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Tema: pakasso escritor

  1. #11
    Fecha de Ingreso
    22-enero-2008
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    jajaja q buenas anecdotas..

  2. #12
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    pakasso

    Me agrada leer lo que escribes.

    saludos cordiales
    Última edición por gabagaba; 18-may.-2011 a las 18:35

  3. #13
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    01-enero-2009
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    Por ahi..
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    A mi me entretuvo la primera parte, sobretodo aquella en la que la prostituta te compra los ramitos de flores....imaginé claro las tetasas descritas.

    La segunda parte no me entretuvo nada, será que los nombres de las ciudades o frutos tipo "tamacuas" o "changungas" me desconcertaban. Le tomé interés al ataque del perro rabioso (o perro del mal como le dices) pero el interés careció de suspenso cuando rapidamente salvaste a la que se pensaba víctima (en este caso tu hermanito menor).

    Repites la palabra "Humilde" varias veces, San Agustin una vez dijo que "Aquel que se sabe Humilde acaba de perder la humildad"...no la repitas más.

    Esperemos la tercera parte esté mejor.

    Saludos.

  4. #14
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    22-enero-2008
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    hay algo en lo q concuerdo con HM, haces las descripciones muy rapidas, el suspenso es casi nulo, a lo mejor solo resumes, pero seria un poco mas atractivo si dejaras volar un poco mas tu imaginacion y describes un poco mas al detalle todo, asi podremos sumergirnos mas en la historia.

  5. #15
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    24-mayo-2009
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    De todas ellas, Josefina era mi mejor amiga, a ella le contaba mis problemas y mis alegrías, me escuchaba con mucha atención y me daba ánimos, algunos de mis amigos decían que éramos novios, algo que nunca sucedió, a pesar de que nuestra amistad se prolongó por siempre; niñez, juventud y edad adulta.

    Fue una niñez feliz a no dudar, la relación con mis hermanos era buena y respetuosa del lugar que ocupábamos cada uno de nosotros. Los vecinos nos veían y nos trataban justamente como lo que éramos; niños, para los que todo era un juego, Don David y Doña Esperanza, -buenos vecinos- ya de edad avanzada nos prestaban los burros cuando salíamos a buscar leña, enfilábamos con rumbo a la capirera y nos seguíamos hasta un laguito del poblado de Chandio, ahí nadábamos, rentábamos cámaras de llanta, sacábamos almejas en el tular y antes de regresar bañábamos los burros.

    Los Húngaros.-

    No me puedo quejar, cuando a la distancia me llegan estos recuerdos doy gracias al Todopoderoso de que me haya cuidado tanto, a pesar de que mi familia no era apegada a ninguna religión y nuestra percepción de Dios haya sido muy vaga. Una tribu de errantes, a los que llamábamos “los húngaros”, no se porqué, venían de tiempo en tiempo y se establecían en la calle, llegaban con sus carros grandes y viejos y montaban sus tiendas e improvisaban una carpa en la que ofrecían funciones de cine por las noches a precio muy económico, los asistentes debían llevar su propia silla o banco o sentarse directamente en la tierra, cosa que a la chiquillada nos tenía sin cuidado, empezaban desde en la tarde a anunciar la función de películas mexicanas con los artistas mas populares: Pedro Infante, Jorge Negrete, Antonio o Luis Aguilar, el Piporro, etc. Más o menos a las ocho de la noche daba inicio la función, los chamacos burlábamos la vigilancia y nos metíamos al cine por debajo de las lonas, era muy divertido y una vez adentro no había problemas, no daban boleto y nos revolvíamos entre los asistentes. Pues bien, en una de esas ocasiones, al arrastrarme bajo la lona sentí un fuerte dolor en el dedo gordo de la mano, intenso como la quemadura de un carbón, pensé que había tocado la colilla aún encendida de un cigarro y no le dí importancia, vi toda la película y al terminar me percaté de que me sentía mal, me hormigueaba el brazo, me dolía la axila, parecía que la lengua no cabía en mi boca, asocié el malestar con una picadura de alacrán, que en esa región llega a ser mortal, me asusté y fui a decírselo a mi madre, quien asustada se lo comunicó a mi padre, de inmediato me bañaron, pusieron lodo podrido en donde decía, sentía el dolor, cocieron raíces de limón y colocaron la olla vaporizante bajo mi cama, ensayaron varios remedios locales, pero ninguno parecía funcionar, mi padre montó en su bicicleta y fue a la farmacia a buscar una inyección, yo le tenía pánico a las inyecciones, pero no estaba en condiciones de resistirme, cuando por fín regresó, me encontró casi muerto, me aplicó la inyección y pasaron la noche en vela, al día siguiente notaron alguna mejoría en mí y durante toda una semana me tuvieron en observación, el dedo me duró entumecido por mucho tiempo, pero salvé la vida.

