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Tema: Un Secreto Que Contar

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    14-noviembre-2010
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    7

    Predeterminado Un Secreto Que Contar

    holaaa! bueno, me gusta mucho escribir, y voy a colgar (por cachitos) mi última histo! espero que les guste y porfaaa comentaad!
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    Un Secreto Que Contar

    Cuando se fue, supe que no volvería. Era mi héroe, la persona por la que me levantaba por las mañanas. Y ahora… no estaba. En el momento en que me lo dijeron, no me lo podía creer. Nunca volvería a verlo, y todo por esa maldita Guerra. Te hecho tanto de menos…

    Esa mañana me encontraba mal, no tenía ganas de levantarme, ni de vivir. Parecía, por mis ojeras, que estaba deprimida. Y lo estaba. ¿Cómo no estarlo? No volver a verlo jamás, con sólo 14 años. La gente decía que mi madre era la que peor estaba, y mi conciencia debía acostumbrarse a que dijeran eso, pero mi corazón no lo haría.

    - Vamos, Tyara. - Mi madre me susurraba al oído, triste. - Es la hora.
    Yo sabía lo que eso significaba. Era la hora. Del funeral. Y que conste, sigue sin gustarme ir a esos sitios… me dan “repelús”. Pero claro, debía ir.
    - Venga, Tyara, no te quedes dormida. Tenemos algo de prisa. - Mi madre me hablaba a la vez que abría mi armario. - ¿Qué te vas a poner?
    - Voy mamá. - No tenía ganas de levantarme, pero debía hacerlo. - Anda, ve abajo y termina de arreglarte. Tranquila, yo se escoger sola mi ropa.
    - Vale, cariño. Pero no tardes.

    En cuanto mi madre cerró tras de sí la puerta, eché los pantalones negros sobre la cama. Mi madre querría que me pusiera un traje, pero los odiaba. Y los odio. Abrí el cajón, saqué la blusa negra y me dispuse a vestirme. En cuanto estuve lista, fui al baño. Me lavé los dientes y me peiné. Bajé a desayunar. En cuanto mi madre me vio, me lanzó una mirada como diciendo: “¿Por qué te has puesto esa ropa?”

    - No me pienso poner un traje, mamá. - Me adelanté a cualquier acusación.
    - Pe… pero cariño, te quedan mucho mejor. A una jovencita como tú le quedan mejor los trajes. Además, tienes muchos para elegir. - Mi madre seguía intentándolo, pero no lo iba a conseguir.
    - Pero nada, mamá. Además, sólo tengo un traje negro, y para un… bueno, ya sabes… -
    Ni a mí ni a mi madre nos gustaba mencionar nada sobre el tema. Era un tema delicado. Pero, igualmente, seguí en mi rama. - Que… no me voy a poner un traje, mamá.
    - No te voy a poder convencer, ¿verdad? - Le hice un gesto que contestaba a su pregunta de sobra. - Está bien, pero al menos arréglate un poco el pelo. Déjatelo suelto, que estás más guapa. Al tener el pelo liso, te favorece.
    - Bueno, vale. Ahora vengo.
    Cuando estaba saliendo por la puerta de la cocina, mi madre me llamó de nuevo.
    - ¡Tyara! Una cosa mas, que... ¿de qué quieres las tostadas? - Iba a responderle cuando lo recordó. - ¡Uy! ¡Es verdad! Si tú siempre las tomas de mantequilla… Bueno, pues nada más.

