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Tema: Sobre el nacimiento de Catalunya como nación

  1. #31
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    27-abril-2012
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    ¿Dónde? ¡Aquí mismo!
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    Hola compañeros,

    Por respeto a vosotros y para que no espereis en vano, regreso brevemente para anunciaros que no voy a seguir con este hilo ni tampoco con ningún otro porque abandono el foro. Las razones son personales y no hace falta citarlas.

    Gracias por todo. Hasta siempre.
    "Que no panda el cúnico"

  2. #32
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    28-febrero-2012
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    Predeterminado

    He leído unos artículos sobre 1898, y en uno de ellos trataba sobre las “razones del separatismo”. Como en este artículo vienen de pasada las “lindezas” de Sabino Arana a las que hacía referencia eenriquee, pues lo pongo. Es un poco largo, así que me da para tres post:


    Efectos del 98. Razones del separatismo
    http://www.piomoa.es/?p=201

    Nacionalismo aquí implica separatismo, pues considera nación soberana lo que hasta entonces se había entendido como región o parte de una nación. Otra cosa es que el separatismo admita etapas, como autonomías previas. Antes del 98 predominaban regionalismos no antiespañoles, de escasa incidencia popular, o pequeños círculos nacionalistas mirados más bien como pintoresquismos. Pero después del Desastre cobraron fuerza creciente, con largas épocas de retroceso, hasta alcanzar hoy su máxima peligrosidad para España, designada como el enemigo a batir.

    ¿Por qué los nacionalismos adquirieron cierta importancia en Vascongadas y Cataluña y no en Galicia, y menos aún en Valencia, Baleares, Andalucía, Canarias, etc., donde pudieron haber explotado motivos lingüísticos u otros? Suele explicarse por el empuje industrial de Bilbao y Barcelona, pero el nacionalismo fue ajeno a las industrializaciones, ambas anteriores a él, y las habría arruinado al romper el mercado español, del que dependían. La burguesía catalana mostraba un lógico celo españolista, y el nacionalismo vasco exaltó más bien una sociedad rural y bucólica. Pero los nacionalistas extrajeron de las industrias una prueba de superioridad “racial”. Muchos capitales españoles en Cuba eran catalanes, su repatriación reanimó la economía de la región y, observa Cambó, “El rápido enriquecimiento de Cataluña (…) dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestras propagandas”*(1). Así, los nacionalismos fomentaron ese orgullo, combinándolo con el victimismo, pero no fueron, desde luego, los causantes de aquella riqueza, solo posible por la relación con el resto de España y muy favorecida desde Madrid con un proteccionismo excesivo.

    Otra explicación contradictoria con la primera estaría en la memoria de los antiguos fueros feudales. Pero su abolición en Cataluña por Felipe V había cimentado la recuperación económica catalana, al abrirle de lleno los mercados del resto de España y de América; y de ellos quedaba en Cataluña, en el siglo XIX, poco más que un rescoldo sentimental. En Vascongadas, la abolición de los fueros (distintos para cada provincia) a causa de la última guerra carlista, en 1876 también benefició a la industria vasca, y, como muestra Juaristi**, su reivindicación tuvo escaso eco. No obstante constituiría un motivo invocado posteriormente por el separatismo.

    Suelen mencionarse asimismo los “hechos diferenciales” culturales e históricos. Pero ellos preexistían de largo tiempo atrás, y también en otras regiones, eran muy secundarios con respecto a los factores unitarios y no habían causado separatismos, pues vascos y catalanes se habían sentido de siempre españoles (incluso castellanos en el caso de los vascos). Como recuerda Cambó, verdadero propulsor del nacionalismo catalán, todavía en 1898, “Cuando salíamos del Círculo de la Lliga de Catalunya, encendidos de patriotismo catalán, nos sentíamos en la calle como extranjeros, como si no nos hallásemos en nuestra casa, porque no había nadie que compartiese nuestras aspiraciones”**. Más violento, Sabino Arana amenaza a los malos bizkaínos: “El yerro de los bizkaínos de fines del siglo pasado y del presente (…) es el españolismo”. “Nuestros padres vertieron su sangre en Padura [se refiere a una batalla, probablemente inventada, de once siglos atrás] para salvar a Bizkaya de la dominación española, por la libertad de la raza, por la independencia nacional (…) ¡No sabían los bizkaínos del siglo noveno que con la sangre que derramaban porla Patria, engendraban hijos que habían de hacerle traición!”. “¡Cuándo llegarán los bizkaínos a mirar como a enemigos a todos los que les hermanan con los que son extranjeros y enemigos naturales suyos!”. Y así sucesivamente.