    Sucedió que, los húngaros traían un pato muy bonito en una jaula pequeña, era más robusto que los que nosotros teníamos, de color obscuro, casi negro, con plumas de un reflejo tornasol que lo mismo parecían verdes o rojas, hermoso de verdad, pidieron a mi padre, les diera permiso para ponerlo en nuestro corral, solamente por la semana que estaría su campamento en la calle cercana, pero al concluir este periodo, se fueron por otros rumbos, una tarde, al verificar que los animales estuvieran en sus lugares para dormir, con sorpresa, nos dimos cuenta que el hermoso pato se encontraba ahí. Al día siguiente, regresó el patriarca de la tribu de húngaros para preguntar si lo habíamos visto por ahí, pues había escapado, mi padre lo entregó a pesar de nuestras protestas, pero pasado un tiempo, una pata, empolló sus huevos y entre los 6 o 7 patitos normales, encontramos tres, que desentonaban, con los demás, al desarrollarse, se convirtieron en una copia fiel del hermoso pato, nos sentíamos muy orgullosos de mostrárselos a la gente.

  6. #16
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    24-mayo-2009
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    Aprecio mucho sus opiniones y las agradezco, es una lástima que al copiar el texto, no pasen las "nota al pie" para acarar algunas palabras de uso común. El foro no permitió mi correo, intentaré informarlo de otra modo: pacott7 arroba hotmail.com y desde ahí -previa solicitud. les puedo enviar el documento, Muchas gracias por su atención.

  7. #17
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    SEGUIMOS EL RELATO
    Unas vacaciones inolvidables.-

    Dos de los hijos de mi papá vinieron a vivir con nosotros por temporadas, Baltazar y Gonzalo, con carácter diferente, eran un tanto rebeldes, Baltazar a mi juicio fue mejor, y también su mamá, a quien llamábamos Doña Licho, mujer chaparrita, morena, delgada de muy buen corazón. En una ocasión le solicitó a mi padre que le enviara a su hijo a pasar sus vacaciones a Melchor Ocampo –que ahora es Ciudad Lázaro Cárdenas- pueblo costero, enclavado en la línea divisoria de Michoacán y Guerrero, a la orilla del Río Balsas. Pero para que no se sintiera solo, le pidió también que me permitiera ir con él. Fueron unas vacaciones inolvidables, después de algunas horas de viaje llegamos a Playa Azul, me impresionó el clima caluroso y húmedo pero aún más la inmensidad del mar, que veía por primera vez, siguiendo una brecha por la orilla del mar fuimos llevados a Melchor Ocampo, que era un pueblito más chico que Playa Azul, de casitas de palapa, solamente había energía eléctrica en dos o tres cuadras del centro y en la zona de tolerancia, en la margen del río. Ahí tenía Doña Licho un comedor, recuerdo que me dijo “Panchito, ¿que quieres desayunar?” yo me quedé callado, entonces me preguntó ¿Te gusta el pescado?, a mi respuesta afirmativa cocinó rápidamente un pescado, al mojo de ajo, como los preparaba mi madre. Al medio día se repitió la situación y así toda la semana. Los lancheros iban a “la barra ”, donde el río se internaba al mar y traían pescado fresco diariamente y surtían al comedor, la clientela se componía principalmente de meretrices y hombres desvelados y crudos, por lo que el ambiente siempre era festivo. Doña Licho nos presentaba con un “estos son mis hijos”, lo que me hacía sentir incluido, íbamos a la isla a cortar cocos muy grandes, piñas, y cayacos -coquitos de aceite que son muy ricos,- pescábamos con éxito mediano en el río, pero con grandes voces de júbilo cuando alguno picaba en nuestros anzuelos. La isla era un paraíso con grandes árboles, palmeras y mangos, aunque un poco peligrosa, ya que había víboras, algunas mortales como el coralillo. Pasé una semana totalmente fuera de mi ambiente habitual, de noche se repetía constantemente, en las rockolas, la canción “me caí de la nube”, que cantaba Cornelio Reina. Era la canción de moda. Terminadas las vacaciones regresamos a Apatzingán, pero antes, atrapamos a unas zarcetas, que no sobrevivieron al cambio de ambiente. Mi madre nos recibió de regreso y tuvo que soportar el alud de cosas que le contamos.

