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Tema: La Santa Misa

  1. #11
    Fecha de Ingreso
    14-octubre-2014
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    Predeterminado

    Cita Iniciado por Elohim00 Ver Mensaje
    Con tanto fundamento biblico que apoya la Misa católica,
    es increible y da risa escuchar, a los hermanos protestantes y sectarios
    decir que la misa no es biblica.
    Bendito sea Dios, por los que creen, . . y por los que no creen.

  2. #12
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    14-octubre-2014
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    PARA MIS HERMANOS CATÓLICOS


    1.- IR Y OIR LA SANTA MISA

    Es el acto más grande, más sublime y más santo, que se celebra todos los días en la tierra. Nada hay más sublime en el mundo que Jesucristo, y nada más sublime en Jesucristo que su Santo Sacrificio en la Cruz, actualizado en cada Misa, puesto que la Santa Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz.
    Misa, Cena y Cruz son un mismo sacrificio. Con razón decía San Bernardo: "Más merece el que devotamente oye una Misa en gracia de Dios, que si diera todos sus bienes para sustento de los pobres".

    "Oir una Misa en vida o dar una limosna para que se celebre, aprovecha más que dejarla para después de la muerte." (San Anselmo)

    "Más aprovecha para la remisión de la culpa y de la pena, es decir, para la remisión de los pecados, oir una Misa que todas las oraciones del mundo" (Eugenio III Papa)

    Con la Misa se tributa a Dios más honor, que el que pueden tributarle todos los Ángeles y Santos del cielo. Puesto que el de éstos, es un honor de criaturas, mas en la Misa se le ofrece su mismo Hijo Jesucristo, que le tributa un Honor Infinito. (San Alfonso Mª Ligorio).

    Con la asistencia a la Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor Jesucristo. Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de Ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

    A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que hayas oído durante tu vida. Cada Misa que oíste, te acompañará al Tribunal Divino, y abogará para que alcances el Perdón.

    Con cada Misa, puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el Fervor con que la oigas.

    Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.

    Santa Teresa suplicaba un día al Señor, le indicara cómo podría pagarle todas las mercedes que le había dispensado y ÉL le contestó "oyendo una Misa".

    "Todas las buenas obras del mundo reunidas, no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras que la Misa es obra de Dios.

    En la Misa, es el mismo Jesucristo Dios y Hombre Verdadero el que se ofrece al Padre para remisión de los pecados de todos los hombres y al mismo tiempo le rinde un Honor Infinito". (El Santo Cura de Ars)

    El calvario fue el primer Altar, el Altar verdadero, después todo el Altar se convierte en Calvario.

    No hay en el mundo lengua con que poder expresar la grandeza y el valor de la Santa Misa. Si la verdad es que Cristo se ofrece al Padre Eterno todos los días en la Santa Misa por la salvación de los hombres, por la salvación de todo el mundo ¿vamos a dejarlo sólo?.

    Busquemos la media hora diaria para unirnos a Jesús en la Santa Misa, para adorar al Padre y darle el honor que se merece, para darle gracias por tantos favores recibidos, para aplacar su ira irritada por tantos pecados y darle plena satisfacción por ellos e implorar gracia y misericordia para todos los hombres del mundo, en fin, para agrandar el Cielo y hacer más Gloriosa la Pasión de Cristo.
    A tí, que tanto te gusta hacer el bien, ¿ vas a dejar pasar diariamente la ocasión de unirte a la obra más grande que se realiza en la Tierra por el mismo Cristo?

    Lee, piensa y medita muchas veces esta INVITACIÓN del Señor; y ten presente, siempre que..."AMOR CON AMOR SE PAGA".

    Que Dios te bendiga y premie tu generosidad.

    *

    *

  3. #13
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    PARA CATOLICOS

    VISITAR A JESUS SACRAMENTADO

    1) He de visitar a Jesús, mi Salvador, porque está presente en el Santísimo Sacramento, como mi Dios y Señor, y por lo tanto le debo adoración y homenaje de sumisión.

    2) He de visitar a menudo a Jesús, mi Salvador, porque el Corazón de Jesús que por mi fue traspasado en la cruz, late en el altar y desea que le ame.

    3) He de visitar a Jesús, mi Salvador en el Santísimo Sacramento, porque de esta manera doy la mayor alegría a María, mi queridísima Madre, a San José y a todos los ángeles y santos del cielo, que sin cesar adoran a Jesús Sacramentado.