    El ancestral sentimiento español de vascos y catalanes marca una diferencia clave con nacionalismos como los de Europa central, donde las minorías integradas en los imperios austríaco, turco o ruso, como los checos, los serbios, los búlgaros o los polacos nunca se sintieron austríacos, turcos o rusos. La integración del País Vasco o de Cataluña en España tampoco procede de invasiones o conquistas, como las de aquellos pueblos centroeuropeos, o la de Irlanda, Gales, Quebec, etc.

    Por tanto, los “hechos diferenciales” explican poco. Los nacionalistas trataron de exacerbarlos, pero no conducían de por sí a un impulso secesionista. No existía un caldo de cultivo favorable a los nacionalismos en Cataluña y Vizcaya, y fue preciso crearlo, lo que requirió un esfuerzo muy arduo y una astucia muy notable. El programa lo exponen a su modo Arana y Prat de la Riba. El primero constata: “Euskerianos y maketos ¿forman dos bandos contrarios? ¡Ca! Amigos son, se aman como hermanos, sin que haya quien pueda explicar esta unión de dos caracteres tan opuestos, de dos razas tan antagónicas“. Por tanto, era preciso transformar el sentimiento de fraternidad e identidad española en otro de odio y distanciamiento. A su vez, Prat de la Riba, fundador del nacionalismo catalán después de algunos tanteos anteriores, asegura: “Son grandes, totales, irreductibles, las diferencias que separan a Castilla y Cataluña, Cataluña y Galicia, Andalucía y Vasconia. Las separa, por no buscar nada más, lo que más separa, lo que hace a los hombres extranjeros unos de otros, lo que según decía San Agustín (…), nos hace preferir a la compañía de un extranjero la de nuestro perro (…): les separa la lengua“. De creerle, nadie entendía el español común fuera de Castilla, si acaso Andalucía o Canarias, y no se explicarían los siglos de unidad en España. Pero, según la nueva doctrina, un catalán debía llegar a preferir la compañía de su perro a la de un castellano, un gallego o un vasco.

    La tarea de transformar el sentimiento nacional español en su contrario exigía líderes entregados, y creo que el impulso separatista se debe ante todo a ellos: unos profetas fervorosos e iluminados, consagrados en cuerpo y alma a una misión a su juicio redentora. No hallamos en el nacionalismo gallego u otros a personajes tan enérgicos y tenaces como Arana, Prat de la Ribao Cambó. Una ya larga tradición explica la historia por causas materiales cuantificables, pero en la realidad topamos con imponderables como el carácter de los dirigentes. Así, sin Lenin resulta inimaginable la revolución rusa, socialista en un país agrario, con la mayoría de los propios jefes bolcheviques vacilantes u opuestos al golpe revolucionario. Caso ilustrativo, porque son precisamente los marxistas quienes más han insistido en la primacía de las llamadas “condiciones materiales” u “objetivas”. También pudo haber fracasado el golpe de Lenin de tener enfrente a algún dirigente de mayor envergadura personal que Kérenski. En España, los líderes nacionalistas no encontraron tampoco opositores que entendiesen bien su peligro y les afrontasen con inteligencia*.

    Arana y Prat de la Riba, escriben con la convicción de haber descubierto una nueva luz destinada a alumbrar a vascos y catalanes. El joven Cambó resolvió consagrarse a la causa nacionalista, al punto de renunciar al matrimonio en aras de ella. Tal exaltación rezuma la frase de Prat de la Riba: “La religión catalanista tiene por Dios a la Patria”. Arana, deplorando “cuán difícil y penosa es la labor (…) de soltar la venda que ciega los ojos de los bizkaínos!”, amenazó en un célebre discurso con que, si fracasara, “juro (…) dejaros también un recuerdo que jamás se borre de la memoria de los hombres”. No especificó el recuerdo, aunque debía de ser terrible.