    Fui al baño, me cambié de peinado y fui a la cocina. Desayuné, y ayudé a mi madre a lavar los platos. Cuando estuvo todo listo, fuimos a coger nuestros paraguas, ya que últimamente estaba lloviendo mucho. Nos montamos en el coche y mi madre arrancó el motor.
    En cuanto llegamos allí, nos sorprendimos. Había muchísima gente. Algunos eran del ejército. La mayoría eran familiares. También había amigos de mi madre, que se habían enterado y habían venido para dar el pésame. Nos llamaron para la misa. Había un ataúd abierto, en el que yacía mi padre.
    Última edición por Кεץ§ђค; 04-dic.-2010 a las 08:01

  2. #2
    Fecha de Ingreso
    14-noviembre-2010
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    7

    Predeterminado

    Bueeeno, aquí os dejo otro cachito de la histo, y espero que os esté gustando!
    __________________________________

    En cuanto lo vi, me entraron ganas de llorar. Y lloré. Mi madre me vio, me abrazó y nos fuimos a sentarnos en primera fila, que era la reservada para los familiares. Cuando el cura acabó la misa, nos dio el pésame a los de primera fila. Todos llorábamos. Salimos, y nos preparamos para caminar detrás del coche fúnebre hasta el cementerio. Mi madre quería incinerarlo, pero yo no. Yo quería enterrarlo, y al final convencí a mi madre.
    Caminamos detrás del coche, y cuando llegamos al cementerio, le compramos flores y coronas a parte de las que nos daban. Lo enterramos, y cuando todos se fueron, incluida mi madre, me quedé allí, de pie, llorando.

    - Pa…papá… si supieras cuanto te echo de menos… yo… te quiero tanto…

    Le dejé la corona de flores que tenía en mis manos y me giré. Fui hasta la puerta, donde me esperaba mi madre con el coche en marcha. Me monté y fuimos a casa. Llegamos, comimos y nos pasamos el resto de la tarde en el sofá, viendo la televisión. Cuando ya eran las once de la noche, le dije a mi madre que tenía sueño, le di un abrazo y me fui a mi cuarto. Me puse el pijama, y me acosté. Antes de dormirme, cogí el marco que tenía en mi mesilla de noche, que tenía una fotografía de mi padre en el ejército, donde se le veía vestido de soldado, y detrás de él se veía una avioneta. La foto me la había mandado varias semanas antes de… bueno… lo ocurrido. Besé la fotografía, la puse en su sitio, apagué la lamparita y me dormí.

    Al día siguiente, mi madre me besó en la frente.

    - Buenos días, cariño. Es hora de levantarse. Pero puedes quedarte en casa si quieres, no tienes por qué ir a clase. Ya has acabado los exámenes.
    - No mamá. Quiero ir.
    - Bueno… supongo que no voy a poder convencerte así que… venga, arriba. Te sacaré el uniforme.

    Mi madre abrió mi armario y sacó mi uniforme del colegio. Lo dejó sobre mi cama y me dijo que bajaba a preparar el desayuno. Salió de mi habitación y me quedé a solas.
    Me vestí, me aseé, bajé a la cocina, desayuné y me fui a clase.
    Mientras caminaba, estuve pensando en cómo ocultar a mis amigos lo de mi padre. No sólo lo de que había fallecido, sino quién era mi padre. Nadie sabía que él era el presidente. Mi padre había ocultado siempre a la gente que tenía familia, pues si lo decía, los medios de comunicación estarían acosándonos a mí y a mi madre, al igual que a él. Y él no quería que fuera así. Mis padres fueron explícitos en este tema: No debía decírselo a nadie. Y yo cumplí con esa obligación. Nunca le dije a nadie esto, simplemente decía que mi padre siempre estaba de viaje. Y ahora también lo diría. No quería que estuvieran dándome el pésame, ni que evitaran hablar de sus padres delante de mí. Sólo quería que todo siguiera su curso. Evidentemente, en todos los medios de comunicación se hablaba de lo mismo: El presidente había muerto en la Guerra. Ahora escogerían a otro. Hicieron unas elecciones improvisadas. Mi madre no votó, se le hacía extraño no tener el nombre de mi padre en el papelito.

    Cuando llegué a clase, mis amigas me saludaron como todos los días.