    4) He de visitar frecuentemente a Jesús. Mi Salvador en el Santísimo Sacramento, porque es un acto meritorio y una profesión pública de mi fe.

    5) He de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado, mi Salvador, porque el Señor ha reservado gracias especiales para los que le visitan. En el altar el Señor es puro amor, y distribuye sus gracias a manos llenas a los que le visitan.

    6) He de visitar frecuentemente a Jesús en el Santísimo Sacramento, porque de este modo puedo resarcir las injurias del género humano, especialmente los sacrilegios, y la frialdad de tantos cristianos.

    7) He de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado, mi Salvador, porque allí Jesús, me enseña la humildad, la obediencia, el amor, en una palabra: el espíritu de sacrificio, que tanto nos falta para el fiel cumplimiento de nuestros deberes de estado.

    8) He de visitar a menudo a Jesús Sacramentado, porque de este modo puedo ayudar a las pobres almas del purgatorio.
    *
    9) He de visitar a menudo a Jesús Sacramentado, porque Dios es el mejor pagador, que remunera cada sacrificio que por El hacemos.

    10) He de visitar a Jesús en el Santísimo Sacramento del altar, porque de este modo me preparo mejor para mi adoración que he de dar a Dios por toda la eternidad en el cielo.

  4. #14
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    PARA MIS HERMANOS CATÓLICOS

    San Leonardo de Porto-Mauricio
    (1676-1751)
    *
    EL TESORO ESCONDIDO
    DE LA SANTA MISA
    *
    LECTOR
    *
    San Leonardo de Porto-Mauricio, nacido en 1676, ingresa en la Orden Franciscana en 1697 y al año siguiente hace la profesión religiosa. Durante algún tiempo regenta la Cátedra de Filosofía, pero, tiene que abandonarla por falta de salud. Para recuperarla lo envían a Nápoles, y luego a Porto-Mauricio. Pero lo que no logran el cambio de aires ni la medicina, se lo consigue la Santísima Virgen. Después de cinco años de penosa enfermedad con continuos vómitos de sangre, sanó milagrosamente al prometer a la Santísima Virgen consagrar su vida a la conversión de los pecadores, ministerio que cumplió infatigablemente durante casi medio siglo. Fruto de su espíritu apostólico son sus numerosos sermones, cartas de dirección y opúsculos de piedad, entre los cuales, uno de los más importantes es este que hoy tienes en tus manos.
    *
    En sus misiones Dios le ayudaba con numerosos milagros consiguiendo un éxito arrollador: en San Germán, las campanas tocan por si solas anunciando su llegada; el granizo asola las cosechas de un pueblo que se niega a recibirle...
    *
    Raros, rarísimos son los reacios a su llamamiento, aun en circunstancias en que la prudencia humana prevé imposible la victoria, como sucede en Gaeta y Liorna donde un escandaloso baile de máscaras acaba en procesión penitencial.
    *
    Mas el secreto de su éxito no estriba en su elocuencia sino en su santidad: en su Misa diaria celebrada cada vez con mayor fervor: en la sangre redentora de Cristo que ofrece diariamente al Padre por la conversión de los pecadores.
    *
    ¡Ojala con la lectura de este libro Dios ilumine nuestras almas para que aprendamos a aprovecharnos de este inapreciable Tesoro Escondido!
    *
    INTRODUCCIÓN
    *
    He aquí, amado lector, una verdadera joya que te ofrece un santo, para enseñarte el camino de la más alta santidad. Le llama "Tesoro Escondido", porque ciertamente eso es la Santa Misa: el mayor de los tesoros que tenemos los cristianos en este mundo: escondido a nuestros ojos y que solamente con la fe lo podemos descubrir.
    *
    1) ¿Qué es la Misa?
    *
    — La misa es el mismo sacrificio ofrecido en el ara de la Cruz por Jesucristo para la salvación de todos los hombres.
    *
    “Creemos que la Misa celebrada por el sacerdote, representante de la persona de Cristo, en virtud del poder recibido por el sacramento del Orden, y ofrecido por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo Místico, es el sacrificio del Calvario, hecho presente sacramentalmente en nuestros altares" (Credo del Pueblo de Dios).
    La Misa no es una imagen o representación del sacrificio del Calvario, sino que es la actualización del mismo sacrificio del Calvario; así como la Eucaristía no es una imagen o representación de Jesucristo, sino que es el mismo Jesucristo vivo y glorioso escondido en el Sacramento.