    Los métodos para desespañolizar a catalanes y vascos se parecieron: una mezcla de narcisismo y victimismo, un ataque inclemente a España o a Castilla, un memorial de agravios exagerados o inventados junto con un halago desmedido a lo autóctono: “Había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes”, dice Prat, erradicando la “monstruosa bifurcación de la conciencia” que hacía sentirse español al catalán. Para ello combinaría “los transportes de adoración” a Cataluña con el odio a sus supuestos enemigos, los castellanos, pese a que Castilla había dejado de representar un poder hegemónico o director. “La fuerza del amor a Cataluña (…) se transformó en odio, y dejándose de odas y elegías a las cosas de la tierra, la musa catalana, con trágico vuelo, maldijo, imprecó, amenazó”. Había que “resarcirse” de una supuesta “esclavitud pasada”. “Tanto como exageramos la apología de lo nuestro, rebajamos y menospreciamos todo lo castellano, a tuertas y a derechas, sin medida”. O, como observa más sobriamente Cambó, “El progreso del catalanismo fue debido a una propaganda a base de algunas exageraciones y de algunas injusticias”*.

    A su vez opone Prat “el gótico y el románico de nuestros monumentos” a “la Alhambra o la Giralda”, como si a Cataluña la caracterizasen el gótico y el románico, y al resto de España las reliquias árabes: “Bien mirados los hechos, no hay pueblos emigrados, ni bárbaros conquistadores, ni unidad católica, ni España, ni nada”. Prat y Arana se tenían por católicos fervientes, pero el segundo, superando a Prat, declama: “¡Católica España! (…) No es posible, en breve espacio, mencionar siquiera concisamente los hechos pasados y presentes que prueban (…) que España, como pueblo o nación, no ha sido antes jamás ni es hoy católica”.

  3. #33
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    2ª parte del artículo (bueno, más que artículo es un post de su blog. Está escrito por Pío Moa, escritor, converso de la extrema izquierda en la que militó en sus años mozos..., y ahora situado en la derecha):

    El racismo, de moda en Europa, cimentó el argumentario separatistas: contra toda evidencia, vascos y catalanes constituirían razas distintas y contrarias a la española, llamada despectivamente maketa o charnega. En el separatismo vasco, el racismo se hizo obsesivo. La raza bizkaina, instruye Arana, era “singular por sus bellas cualidades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española, ni con la francesa (…) ni con raza alguna del mundo”, de modo que siendo “la más noble y más libre del mundo”, sufría “humillada, pisoteada y escarnecida por España, esa nación enteca y miserable”. Y fulminaba a sus paisanos: “Habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa (…) con la raza más vil y despreciable de Europa”. Tan despreciable que era “el testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios poco menos bestias que el gorila: no busquéis en sus rostros la expresión de la inteligencia humana ni de virtud alguna; su mirada solo revela idiotismo y brutalidad”.

    No extrañará que Arana despreciara los primeros tanteos catalanistas de acción común: “Cataluña es española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter y por sus costumbres”. “Los catalanes, saben perfectamente que Cataluña ha sido y es una región de España”. Por tanto, señala sin piedad: “Maketania comprende a Cataluña”, y “Maketo es el mote con que aquí se conoce a todo español, sea catalán, castellano, gallego o andaluz”. No excluía “entendernos en la acción definitiva” contra España, pero aun así, “jamás confundiremos nuestros derechos con los región extranjera alguna”.

    Con alguna menor intensidad, la idea de raza también nucleaba al separatismo catalán. Según su ideólogo Pompeu Gener, los catalanes pertenecerían a “la raza Aria”, frente al resto de España donde “predomina demasiado el elemento semítico, y más aún el presemítico o berber (…). Lo que ahí priva son las degeneraciones de esos elementos inferiores importados de Asia y del África (…) Nosotros, indogermánicos de origen y corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales razas inferiores”. “Los catalanes valemos más como hombres en camino al Superhombre”. España definiría a una población constreñida por lazos meramente políticos*.

    Así pues, si España no existía, según Prat, o era tan irrisoriamente inepta y ruin como decía creer Arana, la misión que ambos se atribuían debía haber resultado muy fácil. Y difícil, en cambio, explicar dónde había estado durante siglos Cataluña, o cómo se había producido la supuesta sumisión de los vascos. Pero estas dificultades nunca les preocuparon. Como fuere, el halago exaltado a un grupo social, combinado con el señalamiento de un enemigo culpable de todos los males, sugestiona fácilmente a mucha gente, si se insiste en ello con tenacidad *. Y así fue.