    - Odio los lunes - Sally decía lo de costumbre.
    - Sally, tú odias todos los días. Además, hoy es viernes. - Brie dijo lo que todas pensábamos.
    - Ya, pero el lunes es el que más odio. Después de unos buenos días de descanso…
    - Serán buenos para ti…- ¡Oh, no! ¿Por qué había dicho eso? Debía rectificarlo inmediatamente. - Es que… eh… he dormido poco y… claro… he pasado una noche un poco mala y… bueno…. Jeje…
    - Tyara, ¿estás bien? Te veo un poco rara. - ¿Por qué Anna tenía que ser tan observadora?
    - Eh… esto… s… sí, estoy bien, claro… ¿por qué no iba a estarlo?
    - Es que estás sudando como un pollo y acabas de llegar a clase. ¿Seguro que estás bien? - Me tocó la frente. - ¿Tienes fiebre?

    Le aparté la mano de mi frente agradeciéndole su preocupación por mí, pero asegurándole a la vez que no me pasaba nada.

    Ese día se me pasó lentísimo. Para mi suerte, era viernes, y salíamos a las dos. Di gracias al cielo cuando sonó el timbre de salida. Una vez fuera, Anna se despidió, y se fue con su hermana pequeña, Miley. Poco después llegó el padre de Brie, y ésta se despidió mientras se metía en el coche. Sally, que había estado esperando a Miriam, se fue cuando ésta llegó. Cuando se habían ido mis amigas, me quedé sola, pensando. Tenía que irme a casa, pero la verdad es que no tenía ganas de estar allí metida sin hacer nada. Decidí que iría a casa, comería, me cambiaría y saldría a dar un paseo. Así que así lo hice. En cuanto llegué a casa comí, me cambié y me despedí de mi madre.

    - ¿A dónde vas? – Ella, como siempre, se preocupaba de si iba a pasarme algo.
    - Tranquila, mamá. Sólo voy a dar un paseo.
    - ¿Sola?
    - Sí.

    Ella dudó un momento, pero al final accedió. Le di un beso y me fui. Me cercioré de si llevaba el móvil y la cartera, y una vez comprobado, comencé a caminar. No sabía a dónde iba, pero sólo quería alejarme cuanto más pudiera de la rutina.
    Mientras caminaba, iba mirando al suelo, como siempre solía hacer. Un golpe me alejó de mis pensamientos. Miré al frente, y lo vi.

  3. #3
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    01-enero-2009
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    Por ahi..
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    6.138

    Predeterminado

    Dale Keisha, sigue con la historia que está muy buena. Me hace recordar algunos episodios de la guerra en la que los esposos abandonan el hogar para ir a luchar por la patria.

    Suelta la tercera parte...

  4. #4
    Fecha de Ingreso
    14-noviembre-2010
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    7

    Predeterminado

    bueno, a peticion de algunos, voy a poner el tercer cachito de la histo, y espero que os esté gustando!

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    Un chico de mi edad más o menos, de pelo castaño oscuro, con los ojos color chocolate, profundos como las entrañas del mar. Llevaba el pelo corto, con un leve flequillo que le tapaba poca parte de la frente. Sus ojos, pequeños y chispeantes me miraban fijamente. Su naricilla achatada resaltaba sobre su joven rostro. Sus labios eran finos y delicados. Lo supe en cuanto lo vi. Era el chico de mis sueños, mi chico ideal. Noté como mis pómulos pasaban de mi claro color de piel a un rojo color carmín.

    - Oh, lo… lo siento… yo… no estaba atenta y… perdona.
    Una leve sonrisa me tranquilizó, y me transmitió paz y serenidad.
    - No te preocupes, yo tampoco iba atento. Esto… - Vi como sus pómulos también empezaban a sonrojarse. - ¿Tomamos algo?