  5. #15
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    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA.
    parte II

    El sacrificio de Jesucristo en la Cruz se reproduce ahora diariamente en la Santa Misa, sin que entre uno y otro haya diferencia alguna más que en el modo de ofrecerse: en la Cruz sufrió Jesucristo y ahora permanece impasible y glorioso. En la Cruz Jesucristo mereció por nosotros todas las gracias; y en la Misa nos aplica y distribuye todo ese tesoro de gracias.
    *
    "Hay que afirmar una vez más que el sacrificio Eucarístico consiste esencialmente en la inmolación incruenta de la Víctima divina, inmolación que es místicamente manifestada por la separación de las sagradas especies y por la oblación de las mismas hecha al Eterno Padre" (Pío XII, enc. Mediator Dei n. 114).
    *
    Misterio de fe: Con razón decimos que la Santa Misa es "Misterio de fe", porque en ella todo permanece oculto y misterioso: en primer lugar está el oferente, que puede ser un sacerdote santo o pecador; pero tanto si es un santo como si es un pecador, quien actúa en el momento de la consagración es el mismo Cristo, diciendo: "ESTO ES MI CUERPO... ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE..." Porque en aquel momento es el mismo Cristo quien habla y se ofrece al Padre por el ministerio del sacerdote.
    *
    En segundo lugar está la Víctima, que permanece aún más oculta y misteriosa. El sacerdote consagra pan y vino, y sabemos por la fe que en el momento de la consagración desaparece el pan y el vino y en su lugar aparece Jesucristo. Sin embargo, nuestros ojos siguen viendo allí el pan y el vino que ya no existen, y no podemos ver a Jesucristo.
    *
    ¿Por qué no podemos ver a Jesucristo?
    *
    — Porque Jesucristo quiere que se le crea y nos fiemos de El aunque no lo comprendamos.
    *
    Jesús dijo: "Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo. Quien comiere de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo le daré es mi carne, para la vida del mundo.
    *
    Comenzaron entonces los judíos a altercar unos con otros, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
    *
    Jesús, empero, les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día, porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él" (Jn. 6,51-56).
    *
    Y lo que prometió lo cumplió en la Ultima Cena, cuando tomando Jesús el pan, después de bendecirlo lo partió, dio gracias y dándoselo a los discípulos, dijo: "Tomad y comed: esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros” *(Mt. 26,26; Lc. 22,19; 1 Cor. 11,24).
    *
    No podemos ver a Jesucristo en la Santa Hostia consagrada; pero lo creemos porque El lo dijo; y creyéndolo somos más dichosos que si lo viéramos, como El mismo dijo a Tomás: "Tú has creído porque has visto; bienaventurados los que sin haber visto creyeren" (Jn. 20,29).

  6. #16
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    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    parte III