    A estas campañas ayudó de forma decisiva el “desastre” del 98, como recordaba Cambó. Así fue posible que a los pocos años Prat exagerase: “Hoy ya, para muchos, España es sólo un nombre indicativo de una división geográfica”.
    ***
    Aun con estas semejanzas y nivel intelectual poco notable en ambos secesionismos, hay fuertes diferencias entre el programa de Prat y el de Arana. El primero anhelaba “más que la libertad para mi patria. Yo quisiera que Cataluña (…) comprendiera la gloria eterna que conquistará la nacionalidad que se ponga a la vanguardia del ejército de los pueblos oprimidos (…) Decidle que las naciones esclavas esperan, como la humanidad en otro tiempo, que venga el redentor que rompa sus cadenas. Haced que sea el genio de Cataluña el Mesías esperado de las naciones”. Y al mismo tiempo proclamaba una vocación imperialista, pues el imperialismo “es el período triunfal de un nacionalismo: del nacionalismo de un gran pueblo”. Cataluña debía convertirse en el elemento hegemónico de un imperio ibérico extendido desde Lisboa al Ródano, para luego “expandirse sobre las tierras bárbaras”. Un plan anacrónico y algo infantil que solo podría traer graves tensiones, incluso bélicas, con Portugal y con Francia. Aparte, ¿qué autoridad moral invocarían los nacionalistas catalanes, tras proclamarse tan radicalmente distintos, para dirigir al resto de los españoles? Prat invoca “sentimientos de hermandad”, lo cual lo lleva por otro camino a la “monstruosa bifurcación” de la conciencia catalana que él quería eliminar. Por otra parte, ¿y si el resto de España rehusaba el liderazgo del nacionalismo catalán? Porque Cataluña no dejaba de ser una parte menor del país, y si veía al idioma común como extranjero renunciaba al principal cauce de influencia. Sólo quedaba, en última instancia, intentar liderar y liberar a los llamados “países catalanes”, Valencia y Baleares, muy poco entusiastas al respecto.

    Y a Arana, desde luego, ni se le ocurría pensar en los separatistas catalanes como vanguardia de los “pueblos oprimidos” o de cualquier otra cosa. Su plan, al revés del de Prat, propugnaba el autoencierro para el “pueblo más noble y más libre del mundo”. La mayor distinción de los vascos, sería, después de la raza, el vascuence, “broquel de nuestra raza, y contrafuerte de la religiosidad y moralidad de nuestro pueblo”, pues “donde se pierde el uso del Euzkera, se gana en inmoralidad”. Por eso, “Tanto están obligados los bizkaínos a hablar su lengua nacional como a no enseñársela a los maketos”. Nada, pues, de moralizar por vía lingüística a los maketos: “Muchos son los euzkerianos que no saben euzkera. Malo es esto. Son varios los maketos que lo hablan. Esto es peor”. “Si nuestros invasores aprendieran el euzkera, tendríamos que abandonar éste, archivando cuidadosamente su gramática y su diccionario, y dedicarnos a hablar el ruso, el noruego”. Etc.

    La lengua materna de Arana era el castellano. De ella renegó, aunque la escribiera con no mal estilo, pero no debió de llegar a dominar el vascuence, como indica su creación de la palabra Euzkadi para nombrar el espacio vasco. Según sus adeptos, “El anhelo de la raza más vieja de la tierra (…) se condensa maravillosamente en una sola palabra, la que no acertó a sacar durante cuarenta siglos nuestra raza del fondo de su alma, palabra mágica creada también por el genio inmortal de nuestro Maestro: ¡Euzkadi!”. El filólogo vasco Jon Juaristi califica el término de dislate, compuesto de “una absurda raíz euzko, extraída de euskera, euskal, etc., a la que Arana hace significar “vasco”, y del sufijo colectivizador -ti /-di, usado sólo para vegetales. Euzkadi se traduciría literalmente por algo parecido a bosque de euzkos, cualquier cosa que ello sea”. Ya Unamuno criticó la “grotesca y miserable ocurrencia” de un “menor de edad mental”, que equivaldría a cambiar la palabra España por “Españoleda, al modo de pereda, robleda…” *.

    Y lejos del imperio ibérico soñado por Prat, enseñaba Arana: “aborrecemos a España no solo por liberal, sino por cualquier lado que la miremos”, y por ello, “si la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo”**.

    Otra diferencia es que el nacionalismo vasco será siempre muy derechista, salvo pequeñas variedades, hasta que en los años 70 del siglo XX cobre fuerza la socialista ETA. En cambio al nacionalismo catalán, también de derechas al comienzo, le nacería pronto un sector más izquierdista, violento y radical. Con el tiempo, el catalanismo de derecha encontraría “en el patriotismo español la ampliación natural y complemento necesario del patriotismo catalán”*. Por el contrario, la izquierda acentuaba el talante separatista o al menos exclusivista. La doctrina de Prat daba al nacionalismo catalán su ambivalencia y vaivén entre la idea de hegemonizar una “Espanya gran” reducida a confederación presta a disolverse al menor pretexto, y un separatismo abierto de los llamados “països catalans”.