    Dudé un momento, pero acepté. Al fin y al cabo, no quería perder la oportunidad de conocer a una persona tan… maravillosa.
    Fuimos a un kiosco que había cerca de allí. Nos compramos algunas chuches y nos sentamos en un banco del parque que había justo al lado. Ninguno de los dos decía nada, por lo que me decidí a comenzar a hablar. Lo que yo ni me imaginaba es que él había pensado justo lo mismo.

    - Bueno… - Dijimos los dos a la vez.

    Nos reímos tímidos durante unos instantes, y algo me dijo que a este chico no lo iba a olvidar fácilmente, y que no íbamos a dejar nuestra relación en un simple “conocidos”.

    - Bueno, creo que deberíamos empezar a conocernos. - Comenzó a hablar de nuevo.
    - ¡Uf! Entonces vamos a tener que quedarnos aquí toda la noche. - Dije en tono de chiste.

    Él soltó una carcajada, y para mi sorpresa, no era nada forzada. Era espontánea, y preciosa. Tan preciosa como su rostro.

    - En fin, yo me llamo Neythan. Tengo 16 años, y vivo a dos manzanas de aquí, en la calle Arquímedes. ¿Sabes dónde es?
    - Sí, se dónde es. Yo me llamo Tyara, y tengo 14 años. Vivo a una manzana de aquí, en la calle Luxemburgo.

    Y desde ese momento, comenzamos a hablar de nuestras vidas. Dónde estudiábamos, dónde solíamos ir… etc. Me pareció que él evitaba el tema de mi padre. Es decir, del presidente. Nos pasamos horas y horas hablando, y vimos juntos cómo se ponía el sol. Creo que esa fue la puesta de sol más romántica y maravillosa de mi vida. Eran ya las nueve, y mi madre debía estar preocupada. Le dije que debía irme, pero cuando me iba a levantar del banco él me agarró de un brazo.

    - No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos. - Y acto seguido, me besó. Esos instantes me pareció que el tiempo se paraba, que todo se esfumaba, y que sólo existíamos él y yo. Cuando se separó no dijo nada, simplemente salió corriendo en dirección opuesta a mí.

    En cuanto llegué a mi casa, mi madre me saludó y me dijo que si estaba bien.

    - Claro, mamá. Estoy perfectamente… ¡No! Estoy mejor que perfectamente.
    - ¿Y a qué se debe tanta felicidad?
    - Bueno, cuando salí a dar un paseo, estaba por el parque de Los Gnomos cuando me tropecé con un chico. Y…
    - No digas más. Ya sé lo que te ocurre. Estoy maravillada de que por fin te hayas enamorado de alguien especial para ti.
    - Pero déjame que termine, por favor.
    - ¿Qué quieres decirme?
    - Me ha besado. Nos hemos conocido, hemos estado hablando hasta tarde y… cuando he ido a despedirme… bueno… me ha agarrado del brazo y me ha besado.
    - Oh, Dios mío… - Mi madre lo dijo en un susurro tan suave que parecía que sus palabras se mecían en el viento. - ¡Es maravilloso! Mi hijita, ¡su primera relación! Vamos, vístete, debemos ir a comprarte ropa.
    - Pero mamá, son las nueve y media de la noche, ya no hay nada abierto. Además, no necesito ropa.
    - Es cierto, no hay nada abierto. Bueno, mañana saldremos de compras y te compraré toda la ropa que quieras. ¡Toda!
    - Pero no necesito ropa, mamá.
    - Claro que necesitas. Es tu primera relación y debes ir radiante. Quiero que estés preciosa para él. Claro que tú estás preciosa siempre, bueno, es que eres preciosa, pero quiero que estés aún mejor. Hay que comprarte maquillaje.

    Estábamos cenando, y mi madre seguía pensando en mi… bueno… relación. Me parecía impresionante que de la noche a la mañana, bueno, mejor dicho, de la mañana a la noche tuviera mi primera relación, es decir, mi primer novio. Terminamos de cenar, ayudé a mi madre a fregar y nos pusimos a ver la televisión. Eran ya las once de la noche cuando bostecé por enésima vez.