    2) * *¿Qué vale la Misa?
    *
    Dice Bossuet: "Nada hay más sublime en el mundo que Jesucristo, y nada más sublime en Jesucristo que su sacrificio".
    *
    Y siendo la Misa ese mismísimo Sacrificio de Cristo, se sigue que ella es lo más grande que tiene la Iglesia Católica.
    *
    Es de un valor infinito, de un valor de Dios, de un valor único.
    *
    Sea dicha por el Papa o por un sacerdote, por un santo o por un pecador, concelebrada o no concelebrada, etc., su valor no cambia.
    *
    No se puede comparar.
    *
    Oigamos a San Alfonso M.a de Ligorio:
    *
    —"Dios no puede hacer que haya obra más grande, ni más sacro-santa que la celebración de una Misa" (Selva P. I, c. 7).
    *
    —"La Misa es la acción más santa y más agradable a Dios que se puede llevar a cabo, tanto en razón de la víctima ofrecida, que es Jesucristo, víctima de dignidad infinita, cuanto en razón del primer oferente, que es el mismo Jesucristo, que se ofrece por manos del sacerdote" (Selva P. 2, c. l).
    *
    —"Todos los sacrificios de la Antigua Ley, con los que tan honrado fue Dios, no eran sino sombra y figura del Sacrificio de nuestros altares. Cuantos honores han tributado y tributarán a Dios todos los ángeles con sus homenajes y todos los hombres con sus obras, penitencias y martirios, nunca pudieron ni podrán jamás tributar a Dios tanta gloria como la que le tributa una sola Misa; porque todos los honores de las criaturas son finitos, al paso que el honor que Dios recibe por medio de la Misa es un honor infinito, porque en ella se le ofrece una víctima de valor infinito" (Misa Atrop. P. I. c. I.).
    *
    "¿Cuál es el valor de todos los hombres en comparación con Jesucristo? ¿Qué somos todos los hombres ante Dios sino un poco de polvo?
    *
    Por eso el sacerdote que celebra una Misa, sacrificando a Jesucristo, tributa a Dios honra infinitamente mayor que la que todos los hombres le pudieran tributar muriendo por El, con el sacrificio de sus vidas" (Selva, P. I. c. I.).
    *
    Por eso no deben extrañarnos estas afirmaciones de algunos santos:
    *
    San Bernardo: "El que oye devotamente la Santa Misa, merece más que si se sacrificara haciendo una costosa peregrinación a Jerusalén y a todos los santos lugares y diese todos sus bienes a los pobres".
    *
    San Alberto Magno: "El que celebra o asiste a la Santa Misa y reflexiona sobre su valor infinito, y hace formal intención de dar con ella toda la gloria posible a Dios, merece más que si ayunara a pan y agua todo un año y que si se azotara hasta derramar toda la sangre de sus venas, o rezara trescientas veces el Salterio entero".
    *
    Siendo la Misa como es de valor infinito, bastaría una sola para reparar, con gran sobreabundancia, todos los pecados del mundo y liberar de sus penas a todas las almas del purgatorio. Sin embargo, este efecto infinito no se nos aplica en toda su plenitud, sino en grado limitado y finito, según las disposiciones de nuestra alma. Está claro que no gana igual el que oye la Misa con tibieza y poca devoción que el que la oye con gran fervor y extraordinaria devoción.
    No obstante, aun independientemente de nuestras disposiciones, la Misa como los demás Sacramentos, confieren la gracia ex opere operato, esto es, por su propia virtud intrínseca independientemente de las disposiciones del sujeto, con tal, naturalmente, que no ponga obstáculos a la gracia (cf. D 849-50).
    *
    Es de fe que el valor de una Misa es infinito; pero ese valor no se nos aplica a nosotros en su totalidad sino en cierta medida según nuestras disposiciones.
    *
    El mérito sobrenatural se valora, ante todo, por la virtud de la caridad. La intensidad del amor de Dios con que se realiza una acción determina el grado de su mérito.
    *
    Pero hay dos clases de mérito el de condigno, que se funda en razones de justicia, y el de congruo, que no se funda en razones de justicia ni tampoco en pura gratitud, sino en la liberalidad del que recompensa. Por tanto, dos acciones hechas con la misma intención y el mismo grado de caridad, aunque en justicia pueda parecer que deba corresponderías el mismo mérito, en la práctica podrá haber un mérito muy desigual, porque congruamente Dios haya querido recompensarla más.
    *
    Por eso, por la Misa, porque en ella se ofrece la Víctima más agradable a Dios, es por donde Dios nos concede mayores gracias.
    *
    ¡Ojalá todos sepamos aprovecharlas!
    *

  7. #17
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    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    parte IV