    También difería el estilo de las propagandas: bronco el de Arana, más solapado el de Prat, como él mismo advierte: “Evitábamos todavía usar abiertamente la nomenclatura propia, pero íbamos destruyendo las preocupaciones, los prejuicios y, con calculado oportunismo, insinuábamos en sueltos y artículos las nuevas doctrinas”. Prat y sus seguidores cultivaron un victimismo algo quejumbroso, con sentimientos de superioridad ultrajada y conmemoración sentimental de supuestas derrotas históricas. Los sabinianos, algo menos victimistas, invocaban nebulosas victorias bélicas o “glorias patrias” contra “el invasor español” y llamaba a renovar aquellas hazañas, aunque al mismo tiempo privaban a los vascos de otras glorias más tangibles, alcanzadas por ellos como españoles.

  4. #34
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    Predeterminado

    3ª y última parte del post:


    Las ideas de Prat y las de Arana sobre España y sobre sus respectivas regiones son el substrato permanente de ambos nacionalismos, aunque los años les hayan traído matices o aditamentos. Así, el racismo se volvió tan impopular después de la II Guerra Mundial, que ambos separatismos evitan abanderarlo, por más que sigue vivo bajo apariencias externas.
    Estos nacionalismos extendían al liberalismo su aversión: “antiespañol y antiliberal es lo que todo bizkaíno debe ser”, predicaba Arana, y el nacionalismo catalán fraguó en buena medida en círculos eclesiales que denunciaban el liberalismo: su derivación izquierdista, drásticamente antieclesiástica, tomó asimismo tintes antiliberales y antidemocráticos. Una raíz más o menos carlista en las Vascongadas como en Cataluña, derivó hacia el nacionalismo como forma de salvar lo salvable ante el triunfo liberal en el resto de España. Pero no debemos olvidar que el carlismo era muy españolista y defendía los fueros feudales como propios de España frente al centralismo traído de Francia. Y no hubo evolución nacionalista en Navarra, Álava y otras regiones y provincias donde el carlismo tenía profundas raíces.
    ***
    Las circunstancias propulsaron separatismos menores en Galicia y Andalucía, más insignificantes en Canarias y otros puntos. Un converso al Islam, Blas Infante, afirmó que los árabes habían dado a la nación andaluza una edad de oro, propugnó sustituir el alfabeto por el alifato o un “alfabeto andaluz”; inventó, como Arana, una bandera, que si en el vasco imitaba a la inglesa, en el andaluz a la omeya y almohade: “Sentimos llegar la hora suprema en que habrá de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España (…) Declarémonos separatistas de este Estado que conculca (…) los sagrados fueros de la Libertad (…) Avergoncémonos de haberlo sufrido”. Los políticos andaluces de la Transición, haciendo gala de su nivel intelectual y moral, nombraron a Infante “padre de la patria andaluza”.

    Vicente Risco, un orientador del nacionalismo gallego, propugnaba recobrar las “raíces célticas” víctimas de la romanización, tomar a la Atlántida por “símbolo de nuestra nacionalidad”, y “oponer al mediterraneísmo el atlantismo, fórmula de la Era futura”. “Nuestro destino futuro es crear e imponer esta civilización nuestra que ha de ser la civilización atlántica” frente a las “razas ya sin fuerza creadora”.

    Si hubiéramos de resumir brevemente la naturaleza de estos movimientos diríamos que trataban de transformar el ancestral sentimiento español en aversión u odio abierto a España, o a Castilla o a otras regiones, exaltando diferencias secundarias y victimismos, invocando unas razas imaginarias o descalificando todo lo que la España unida había significado a lo largo de la historia. Encontraron un terreno relativamente abonado en el “Desastre”, sobre todo moral, del 98, pero a pesar de que España solo existía como término geográfico, según Prat, o era un país “enteco y miserable”, según Arana, nunca lograron sus objetivos en los 120 años transcurridos, aunque sí provocar serias crisis políticas.

