Aunque reconozcamos que la mayoría de ellos son buenas personas y no se portan como "desaforados".
Muchos vienen de experiencias religiosas donde se les inculcaba el miedo al castigo divino por cualquier pecado que cometieran. Vivir en el miedo es terrible.
Ahora muchas de esas personas viven más felices, porque saben que Dios los ama independientemente de sus imperfecciones.
Concuerdo contigo que esa doctrina evangélica moderna es peligrosa, pero la mayoría de las que la aceptan afortunadamente no optan por una conducta licenciosa o impía, y por lo tanto pueden ser nuestros aliados en establecer el Reino de Dios.