    *
    CAPITULO I
    *
    EXCELENCIA, NECESIDAD Y UTILIDADES
    DE LA SANTA MISA
    *
    Antes de principiar te diré que este Santo Sacrificio se llama Misa, esto es, enviada, porque representa la legación que media entre Dios y el hombre; pues Dios envía a su
    Hijo al altar, y de aquí la Iglesia le envía a su Eterno Padre para que interceda por los pecadores.
    (San Buenaventura, In exp. Miss.)
    *
    1. Mucha paciencia se necesita para tolerar el contagioso lenguaje de algunos libertinos que con frecuencia se atreven a difundir proposiciones escandalosas, que tienen sabor de muy pronunciado ateísmo, y son un veneno para la piedad cristiana.
    *
    "Una Misa más o menos, dicen, poco importa".
    *
    "Ya no es tan poca cosa oír Misa los días de obligación".
    *
    "La Misa de tal sacerdote es una Misa de Semana Santa: y cuando lo veo acercarse al altar escapo de la Iglesia".
    *
    Los que así se expresan dan bien a entender que en poco, mejor dicho, que en nada aprecian el adorable sacrificio de la Misa. ¿Sabes, querido lector, lo que es en realidad la Santa Misa? Es el sol del mundo cristiano, el alma de la fe, el centro de la Religión Católica, hacia el cual convergen todos los ritos, todas las ceremonias y todos los Sacramentos; en una palabra, es el compendio de todo lo bueno, de todo lo bello que hay en la Iglesia de Dios. Medita, pues, atentamente, piadoso lector, lo que voy a decirte en estas páginas para tu instrucción.
    *
    Excelencia del Santo Sacrificio de la Misa
    *
    2. Es una verdad incontestable, que todas las religiones que existieron desde el principio del mundo establecieron algún sacrificio que constituyó la parte esencial del culto debido a Dios: empero, como sus leyes eran o viciosas o imperfectas, también los sacrificios que prescribían participaban de sus vicios o de sus imperfecciones. Nada más vano que los sacrificios de los idólatras, y por consiguiente no hay necesidad de mencionarlos. En cuanto a los de los hebreos, aun cuando profesaban entonces la verdadera Religión, eran también pobres e imperfectos, pues sólo consistían en figuras: Infirma et egena elementa, según expresión del Apóstol San Pablo, porque no podían borrar los pecados ni conferir la gracia divina.
    *
    El sacrificio, pues, que poseemos en nuestra Santa Religión es el de la Santa Misa, el único sacrificio santo y de todo punto perfecto. Por medio de él todos los fieles pueden honrar dignamente a Dios, reconociendo su dominio soberano sobre nosotros, y protestando al mismo tiempo su propia nada. Por esta razón el santo rey David le llama Sacrificium justitiae, sacrificio de justicia, no sólo porque contiene al Justo por excelencia y al Santo de los Santos, o mejor dicho, a la Justicia y Santidad por esencia, sino porque santifica las almas por la infusión de la gracia y por la abundancia de dones celestiales que les comunica. Siendo, pues, este augusto Sacrificio el más venerable y excelente de todos, y a fin de que te formes la sublime idea que debes tener de un tesoro tan precioso, vamos a explicar sucintamente algunas de sus divinas excelencias, porque para explicarlas todas se necesitaba otra inteligencia superior a la nuestra.

  8. #18
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    Predeterminado

    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    parte V

    1. *El sacrificio de la Misa es igual al de la Cruz
    *