    Queda por ver cómo unas especulaciones tan ajenas a la realidad y a menudo risibles o absurdas en su formulación, pudieron ir calando lentamente entre bastantes personas.
    Una causa la expone el 13 de septiembre de 1923 La Voz de Guipúzcoa ante la virulenta agitación del PNV: “¿Qué otra cosa sino sonreír puede hacerse ante quienes se proclaman víctimas de la tiranía de un Estado que les consiente vejar el nombre de la patria u subvertir sus más fundamentales instituciones? (…) Pensamos en los payeses y en los caseros, en los hombres del agro y del taller a quienes se capta con apóstrofes, con sentimentalismos, con imprecaciones, con todo menos con argumentos. Y en este aspecto nos parece reprobable la pasividad gubernamental ante los energúmenos que dan mueras a España”. La pasividad oficial se basaba en la impresión de que aquellos energumenismos nada podrían finalmente contra la inercia de la historia real. Y en un vacío de ideas, pues, como veremos, surgió por entonces un “regeneracionismo españolista” poco menos disparatado que los separatismos. Al margen quedaba un tradicionalismo anacrónico que, si defendía lo mucho valioso que España había realizado en el pasado y criticaba, a veces agudamente, los nuevos movimientos, estaba acartonado en esquemas más o menos integristas, incapaz de presentar alternativas adecuadas a los nuevos tiempos.

    Cabe añadir que las ofensivas separatistas han resultado irrisorias cuando se les ha opuesto una acción enérgica, aunque solo fuera administrativa. En 1923, estuvieron los separatistas vascos, gallegos y catalanes estuvieron a punto de lanzarse a la “acción heroica” en concomitancia con el terrorismo ácrata, la rebelión de Abd el Krim y la extrema demagogia socialista. Fueron una de las causas de la caída de la Restauración y de la dictadura de Primo de Rivera, pero su heroísmo resultó muy limitado: el dictador apenas tuvo que aplicarse con ellos, que renunciaron enseguida a sus veleidades. En el verano de 1934 lanzaron una nueva ofensiva, esta contra la república, el PNV, la Esquerra, los socialistas y los republicanos de izquierda, que pareció culminar en guerra civil, y bastaron unos cuantos guardias de asalto para desinflar el globo. La conducta de los separatistas vascos y catalanes durante la guerra civil fue patética, ambos complotando a espaldas del Frente Popular con Roma, Berlín, Londres y París, y cometiendo mil traiciones a sus aliados. Durante el franquismo prácticamente desaparecieron, hasta la muy tardía aparición del TNV (Terrorismo Nacionalista Vasco) o ETA, de corte socialista y cuya especialidad fue el asesinato por la espalda. Recientemente, cuando Aznar ilegalizó a Herri Batasuna, también prometían los mayores desastres y la cosa quedó en nada. Mejor dicho, la ETA fue llevada “al borde del abismo”. Los referendums separatistas catalanes no han sido votados por casi nadie, y solo una pequeña minoría aprobó el nuevo estatuto. En realidad, bastaría que un gobierno enérgico advirtiera de la suspención constitucional de la autonomía para que la “terrible amenaza” se disolviera en gran medida. Pero ya ha explicado Norman Stamps en su célebre estudio sobre las causas del fracaso de algunas democracias, que ningún régimen constitucional ha caído por una acción enérgica de un ejecutivo fuerte, sino por la debilidad de gobiernos incapaces de actuar con efectividad. Y la causa de la caída de la Restauración se encuentra principalmente en que, como observa Cambó, “Nadie sentía respeto por un Gobierno que, evidentemente, no era respetable” “Los dos últimos gobiernos, el de Sánchez Guerra y el de García Prieto ya no eran una caricatura: eran un verdadero sarcasmo”. El peligro actual no está en los separatismos, sino en gobiernos como los citados, que parecen volver, y en la falta o insuficiencia de respuesta en el terreno de las ideas y del análisis histórico.