    - Buenas noches, mamá. Me voy a la cama.

    Le di un beso y me acosté.
    Eran las 9 de la mañana cuando mi madre descorrió las cortinas de mi habitación.

    - Buenos días, princesa. Mira qué día tan maravilloso ha amanecido. Venga, vístete y baja a desayunar, que hoy nos vamos de compras.

    Me levanté feliz. Estaba dispuesta a todo. Era mi día perfecto. Iba a ir de compras con mamá, cosa que me encantaba, y me encanta. Después iba a ir a dar otro paseo, buscando a Neythan, por supuesto.
    Me levanté de un salto, me puse unos vaqueros y una camiseta, mis botines y fui a asearme. Salí del baño, y bajé. Desayunamos, con una sonrisa cada una. Salimos, nos cercioramos de que llevábamos todo y habíamos apagado y cerrado todo y mamá cerró la puerta de casa. Nos montamos en el coche, y camino al centro comercial, le conté la historia de cómo había conocido a Neythan, y todo lo que sabía de él. “No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos” esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez. Llegamos al centro comercial, e hicimos muchísimas cosas. Compramos camisetas, pantalones, miles de zapatos, maquillaje, pasamos por la peluquería…
    Al volver, me cambié, estrenando todo. Me puse una falda de flores naranjas y verdes, una blusa a juego, y unos tacones medio altos blancos. Me peiné, dejándome el pelo suelto. Me maquillé más de lo que lo había hecho en toda mi vida, con rimel, colorete, brillo de labios, sombra y lápiz de ojos…
    Cogí un bolso naranja y verde, también a estrenar. Metí el móvil, la cartera y mis llaves. También metí mis gafas de sol, ya que eran las cuatro de la tarde e… iba a hacer sol. Me despedí de mi madre, que me dijo que iba preciosa. Una vez todo preparado, salí de mi casa, y fui por el mismo camino a la misma hora que ayer. Llegué al punto donde ayer me choqué con Neythan. Seguí caminando, buscándolo. Y no fue nada difícil encontrarlo. Estaba en el banco donde nos sentamos ayer.

    - Hola. - Estaba bastante nerviosa. - ¿Qué tal?
    - Hola. Bien ¿y tú?
    - Bien. - Neythan sonrió, y yo también, sin saber que decir.
    Él se decidió a hablar.
    - Quería hablarte sobre lo de ayer. Es que… bueno… estuvimos hablando hasta tarde y… voy a serte sincero… me enamoré de ti desde el mismo momento en que me miraste. Supe que eras la persona indicada para mí, eres… perfecta.
    Sus palabras me llenaron de alegría y emoción a la vez. Quise dejarle claro lo que yo sentía por él, no quería que pensara que no me gustaba. Yo sentía por él exactamente lo mismo que él por mí.
    - Yo también te quiero. - Me pareció que esas palabras eran exactamente lo que él quería oír. - Me parece bien que te lanzaras, porque si no lo hubieras hecho seguramente no nos volveríamos a ver. Y si eso pasara… yo… no se que haría.
    - Entonces hice bien. - Rió tímidamente, como si escondiera algo. Pero si eso fuera cierto, no me importaría, ya que yo también tenía secretos, además, aunque fuera mi novio, no nos conocíamos lo suficiente como para comenzar a contarnos los secretos. - Bueno, supongo que somos… bueno… ya sabes… novios.
    - Sí… - ¿Pero por qué nos comportábamos así? Éramos novios y nos daba vergüenza mirarnos a la cara. - Creo que no tenemos que tener vergüenza… somos pareja, ¿no?
    - Sí. - Sonrió de nuevo con esa preciosa sonrisa que tenía.
    - Entonces vayamos a dar un paseo. Supongo que tenemos muchas cosas de las que hablar.
    - Sí. Por cierto, les conté a mis padres lo nuestro, lo que pasó ayer.
    - Yo también lo hice, tranquilo.
    - Bueno, que quieren conocerte. ¿Qué te parece si esta maravillosa tarde la dedicamos a conocer a nuestros padres?
    Dudé un segundo, pero, puesto que estaba con la persona que más había amado en toda la vida, acepté.
    - Pues no se hable más, en marcha. Por cierto, estás preciosa.
    - Muchas gracias. - Nos sonreímos mutuamente.