    3. La principal excelencia del santo sacrificio de la Misa es que debe ser considerado como esencial y absolutamente el mismo que se ofreció sobre la cruz en la cima del Calvario, con esta sola diferencia: que el sacrificio de la cruz fue sangriento, y no se ofreció más que una vez, satisfaciendo plenamente el Hijo de Dios, con esta única oblación, por todos los pecados del mundo; mientras que el sacrificio del altar es un sacrificio incruento, que puede ser renovado infinitas veces, y que fue instituido para aplicar a cada uno en particular el precio universal que Jesucristo pagó sobre el Calvario por el rescate de todo el mundo. De esta manera, el sacrificio sangriento fue el medio de nuestra redención, y el sacrificio incruento nos da su posesión: el primero nos franquea el inagotable tesoro de los méritos infinitos de nuestro divino Salvador; el segundo nos facilita el uso de ellos poniéndolos en nuestras manos. La Misa, pues, no es una simple representación o la memoria únicamente de la Pasión y muerte del Redentor, sino la reproducción real y verdadera del sacrificio que se hizo en el Calvario; y así con toda verdad puede decirse que nuestro divino Salvador, en cada Misa que se celebra, renueva místicamente su muerte sin morir en realidad, pues está en ella vivo y al mismo tiempo sacrificado e inmolado: "Vidi (...) agnum stantem tamquam occisum".
    *
    En el día de Navidad la Iglesia nos representa el Nacimiento del Salvador; sin embargo, no es cierto que nazca en este día cada año. En el día de la Ascensión y Pentecostés, la misma Iglesia nos representa a Jesucristo subiendo a los cielos y al Espíritu Santo bajando a la tierra; sin embargo, no es verdad que en todos los años y en igual día se renueve la Ascensión de Jesucristo al cielo, ni la venida visible del Espíritu Santo sobre la tierra. Todo esto es enteramente distinto del misterio que se verifica sobre el altar, en donde se renueva realmente, aunque de una manera incruenta, el mismo sacrificio que se realizó sobre la cruz con efusión de sangre. El mismo Cuerpo, la misma Sangre, el mismo Jesús que se ofreció en el Calvario, el mismo es el que al presente se ofrece en la Misa.
    *
    Esta es la obra de nuestra Redención, que continúa en su ejecución, como dice la Iglesia: Opus nostrae redemptionis exercetur. Si exercetur; se ofrece hoy sobre los altares el mismo sacrificio que se consumó sobre la cruz.
    *
    ¡Oh, qué maravilla! Pues dime por favor. Si cuando te diriges a la Iglesia para oír la Santa Misa reflexionaras bien que vas al Calvario para asistir a la muerte del Redentor, ¿irías a ella con tan poca modestia y con un porte exterior tan arrogante? Si la Magdalena al dirigir sus pasos al Calvario se hubiese prosternado al pie de la cruz, estando engalanada y llena de perfumes, como cuando deseaba brillar a los ojos de sus amantes, ¿qué se hubiera pensado de ella? Pues bien; ¿qué se dirá de ti que vas a la Santa Misa adornado como para un baile? ¿Y qué será si vas a profanar un acto tan santo con miradas y señas indecentes, con palabras inútiles y encuentros culpables y sacrílegos? Yo digo que la iniquidad es un mal en todo tiempo y lugar; pero los pecados que se cometen durante la celebración del santo sacrificio de la Misa y en presencia de los altares, son pecados que atraen sobre sus autores la maldición del Señor: Maledictus qui facit opus Domini fraudulenter. Medítalo atentamente mientras que te manifiesto otras maravillas y excelencias de tan precioso tesoro.