    Nota: Las citas de Prat de la Riba proceden de su opúsculo La nacionalidad catalana. Las de Arana son fácilmente encontrables en el resumen Páginas de Sabino Arana, fundador del nacionalismo vasco, Madrid, 1998, seleccionadas por Adolfo Careaga, que también selecciona otras de De su alma y de su pluma, por el ferviente nacionalista Manuel de Eguileor. La cita sobre la no catolicidad de España procede de las Obras Completas del prócer, tomo III, p. 2.009. He recogido las de Blas Infante y Vicente Risco en Una historia chocante, pp. 179 y ss.
    ________________________________________
    * F. Cambó, Memorias, Madrid, 1987, p. 41
    ** J. Juaristi, El bucle melancólico, Madrid, 1998, p. 52
    ** Cambó, Memorias, p. 38
    * Desatención continuada, pese ha ser hoy el separatismo un problema de primer orden en España. Baste señalar que el primer estudio sobre ambos nacionalismos en conjunto y relacionado con la evolución histórica de España en el siglo XX, ha sido el mío, de 2004 Una historia chocante
    * Cambó, p. 41
    * En La raza catalana. El núcleo doctrinal del catalanismo, Francisco Caja, Madrid 2009. pp.85 y ss.
    * El ejemplo más característico es quizá el del nazismo.
    * J. Juaristi, El bucle, p. 154. M. de Unamuno, en rev. Nuevo mundo, 1-III-1918 y Ahora, 9-10-1933, ambas de Madrid.
    * Citado en Arrarás, Historia de la Segunda República, II, p. 435

  5. #35
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    Acabado el artículo dividido en 3 partes, el asunto queda en que, si la capital de España fuese Barcelona en vez de Madrid, no habría problema de separatismo catalán, porque lo que buscan los nacionalistas catalanes sobre todo es mangonear al resto de España como si fuera su colonia. Con el separatismo vasco sería diferente, porque ellos odian España y no la quieren ni en pintura. Pero... ¿son tantos los nacionalistas como para imponerse?. La verdad es que son muy pocos...étnicamente. Si miramos en las estadísticas de la página web del Instituto Nacional de Estadística, vemos que, entre los nacidos en la provincia de Barcelona, el primer apellido catalán ocupa el ¡¡21º puesto!! (los 5 primeros son los catalanísimos apellidos García, Martínez, López, Sánchez, Fernandez...). Ese primer apellido catalán sube en la pequeñas provincias de Gerona y Lérida, y vuelve a bajar en Tarragona. Respecto a las provincias vascas, ¿cuál es el apellido más frecuente?. Sí, García (estoy mirando en la provincia más vasca de todas, Guipúzcoa). Sigue a García, González, Fernández, Rodriguez, Perez... Hasta el puesto 11º no nos encontramos con Larrañaga, que será el 17º en Álava con Aguirre (como Espe), o el 20º en Vizcaya con Uriarte. Entonces, tanto la raza vasca como la catalana (¿?) si existieran, estarían muy poco representados. Por otro lado, encontramos por toda España esos apellidos que tuvieron su origen en esas regiones, pero que se han extendido por todo el país, como es normal. Pero, sin embargo, hay un hecho y es que el nacionalismo separatista político está ganando la batalla ideológica, con o sin apellidos autóctonos, y ese es un problema no tanto de las regiones secesionistas sino del resto de España que nunca ha querido mirar ese problema como creyendo que eran cosas de mentes infantiles... pero que han contagiado incluso a gente que no es nacida allí, y que ha abrazado esa ideología que incluso los excluye a ellos (solo había que ver el desprecio de los catalanistas hacia el anterior presidente catalán Montilla, un charnegazo de Córdoba, que ni sabía expresarse en catalán ni en español, pero más nacionalista que nadie)

  6. #36
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    Muchas gracias Rusko por tu valiosa e instructiva aportación, pues ahorra muchas horas de lectura al respecto del nacimiento de cataluña y el pais Vasco. Entonces podríamos concluir de tu exposición, que esas dos aludidas regiones fueron siempre parte de España, es decir, estaban integrados y que nunca fueron independientes. Y, que "el lenguaje propio" que tienen son lenguas que no se hablan mucho en la practica. Mas que todo según te entiendo hay razones políticas para fomentar esa ilusión de países. Saludos,

  7. #37
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    MURCIA
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    España entera,es un conjunto de reinos y nacionalidades.No es hasta los Reyes Catolicos
    que comienza a hablarse de Unidad.La palabra español,no nace hasta el siglo XV o XVl y
    parece ser venida de Italia.Hemos sido colonia fenicia,griega,cartaginesa y mas tarde provincia de Roma.Un hispano del imperio de los cesares,se sentia eso:!miembro del Imperio!.El elemento germano,el godo,creo dos derechos:Uno para ellos,la etnia dominante
    y otro para el hispani y el nativo.Por ley,se prohibian los matrimonios mixtos.No fue hasta
    el lll Concilio de Toledo,!y porque los godos se rindieron a la evidencia de que serian absorvidos y era mejor continuar en la cuspide!,que se crea una sola religion y oficialmente
    se permiten los matrimonion entre etnias.!Oficialmente,el Arrianismo no existia!
    LLegada la Edad Media,hay que esperar hasta Fernando lll para que se realice la union de
    Castilla y Leon.Sera el inicio de la Unidad.Bien es cierto,que los Austrias,legislan y reinan
    sobre distintos territorios de usos y costumbres a los cuales respetan.Sera con la llegada
    del primer Borbon,en los inicios del siglo XVlll cuando exista legislacion comun.Otra cosa,es el comportamiento de Felipe llll
    Hoy...¿Existe en verdad espiritu separatista en Cataluña?:!En el fondo creo que no!.Son
    las actitudes intransigentes,las que pueden guiar su pensamiento a ello