    Con Baltazar compartí muchas aventuras, en una ocasión fuimos a pizcar algodón con mi tía Lupe, al llenar el saco recolector, se llevaba a pesar y anotaban el resultado para pagar al término de la jornada, una vez pesado, se vaciaba el saco en el lugar elegido para ello, pero como los pizcadores eran muchos, se formaba un cerro de algodón, cada vez mayor al transcurso del día, viendo Baltazar que varios niños se dejaban caer desde lo alto de un árbol de capire y rebotaban en el cerro de algodón, quiso hacer lo mismo, subió al árbol y se lanzó gritando de júbilo, la falta de práctica hizo que al caer, doblara las rodillas y con ellas se rompiera la nariz y se reventara los labios, bajo llorando y sangrando abundantemente. Mi tía Lupe aplicó el remedio más a la mano, exprimió jugo de limón sobre las heridas para acelerar la coagulación y detener la hemorragia, en muy poco tiempo la hinchazón fue tremenda y tuvimos que regresar a casa, con el temor de los cintarazos que recibiríamos por haber ido sin permiso.

    Gonzalo era también un buen hermano, aunque más precoz, de inteligencia clara y muy rebelde, lo traía mi padre y fingía quedarse con gusto, pero a la primera oportunidad se escapaba sin avisar, días después lo encontrábamos en la calle, vendiendo golosinas que su mamá fabricaba.

  8. #18
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    04-julio-2010
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    pakasso

    Sigue, esta bien. Ya has recibido 398 visitas.

    saludos cordiales
    P.D. Si no sabes cómo, y quieres ver las visitas que has recibido en "pakasso escritor", sigue estos pasos.
    Clica en tu "nombre de forero", luego en "ver perfil", en " Mostrar estadisticas completas" y en " Buscando todos los mensajes de pakasso". Alli, en "pakasso escritor" veras las visitas que has recibido.
    Última edición por gabagaba; 26-may.-2011 a las 22:07

  9. #19
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    24-mayo-2009
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    UNA PÁGINA MÁS
    Mi trabajo de limpiador de cristales de carro me daba buenos dividendos, a veces hasta 5 pesos en una jornada, era todo un capital. Sin poder precisar cronológicamente el suceso, me llega un recuerdo triste, mi hermanita Eva murió en su cuna, lo que llenó de luto a toda la familia, ya que aún siendo una bebé, nos iluminaba con su luz, era un angelito caído del cielo y regresó a su creador, previnieron a mis padres de otro embarazo, porque la salud de mi madre estaba muy mal, posiblemente por haber tenido tantos hijos, que la fuimos disminuyendo con cada parto.