    Tal y como lo habíamos acordado, fuimos a conocer a la familia. Primero fuimos a casa de sus padres, que me invitaron a entrar. Nos tomamos algo y estuvimos hablando durante bastante tiempo. Me trataron genial, esa familia era maravillosa, al igual que él.
    Nos despedimos y fuimos camino de mi casa. Cuando mi madre nos vio entrar por la puerta, casi dio saltos de alegría. Volvimos a tomar algo y charlamos durante más tiempo todavía. Cuando eran ya las ocho y media, Neythan me dio su móvil y correo electrónico y me dijo que me llamaría mañana. Me dio un beso y se fue. Mi madre me estuvo dando la brasa sobre él durante un media hora. Que si era guapo, que si era simpático, que si que suerte tenía…
    Salimos a cenar fuera, y nos fuimos a la pizzería. Tomamos una pizza cada una mientras charlábamos, y eran ya las diez de la noche cuando volvimos a casa. Nos cambiamos, poniéndonos el pijama y nos fuimos a ver la tele. A las doce, ya estábamos muy cansadas, así que nos fuimos a dormir.

    Aquella mañana me despertó el móvil. Era Neythan. Le contesté.

    - Hola Neythan. ¿Dónde y a qué hora?
    - Hola Tyara. A las cinco en el parque. Ya sabes en qué banco.
    Colgó. Miré la hora, y eran las once de la mañana. Me levanté, me cambié, me aseé y bajé. Mi madre estaba en la cocina, preparando el desayuno para ella.
    - ¿Te hago ya el desayuno?
    - Sí, por favor.

    Desayunamos juntas, y la ayudé con los platos. Una vez terminada la faena, mi madre se fue a hacer las tareas de la casa y yo cogí mi ordenador. Neythan estaba conectado, así que me quedé hablando con él.

    - Tyara, tengo que decirte algo importante.

  5. #5
    Fecha de Ingreso
    14-noviembre-2010
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    7

    Predeterminado

    Bueeeno, llegamos al final de la histo.... ÚLTIMO CACHO!!
    Espero que os haya gustado, y de nuevo... COMENTAD!
    __________________________________________________ ___

    -Tyara, tengo que decirte algo importante. Algo que me llevo callando desde hace mucho antes de conocernos. Pero no te lo puedo decir por aquí. Cuando nos veamos, te lo diré.

    Se desconectó. Me quedé con la intriga de qué es lo que me quería decir.

    Las dos. Mi madre me llamó para comer. Comimos y la ayudé con la mesa, como siempre. Mi madre se fue a echarse una siesta, y yo me quedé viendo la tele, pero sin dejar de pensar en qué es lo que quería decirme Neythan. Y ya me estaba empezando a preocupar. Me quedé dormida pensando. Me desperté a las cuatro y media. Fui corriendo a prepararme. Le dejé una nota a mi madre diciéndole dónde estaría y eran ya las cinco y cuarto cuando salí de casa. Fui corriendo al parque, donde Neythan estaba esperándome.