  8. #38
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    Cita Iniciado por Juan Antonio Hinojosa Ver Mensaje
    España entera,es un conjunto de reinos y nacionalidades.No es hasta los Reyes Catolicos
    que comienza a hablarse de Unidad.La palabra español,no nace hasta el siglo XV o XVl y
    parece ser venida de Italia.Hemos sido colonia fenicia,griega,cartaginesa y mas tarde provincia de Roma.Un hispano del imperio de los cesares,se sentia eso:!miembro del Imperio!.El elemento germano,el godo,creo dos derechos:Uno para ellos,la etnia dominante
    y otro para el hispani y el nativo.Por ley,se prohibian los matrimonios mixtos.No fue hasta
    el lll Concilio de Toledo,!y porque los godos se rindieron a la evidencia de que serian absorvidos y era mejor continuar en la cuspide!,que se crea una sola religion y oficialmente
    se permiten los matrimonion entre etnias.!Oficialmente,el Arrianismo no existia!
    LLegada la Edad Media,hay que esperar hasta Fernando lll para que se realice la union de
    Castilla y Leon.Sera el inicio de la Unidad.Bien es cierto,que los Austrias,legislan y reinan
    sobre distintos territorios de usos y costumbres a los cuales respetan.Sera con la llegada
    del primer Borbon,en los inicios del siglo XVlll cuando exista legislacion comun.Otra cosa,es el comportamiento de Felipe llll
    Hoy...¿Existe en verdad espiritu separatista en Cataluña?:!En el fondo creo que no!.Son
    las actitudes intransigentes,las que pueden guiar su pensamiento a ello
    Hola Juan Antonio. Dices que los Borbones llegaron en el siglo XVIII por lo tanto ¿No son descendientes de los reyes catolicos catalina y Felipe de Castilla y Aragon? ¿Son otra dinastía? Talves es algo demasiado obvio e ignorante la pregunta, pero estoy tratando de armar ese rompecabezas que es la historia de España. No me la enseñaron en la escuela mucho que se diga. Saludos.

  9. #39
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    Cita Iniciado por JoseAntonio1 Ver Mensaje
    Hola Juan Antonio. Dices que los Borbones llegaron en el siglo XVIII por lo tanto ¿No son descendientes de los reyes catolicos catalina y Felipe de Castilla y Aragon? ¿Son otra dinastía? Talves es algo demasiado obvio e ignorante la pregunta, pero estoy tratando de armar ese rompecabezas que es la historia de España. No me la enseñaron en la escuela mucho que se diga. Saludos.
    Pertenecen a la Casa de Trastámara, de origen castellano. Con Carlos I, hijo de Juana La Loca y Felipe El Hermoso se inicia el reinado de los austrias. La dinastía de los borbones comienza con Felipe V.

    Un saludo

  10. #40
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    Bien explicado lo de arriba por eenriquee.

    Seria entretenido y bien leído por muchos latinoamericanos, creo Yo, un hilo que cubra la historia de España, diseñado para extranjeros, desde la pre historia pasando por la época de Colon, luego la guerra civil y por ultimo la llegada del presente Rey, en una forma breve sin profundisar demasiado detalle, para personas que quisieran darse una idea de la historia de España a manera de lectura ligera. Talves en unas dos semanas máximo se podría lograr cubrir todo. Lo lanzo eso como una idea de hilo para alguien a quien le pudiera interesar dar un breve curso de historia para extranjeros. Mucha gente lee aunque no contribuyen y a los mejor les interesaría ese hilo.

    Si a usted le interesaría que tuvieramos ese breve hilo sobre la historia de España, postee aqui "matriculandose" para ver mas o menos cuanta personas lo leerían y a lo mejor así se anima a alguno(s) de los foreros españoles para que lo conduzcan. Saludos,

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