El interesante prefacio escrito por el Dr. Amit Goswami, un reconocido físico cuántico profesor universitario e investigador, aunque yo eliminaría "religión"(simples dogmas basados en supersticiones) y la reemplazaria por "filosofía no materialista" (basada en pensamiento tendiente a la racionalidad pura):


"La separación institucional entre ciencia y espiritualidad se inicio en Occidente en el siglo XVII, cuando el filósofo René Descartes dividió la realidad en mente (el dominio de la religión) y materia (el dominio de la ciencia). En los siglos XVIII y XIX, esta división se extendió por Asia a través del dominio británico. Pero en el siglo XX, el paradigma separatista de la ciencia, desarrollado más en profundidad por Newton y otros, dio paso a un nuevo paradigma, la física cuántica. Esta nueva interpretación ha abierto una ventana en la pared fronteriza que separa ciencia y espiritualidad. El presente libro es una de las primeras exploraciones a través de esta prometedora ventana.

La palabra <<cuántica>> hace referencia a una cantidad discreta y, con razón, evoca imágenes de objetos diminutos de tamaño microscópico. De hecho, la física cuántica empezó a partir del estudio de los fenómenos submicroscopicos. Pero después de casi un siglo de utilizarla para ahondar en el misterio de la materia, se hace evidente que la física cuántica, por si misma, no está completa; para completarla se hace necesaria la presencia del observador, de la conciencia. La lógica dicta, como he demostrado, que esta conciencia, necesaria para cerrar el círculo de la física cuántica, es la misma conciencia que hablan místicos de todo el mundo y a lo largo de toda la historia escrita. No puede ser casualidad.

Se abre así la ventana del visionario, La oportunidad de invitar a ese concepto de que la conciencia es la base de toda la existencia, a entrar en la ciencia y de reconocerlo como el fundamento metafísico de un nuevo paradigma de la ciencia:
una ciencia dentro de la conciencia.

Durante muchas décadas, los materialistas han intentado subyugar el territorio espiritual, explicar la espiritualidad como; un epifenómeno emergente de materia e interacciones materiales. Como resultado de ello, los filósofos espirituales, sobre todo en Occidente, se han puesto a la defensiva. Su defensa ha consistido, en parte, en delimitar territorios: La ciencia se aplica a los aspectos <<inferiores>> de la realidad, al comportamiento de la materia, la vida y la mente; las filosofías y las religiones espirituales se aplican a los aspectos <<superiores de la realidad. Esta <<tregua>> cartesiana, sin embargo, ha sobrevivido a su utilidad y refleja una inseguridad innecesaria.

Esta misma sabiduría defensiva intentaba mantener la división entre ciencia y espiritualidad afirmando que la ciencia cambia y que, por lo tanto, no puede confiarse en ella como camino hacia el espíritu eterno. Coincido en que el espíritu es eterno y en que la ciencia debe estar basada en la ver dad existente dentro del espíritu eterno. Pero dentro de este espíritu eterno está la cuestión de la cosmología y su evolución, que las mismas tradiciones espirituales intentan constantemente descifrar. Es ahí donde la ciencia puede convertirse en un colaborador muy valioso.

El triunfo del paradigma separatista newtoniano baso su éxito en explicar el cosmos sin Dios, sin conciencia. . . o eso parecía. Pero las paradojas siguieron surgiendo, así como los datos anómalos, no solo en la Física cuántica, sino también en la biología y la psicología. Es un hecho demostrado que la biología newtoniana no puede explicar la vida, ni la salud, ni la cognición.

La nueva ciencia que tiene en cuenta la conciencia reconoce el papel de esta en la cosmología en la evolución del cosmos, incluyendo la evolución biológica. Es lo que me comprometo a demostrar. No sorprende entonces que la nueva cosmología esté en consonancia con la antigua visión de las tradiciones espirituales, que ayuda a construirla. Y de un modo tranquilizador, el actual paradigma newtoniano de la ciencia sigue siendo válido dentro de su propio campo establecido de aplicación.

Este libro no versa solo sobre la contribución de las tradiciones espirituales a la construcción de una nueva ciencia integradora; en la última parte del libro, explico que la nueva ciencia puede pagar la deuda que tiene contraída con nosotros ayudándonos a comprender la eficacia de las prácticas espirituales. Este toma y daca entre ciencia y espiritualidad aplica en todo momento, tal y como deberá ser para las dos iniciativas más amplias de la humanidad.

La cartografía del espacio interior que ofrezco es completa y satisfactoria y está en consonancia con todas las tradiciones espirituales del mundo. Sin embargo, a efectos de explicar este mapa, he utilizado muchos conceptos y términos orientales (en su mayoría en sánscrito) por el simple hecho de que la terminología oriental es muy precisa en este terreno.

En The Self-Aware Universe argumentaba, espero que de forma convincente, que la conciencia es la base de todo ser y que esta metafísica es la más global y apropiada para la ciencia del presente y del futuro.

En el presente libro demuestro como opera la nueva metafísica a partir de lo que Ken Wilber y otros denominan la gran cadena del ser: de la ausencia de vida a la vida, de esta a los seres con mente, de estos al alma, y de esta al espíritu. A partir de tal reflexión de la cosmología científica y con las ideas innovadoras desarrolladas en este libro sobre las metodologías de la ciencia y las tradiciones espirituales, demuestro a continuación que la integración de ciencia y espiritualidad es hoy un hecho consumado.

En este sentido, si The Self Aware Universe podría compararse con los descubrimientos de Newton que iniciaron la ciencia moderna, La ventana del visionario podría compararse con los posteriores avances llevados a cabo por Maxwell y Einstein que completaron el punto de vista general de la física clásica.

Tal vez el mayor reto de vivir en el mundo actual sea el de la compartimentación, divididos como estamos entre dos visiones del mundo en competencia: la una la creación racionalizada y atea de la vieja ciencia separatista newtoniana, y la otra el conocimiento espiritual que reverbera permanentemente en nuestros corazones. Te ofrezco este libro a ti, mi querido lector, como una gula para la práctica del yoga cuántico. <<Yoga>> significa enyugar, es decir, unir o agregar. Cuando agregue e integre lo cuántico en la visión del mundo newtoniana, tendrá no solo una visión nueva y más completa del mundo, sino que además habrá integrado su corazón espiritual con su cabeza científica. "


Tomado del libro "La Ventana del Visionario" Amit Goswami.