  9. #19
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    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    parte VI

    2. * *El santo sacrificio de la Misa tiene por principal sacerdote al mismo Jesucristo.
    *
    4. Imposible parece poderse hallar una prerrogativa más excelente del sacrificio de la Misa, que el poderse decir de él que es, no sólo la copia, sino también el verdadero y exacto original del sacrificio de la cruz; y, sin embargo, lo que lo realza más todavía, es que tiene por sacerdote un Dios hecho hombre. Es indudable que en un sacrificio hay tres cosas que considerar: el sacerdote que lo ofrece, la Víctima que ofrece, y la majestad de Aquél a quien se ofrece. He aquí, pues, el maravilloso conjunto que nos presenta el santo sacrificio de la Misa bajo estos tres puntos de vista. El sacerdote que lo ofrece es un Hombre-Dios, Jesucristo; la víctima ofrecida es la vida de un Dios, y aquél a quien se ofrece no es otro que Dios. Aviva, pues, tu fe, y reconoce en el sacerdote celebrante la adorable persona de Nuestro Señor Jesucristo. El es el primer sacrificador, no solamente por haber instituido este sacrificio y porque le comunica toda su eficacia en virtud de sus méritos infinitos, sino también porque, en cada Misa, El mismo se digna convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre preciosísima. Ve, pues, cómo el privilegio más augusto de la Santa Misa es el tener por sacerdote a un Dios hecho hombre. Cuando consideres al sacerdote en el altar, ten presente que su dignidad principal consiste en ser el ministro de este Sacerdote invisible y eterno, nuestro Redentor. De aquí resulta que el sacrificio de la Misa no deja de ser agradable a Dios, cualquiera que sea la indignidad del sacerdote que celebra, puesto que el principal sacrificador es Jesucristo Nuestro Señor, y el sacerdote visible no es más que su humilde ministro. Así como el que da limosna por mano de uno de sus servidores es considerado justamente como el donante principal; y aun cuando el servidor sea un pérfido y un malvado, siendo el señor un hombre justo, su limosna no deja de ser meritoria y santa.
    *
    ¡Bendita sea eternamente la misericordia de nuestro Dios por habernos dado un sacerdote santo, santísimo, que ofrece al Eterno Padre este Divino Sacrificio en todos los países, puesto que la luz de la fe ilumina hoy al mundo entero! Sí, en todo tiempo, todos los días y a todas horas; porque el sol no se oculta a nuestra vista sino para alumbrar a otros puntos del globo; a todas horas, por consiguiente, este Sacerdote santo ofrece a su Eterno Padre su Cuerpo, su Sangre, su Alma, a sí mismo, todo por nosotros, y tantas veces como Misas se celebren en todo el universo. ¡Oh, qué inmenso y precioso tesoro! ¡Qué mina de riquezas inestimables poseemos en la Iglesia de Dios! ¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos asistir a todas esas Misas! ¡Qué capital de méritos adquiriríamos! ¡Qué cosecha de gracias recogeríamos durante nuestra vida, y qué inmensidad de gloria para la eternidad, asistiendo con fervor a tantos y tan Santos Sacrificios!
    *
    5. Pero, ¿qué digo, asistiendo? Los que oyen la Santa Misa, no solamente desempeñan el oficio de asistentes, sino también el de oferentes; así que con razón se les puede llamar sacerdotes: Fecisti nos Deo nostro regnum, et sacerdotes. El celebrante es, en cierto modo, el ministro público de la Iglesia, pues obra en nombre de todos: es el mediador de los fieles, y particularmente de los que asisten a la Santa Misa, para con el Sacerdote invisible, que es Jesucristo Nuestro Señor; y juntamente con El, ofrece al Padre Eterno, en nombre de todos y en el suyo, el precio infinito de la redención del género humano. Sin embargo, no está solo en el ejercicio de este augusto misterio; con él concurren a ofrecer el sacrificio todos los que asisten a la Santa Misa. Por eso el celebrante al dirigirse a los asistentes, les dice: Orate, fratres: "Orad hermanos, para que mi sacrificio, que también es el vuestro, sea agradable a Dios Padre todopoderoso". Por estas palabras nos da a entender que, aun cuando él desempeña en el altar el principal papel de ministro visible, no obstante todos los presentes hacen con él la ofrenda de la Víctima Santa.
    *
    Así pues, cuando asistes a la Misa, desempeñas en cierto sentido las funciones de sacerdote. ¿Qué dices ahora? ¿Te atreverás todavía de aquí en adelante a oír la Santa Misa sentado desde el principio hasta el fin, charlando, mirando a todas partes, o quizás medio dormido, satisfecho con pronunciar bien o mal algunas oraciones vocales, sin fijar la atención en que desempeñas el tremendo ministerio de sacerdote? ¡Ah! Yo no puedo menos de exclamar: ¡Oh, mundo ignorante, que nada comprendes de misterios tan sublimes! ¡Cómo es posible estar al pie de los altares con el espíritu distraído y el corazón disipado, cuando los Ángeles están allí temblando de respeto y poseídos de un santo temor a la vista de los efectos de una obra tan asombrosa!

  10. #20
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    14-octubre-2014
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    EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
    parte VII