    - Lo siento, me he quedado dormida.
    - No importa. Escucha, te tengo que decir que yo… bueno…
    - Espera. Ya que vas a ser sincero conmigo, yo seré sincera contigo. Prometí que no lo diría, pero tú… bueno… yo confío en ti. En fin que mi padre… bueno… era el…
    - Presidente. - ¿Cómo podía saberlo? Yo nunca se lo había dicho… y… estaba casi segura de que mis padres tampoco.
    - ¿Cómo lo sabes?
    - Eso te quería decir. No me puedo callar más. Lo sé todo sobre ti. No por lo que tú me dijiste, sino porque te conozco desde siempre. Sé quién era tu padre, y sé que murió en la Guerra. Y sobre todo… sé quién le mató. - Mis ojos se llenaron de lágrimas, ninguna palabra saldría de mí. O eso creía…
    - ¡¿Quién?! ¡¿Quién?! ¡Dímelo, dímelo ya! - Dos lágrimas salieron de mis ojos.
    - Mi padre. Mi padre mató al tuyo. Yo lo he sabido todo desde el principio. Sé que debí decírtelo antes, pero… te iba a hacer daño y… no quiero… yo… te quiero tanto…

    No podía seguir allí. Debía irme… ya. Salí corriendo como si una tormenta eléctrica me persiguiera. Llegué a casa y entré corriendo. Mi madre me vio, quien me siguió y vino a consolarme.

    - ¿Qué te pasa, cariño?
    - Ma… mamá. Lo sabe todo de mí. Su padre… mató a papá… y… no me lo dijo… yo…
    - Tranquila, mi amor… Shhh… relájate. Descansa. No llores más, por favor.

    Mi madre se fue a prepararme un chocolate caliente, aunque estuviéramos casi en verano. Vino al ratito con dos tazas. Me dio una y hablamos durante mucho tiempo de mi padre. Ella sí que sabía cómo consolar. Era la mejor haciéndolo. A las ocho alguien llamó al timbre. Fui a abrir. Era Neythan, que estaba malherido.

    - Tyara… lo… lo siento…

    Dicho esto, se desmayó. Llamé de un grito a mi madre, quien vino corriendo. Me ayudó a meter a Neythan en casa, y le curamos las heridas. Después de un par de horas, Neythan se despertó. Mi madre se fue, dejándome a solas con él.

    - ¿Estás bien? - Al ver mi cara de preocupación, sonrió levemente, aliviado.
    - Sí… Escucha… lo siento… no quería hacerte daño… sólo quería dejar de esconderme cosas. No quiero tener secretos para ti.
    - Yo tampoco quiero tenerlos para ti. - Nos besamos, y recordé sus heridas. - Por cierto, ¿Qué te ha pasado?
    - Te fuiste llorando y… me rompiste el corazón. Fui a mi casa corriendo, con la intención de coger algunas cosas y volver a tu casa a buscarte. Mi padre me vio, y me preguntó el por qué de mis prisas. Le expliqué lo ocurrido, y se enfadó… mucho…le había prometido que jamás te diría la verdad. Pero no quería escondértelo… y… no quería hacerte daño…por favor… no te vayas nunca de mi lado… por favor… te quiero tanto…
    - Yo también te quiero. Y tranquilo… jamás me iré de tu lado.

    * * *

    Y lo cumplí. Jamás me fui de su lado. Aún estoy a su lado, y me da tanta pena verlo así… llorando por mí…

    - Tyara… tantos años juntos... y ahora… estás así… por favor, resiste… no te vayas… quédate conmigo…

    “No quiero que tú y yo tengamos sólo una relación de amigos” de nuevo, esas palabras retumban en mi cabeza.

    Veo una luz. Aún quiero a Neythan, pero sé que no me puedo quedar aquí. Debo irme… te esperaré Neythan. Siempre te esperaré.

    Un pitido discontinuo se convierte en uno seguido, y en la pantallita ahora se ve una línea dibujada como el propio horizonte.

    - ¿Tyara? ¡Tyara! No te vayas, por favor… te quiero…

    Cierro los ojos. Un leve suspiro sale de mí. No puedo escuchar nada más. Cruzo el túnel, que parece que me llama. Hay una silueta poco distinguible que me está esperando allí, al final… cada vez distingo mejor la silueta… por fin estás de nuevo conmigo… papá.

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