¿Quien no se ha planteado alguna vez esta pregunta que se hace una muchacha de 19 años? y es que como muy bien dice el que la contesta, todos somos imperfectos y como decía San Pablo: "Por qué queriendo hacer el bien que deseo, se me presenta el mal que aborrezco". Lo normal es que lo padres quieran la felicidad de sus hijos, pero nos equivocamos por nuestra naturaleza.


"Necesito saber si soy mala persona
Mi situación es complicada y no sé si tiene justificación científica. Desde pequeña he sido una niña muy independiente pero a mis padres los he querido y admirado siempre muchísimo. Con diez años mis padres deciden mudarse a un pueblo sin futuro. Yo, mientras he ido creciendo, me he dado cuenta de la cantidad de malas decisiones que han tomado sin pensar en sus hijas. Esto me ha llenado de rencor hacia ellos. Tuve novio a los 14 años; le quise mucho y mi padre me insultaba, me llamaba frecuentemente puta por lo que hacía. Esta situación e insultos hacia mí es muy frecuente. ¿Es normal llamar puta a tu hija? Ahora tengo 19 años y soy totalmente imparcial, no me afecta nada de lo que me dicen ni me importan en absoluto. Haría más por uno de mis amigos que por ellos. La realidad es esa, me avergüenza decirlo. ¿Esto es normal? Yo sé que son mis padres y me han alimentado, me han dado techo y han hecho muchas cosas por mí que yo no llegaré a saber, pero no puedo evitar pensar así.

Responde: Mariano Robles

Respecto a la pregunta, en realidad, poco importa si es normal o no. Te pasa y estás inmersa en el proceso. Además, y corrígenos si nos equivocamos, pareces una persona muy emocional y sensible. Las emociones que cuentas son muy intensas. Tanto las negativas como las positivas. Admiración, odio, vergüenza. No hay término medio. Incluso contigo misma. Por pensar así soy mala.

Hay pocas verdades absolutas en la vida. Muy poquitas. Y tú tienes la suerte de enfrentarte a dos. La primera es que estás en medio de un proceso. Aunque no te lo creas, te falta mucha información no sólo de tus padres, sino de los procesos. Hay una célebre frase atribuida a M. Twain, cuando yo tenía 14 años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los 21, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en 7. Y es que la toma de decisiones es bastante más compleja que el resultado. A toro pasado, todas las decisiones se ven diferentes. Acertar o fallar son dos impostores. Normalmente hay que tratarlos como tales. Si hubieran ido a otro pueblo, ¿serían padres superlativos?

La segunda verdad absoluta es que los padres, todos y absolutamente todos, tienen sus propias miserias. Se equivocan. Meten la pata. Muchas veces. Si pudieran hacerlo mejor seguramente lo harían, pero todos tienen deficiencias. Eso no les convierte en personas para odiarlos. Esto nos lleva otra vez a la intensidad de tus emociones. ¿Qué se hayan equivocado significa que ya no son dignos de admiración? ¿Qué pasaría si dentro de unos años terminas consiguiendo el trabajo o conociendo al amor de tu vida por haberte ido a vivir ahí? ¿O alguna de las decisiones tomadas terminan tornándose a favor tuya o de tus hermanas? ¿Serán dignos de amor?"