    3. * *El sacrificio de la Misa es el prodigio más asombroso de cuantos ha hecho la Omnipotencia divina
    *
    6. ¿Te admirarás acaso de oírme decir que la Santa Misa es una obra asombrosa? ¡Ah! ¿Tan poca cosa es a tus ojos la maravilla que se verifica a la palabra de un simple sacerdote? ¿Qué lengua de hombres, ni aun de ángeles, podrá explicar jamás un poder tan ilimitado? ¿Quién hubiera podido concebir que la voz de un hombre, que ni aun puede sin algún esfuerzo levantar una paja, debería estar por gracia, dotada de una fuerza tan prodigiosa que obligase al Hijo de Dios a bajar del cielo a la tierra? Este es un poder mucho mayor que el de trasladar los montes de un lugar a otro, secar el Océano, o detener el curso de los astros. Este es un poder que de algún modo rivaliza con aquel primer Fiat, por medio del cual sacó Dios el mundo de la nada y que parece aventajar, en cierto sentido, al otro Fiat, por el cual la Santísima Virgen recibió en su seno al Verbo Eterno. Con efecto, la Santísima Virgen no hizo más que suministrar la materia para el Cuerpo del Salvador, que fue formado de su sustancia, es decir, de su preciosísima sangre, pero no por medio de Ella, ni de su operación; mientras que la voz del sacerdote, en cuanto obra como instrumento de Nuestro Señor Jesucristo, en el acto de la consagración reproduce de una manera admirable al Hombre-Dios, bajo las especies sacramentales, y esto tantas cuantas veces consagra. El Beato Juan el Bueno de Mantua con un milagro hizo conocer en cierto día esta verdad a un ermitaño, compañero suyo. No podía éste comprender que la palabra del sacerdote fuese bastante poderosa para convertir la sustancia del pan y del vino, en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; y, lo que aún es más lamentable, cedió a las sugestiones del demonio. Tan pronto el venerable Siervo de Dios se apercibió del gravísimo error de su compañero, lo condujo cerca de una fuente, de la que sacó un poco de agua, que le hizo tomar. El ermitaño, después de haberla bebido, declaró que jamás había gustado un vino tan delicado. Pues bien, le dijo entonces el Siervo de Dios, ¿veis lo que significa este prodigio? Si por mi mediación, y eso que no soy más que un miserable mortal, la virtud divina ha mudado el agua en vino, ¿con cuánta mayor razón debéis creer que por medio de las palabras del sacerdote, que son las palabras del mismo Dios, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Quién, pues, se atreverá a fijar límites a la omnipotencia de Dios? Esto bastó para ilustrar a aquel afligido solitario, quien, alejando de repente todas las dudas que atormentaban su alma, hizo una austera penitencia de su pecado.
    *
    Tengamos fe, pero fe viva, y confesaremos que son innumerables las maravillosas excelencias contenidas en este adorable Sacrificio. Entonces no nos asombraremos viendo renovarse a cada instante, y en mil y mil lugares diversos el prodigio de la multiplicación de la Humanidad sacratísima del Salvador, por la cual goza de una especie de inmensidad no concedida a ningún otro cuerpo, y reservada a ella sola en recompensa de una vida inmolada al Altísimo. Esto es lo que el demonio, hablando por boca de una obsesa o endemoniada, hizo comprender a un judío incrédulo, valiéndose de una comparación material y ordinaria. Encontrábase este judío en una plaza pública con otras muchas personas entre las cuales estaba la obsesa, cuando vio pasar un sacerdote que, seguido de una numerosa comitiva, llevaba a un enfermo el Sagrado Viático. Todos se arrodillaron al instante para adorar al Santísimo Sacramento; pero el judío permaneció inmóvil y no dio la menor señal de respeto. Apercibióse de ello la obsesa, se levantó con ira, y dando al judío un fuerte bofetón, le quitó con violencia su sombrero. "Desgraciado, le dice ¿por qué no rindes homenaje al verdadero Dios, que está presente en este Divino Sacramento? —¿Qué verdadero Dios? replicó el judío; si así fuese, pudiera decirse que había muchos dioses, puesto que cuando se celebra la Misa hay uno en cada altar". Al oír estas palabras tomó la obsesa una criba, y poniéndola enfrente del sol, le dijo al judío que mirase los rayos que pasaban por medio de los agujeros, y enseguida añadió: "Dime, judío, ¿son muchos los soles que atraviesan esta criba, o no hay más que uno?" El judío contestó que sólo había uno, no obstante la multiplicación de rayos. "¿Por qué te asombras, pues, repuso la obsesa, de que un Dios hecho hombre, aunque uno, indivisible e inmutable, se ponga por un exceso de amor, real y verdaderamente presente bajo los velos del Sacramento y sobre muchos altares a la vez?" Esta reflexión fue bastante para confundir la perfidia del judío, que se vio obligado a confesar la verdad de la fe.
    *
    ¡Oh fe santa! Necesitamos un rayo de tu luz para repetir con fervor: ¿Quién se atreverá jamás a fijar límites a la omnipotencia de Dios? La sublime idea que Santa Teresa de Jesús había concebido de esta omnipotencia, le hacía decir a menudo, que cuanto más profundos e inaccesibles a nuestro entendimiento eran los misterios de nuestra Religión, más se adhería a ellos, con más firmeza y devoción, sabiendo muy bien que el Todopoderoso puede hacer, si es de su divino agrado, prodigios infinitamente más admirables que todo cuanto vemos. Aviva, pues, mucho tu fe, y confesarás que este Divino Sacrificio es el milagro de los milagros, la maravilla de las maravillas, y que su principal excelencia consiste en ser incomprensible a nuestra débil inteligencia, y lleno de asombro di una y mil veces: ¡Ah qué gran tesoro! ¡Cuan inmenso es! Pero si su prodigiosa excelencia no basta a conmoverte, te convencerás, sin duda, en vista de la suprema necesidad que tenemos de este Santísimo Sacrificio.

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