falta-¿cómo es posible-dice- que tenga usted tan mal corazón para hacerme esto?-. Y aquella, lejos de apercibirse de la grave ofensa que supone su indiscreción, continúa, curioso lector, prodigando burlas al desgraciado; hasta que el desliz trasciende del pequeño círculo de selectas amistades y se vuelve del dominio público: pasa a ser así la delicia de la gente de mal gusto.


Es entonces cuando corresponde al elemento femenino del vulgo-al cual confiesa pertenecer, no sin su debida ración de vergüenza, la autora de estas líneas- emprender labores de esclarecimiento como ésta. Aun cuando no se pueda presumir de mucho seso ni instrucción, y por toda prosa se tenga una harta afectada y cursi.


Digresiones aparte, para disipar la negrura del humo-como elocuentemente expresó Horacio-y ejercer la atribución inherente al viejerío desde tiempo inmemorial, proseguiremos narrando el lance acontecido al día siguiente del consabido desengaño amoroso.


No pasaba del medio día, cuando a la puerta del caserón afrancesado que ocupaban por aquel entonces la familia de la Aluda,-que a propósito así apodaban a la heroína de este cuente mentiroso-se presentó un caballero de aspecto delicado y pulcro y elegante vestido. La niña de la casa debió haber pensado que se trataba del repudiado pretendiente, pues su corazón dio un vuelco de siento 180 grados. Soñaba la pobrecilla que el joven regresaría humillado a suplicar una vez más su amor, y que ella, veleidosa como era, se permitiría darles ciertas esperanzas.


Pero grande fue su expectativa como su desencanto al vislumbran la figura taciturna y femenina de su primo Juan estrujándose ruidosamente los huesudos dedos en el salón.


-Mi querida prima, está usted muy guapa el día de hoy.-Le dijo el tal Juan apenas la vio entrar al salón.


-Buenos días, Juan. ¿Cómo está el tío?-Contestó a su vez la muchacha lanzándole una mirada de reproche, como si le dijera realmente: “esperaba no verlo nunca más por aquí, así que no me venga ahora con galanterías”.


-¡Maravillosamente!


-¿Ya se han reconciliado?


-En lo absoluto. Es por eso que digo que estará muy bien el bribón sin mí.

Juan era una criatura terca y de mediocre entendimiento. La disputa con su padre había tenido lugar un par de semanas atrás, cuando éste le había encontrado acariciando al hijo del criado: ¡qué sorpresa! Desde entonces dependía de la generosidad de familiares y amigos. Por eso Aluda no podía menos que sospechar que la visita de su primo se debía a motivos económicos. Mas éste la desengañó bien pronto al pronunciar, terminadas las cortesías, con su voz estentórea.


-He pedido hablar en privado contigo por un asunto algo serio. Estoy aquí por encargo de Víctor Octavio. Se vale de mi embajada para hacerte llegar este paquete que traigo aquí. No sé que sea, pero por lo que he escuchado adivino que serán las cartas que le enviaste.


-No, yo nunca le he enviado nada. Era él quien me escribía…


-Si me permites aconsejarte- y comprendo que no estoy en la mejor posición de hacerlo-: olvídate de todo esto. Sé que te sientes muy orgullosa de que un muchacho se muera por ti. Pero también te expones inútilmente al ridículo obcecándote con que todo el mundo se entere. ¿Por qué has de hacernos participes a todos de tus conquistas?


La Aluda permaneció callada unos minutos, como sumida en una especie de compunción religiosa. No era muy locuaz; por lo que no debe de extrañarnos que justo antes de que su primo atravesara el portón de la propiedad para emprender el camino de regreso a su hogar, le dijera como retomando la conversación más que zanjada.


-Por que me encanta que los hombres languidezcan por mí. Disfruto sabiendo que no pueden dormir pensando en mí. Que estoy presente cuando buscan reposo y descanso en la almohada; y cuando se levantan al día siguiente más cansados y mortificados que la noche anterior. Eso es lo único que quiero: romperle el corazón a los más posibles.


Aluda esperó a que todos sus deudos se fueran a dormir para abrir el paquete. Al interior se encontró con una pistola de chispa y una notita; ésta decía así:


Aluda:


No te volveré a repetir lo que siento por ti. Tú nunca podrás amarme, no sabes como hacerlo. Te escribo para hacerte participe de la desgracia que pesa sobre mí: tu amigo íntimo vino a verme hoy; discutimos por el asunto de las cartas y lo maté de un tiro. Tienes en tus manos el arma del delito.


Tu primo Juan me ayudó a deshacerme del cadáver, le pagué bien al infeliz. Cuando leas estas líneas ya habremos escapado. Allende las fronteras de nuestro tranquilo pueblo haré llegar la crónica de lo acontecido. Todos sabrán que te amé hasta la locura.


Tuyo siempre, Víctor Octavio.


La Aluda apenas y podía contenerse de la emoción. Lejos de horrorizarse, sintió tal satisfacción de despertar sentimientos tan profundos, que hubiera deseado que todos sus anteriores novios se hubieran dado de cuchilladas por ella: nada podría causar más revuelo en el pueblo, se imaginó.


Y brincando todavía de felicidad, entró en la alcoba de sus señores padres y dijo a estos.


-Papá, ha sucedido una terrible tragedia que exige que nos apersonemos inmediatamente al ministerio público.


Así lo hicieron. Y ante el señor comisario, autoridad en aquella región, la muchacha mostró la notita, así como las cartas de amor y la pistola de chispa.


El comisario le echó un vistazo a la pistola, releyó la notita y se solazo un rato con las cartas cursis de él. Luego hizo llamar a su secretario y empezó a dictar en tono grave.


-Doy fe de que el día … se presentó en las oficinas de esta localidad la señorita … para vanagloriarse de su crueldad. Certifico además su mal corazón, su interés morboso por llamar la atención, y su gran estupidez-luego hizo una pausa y murmuró al secretario-. Por favor, publíquelo en la gaceta del municipio de mañana.


Luego, giró hacia la Aluda, y antes de que ésta pudiera decir nada, agregó.


-Señorita, los jóvenes que usted refiere llevan encerrados en los separos desde la tarde. Se dieron de trompadas en la calle, y cuando les pregunté el motivo, el señor Víctor Octavio me dijo que ya vendría ella a explicarse. Pasarán aquí la noche, y mañana les dejaré ir, previo pago de una pequeña multa. Su señor primo prometió hacerse cargo de todos los gastos.

malvado
08-jul.-2008, 14:28
wow, pues si lo hizo el buen victor octavio le quedo muy bien :thumbup1:

FUHRER
09-jul.-2008, 07:39
Esto es de la autoría de mi querido amigo Víctor Octavio:
-Señorita, los jóvenes que usted refiere llevan encerrados en los separos desde la tarde. Se dieron de trompadas en la calle, y cuando les pregunté el motivo, el señor Víctor Octavio me dijo que ya vendría ella a explicarse. Pasarán aquí la noche, y mañana les dejaré ir, previo pago de una pequeña multa. Su señor primo prometió hacerse cargo de todos los gastos.
EL SEÑOR VÍCTOR OCTAVIO Y SU PRIMO, SOLO FALTE QUE SE APELLIDARA SLINCH EL MENTADO PRIMO Y SU NICK SEA EL NEONAZI.
AAHH QUE COINCIDENCIAS.

mimi
09-jul.-2008, 08:25
jajaajajajaja que bonito tema