    Un motivo de alegría que recuerdo con mucho cariño, es cuando mi tía Beatriz –la tía Beata- como le decíamos cariñosamente, Una de las hermanas de mi madre excepcionalmente alta, de casi dos metros de estatura y muy bella, venía a visitarnos desde Matehuala, S.L.P. llegaba acompañada siempre de su pareja –el tío Luis- de edad avanzada, chaparrito, calvo y muy paciente con el amplio grupo de sobrinos, recuerdo que en cada ocasión traían un auto diferente y un surtido muy grande de regalos para cada uno; alquilaban un camión de redilas para llevarnos a los hermosos manantiales de Parácuaro, ahí el agua brota a borbollones, muy fría, lo que es magnífico ya que el calor es un tan fuerte como en Apatzingán, es un pueblito pequeño, con árboles de tamarindo por todos lados y calles empedradas, origen de la familia de mi mamá, tiene un balneario muy bonito, con varias albercas, extensas áreas verdes y arbolado, lugares para cocinar al aire libre y disfrutar del paso del agua transparente y fresca. En una ocasión que decidieron acampar a un costado del balneario, por donde corre un canal pequeño, que sale directamente del manantial, los mayores se dedicaron a preparar la comida, que consistiría en carne asada, mientras la chiquillería disfrutábamos de las delicias del agua chapoteando en el canal oímos el ruido de un avión fumigador que se acercaba -son aviones pequeños, ligeros, con sólo dos asientos y un motor- y descubrimos que tenía problemas por que tosía muy raro; al otro lado del canal había un terreno amplio, sembrado de arroz, posiblemente el piloto pensó que podría intentar alguna maniobra desesperada y se enfiló hacia él, pero al parecer una rueda pegó con la rama de una parota y el pequeño avión dio una voltereta y se precipitó a tierra, corrimos desesperados para salir de su trayectoria y cayó casi sobre nosotros. Afortunadamente nadie resultó herido a excepción del piloto que perdió la vida y que sacaron entre los restos del avión. En estas excursiones muchas, veces era mi tío Pancho, el que nos transportaba en su camión. A este tío le apodaban familiarmente “El Catrín”, ignoro por qué motivo, era de carácter alegre, nos divertía contando mentiras chuscas e increíbles, aún para nosotros, pequeños e ingenuos, recuerdo dos en especial: iba manejando su camión por las curvas de la carretera que sube con rumbo a Uruapan, cuando de pronto se percató que venían bajando dos autobuses, que al parecer trataban de no dejarse superar y se rebasaban constantemente, por lo que ocupaban los dos carriles, sin tiempo para maniobrar, de inmediato metió reversa y así regresó hasta Nueva Italia, un pueblo varios kilómetros atrás, jajaja eso es imposible le decíamos. Contestaba muy serio –no cuando se es buen chofer. Otra “la tecnología ha avanzado tanto que han inventado una máquina de hacer carnitas, un poco diferente de la tortilladora” y ¿cómo funciona?, preguntábamos, preparas el puerco vivo, lo bañas muy bien y lo pasas hacia adentro de la máquina, en otro parte le pones solamente un poco de manteca sal y otros ingredientes. Oprimes un botón y la maquina lo mata, lo pela y lo corta en trozos pequeños, ya no hay que hacer nada, en una hora salen las carnitas por el otro extremo”. Asombrados le preguntábamos ¿y salen buenas? ¡Por supuesto! Nos respondía, pero si algo fallara y no estuvieran ricas, no hay que comer un trozo grande solamente un pequeño trozo de cuerito y si como les digo el sabor no fuera agradable, basta con oprimir el botón de reversa y recuperar los ingredientes. Hasta ahí casi sonaba lógico, volvíamos a preguntar y ¿el puerquito?, sonreía y nos daba la respuesta “He ahí la maravilla, sale chillando de dolor por el trocito que hallamos tomado como muestra”. Reíamos todos, satisfechos del final feliz. Era, como digo, un tío muy querido también, hermano de mi madre y un gran hombre. Otra de mis tías era llamada la tía Licho, supongo que se llamaba Elisa, muy cariñosa, bondadosa y sensible, siempre al pendiente de nosotros, por todo, ayudaba a mi madre a preparar comida para toda la flota que nos reuníamos, cuando venía la tía Beata, era una hermosa familia, los hermanos Beatriz, Elisa, Pilar, Mercedes, Gloria, Bertha, Ana, mi madre Catalina, Francisco y Ramón, la mayoría casados y sus hijos, mis primos por la parte materna superábamos la cantidad de 30 por lo que preparar la comida requería mucho trabajo y cuidar de tanto niño también, pero parecía ser una fiesta para todos. En alguna ocasión mi padre se negó a participar, argumentando que tenía que trabajar y entonces mi tío Luis le ofreció aportar lo del gasto familiar para convencerlo. Mi tía Ana, la más pequeña, era menor que yo, y no recuerdo porqué razones le apodábamos la “tía Pulula”, pero no se daba por ofendida y respondía al apodo igual que a su nombre.

  10. #20
    Fecha de Ingreso
    19-marzo-2007
    Ubicación
    Puerto Rico
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    Predeterminado

    Por lo que he podido leer hasta ahora, te diré que me gusta bastante cómo llevas el relato. Me agrada además sobremanera que te esmeres con la ortografía. Es la mayor muestra de respeto que podemos brindarle a nuestros lectores.

    Te aconsejo que separes lo escrito en párrafos más pequeños, pues estos brindan descanso a la vista y además anima más a leerte. Utiliza metáforas, estas suelen transportar al lector al lado mágico de tu alma.

    Explica las palabras que creas puedan ser poco conocidas para algunos (por razón de época o región). Convierte en varias oraciones aquellas que resulten muy largas, (leer algunas me resultó extenuante) por la rapidez que le imparten a los pensamientos las oraciones muy extensas repletas de comas.

    Por lo demás, me resta felicitarte por estos escritos, darte la bienvenida y exhortarte a seguir compartiendo tu arte con nosotros. Enhorabuena!
    Para finiquitar una contienda, no siempre es necesario ser uno quien dice la última palabra. Se proclama uno satisfecho y victorioso; cuando el argumento enemigo empieza a tornarse incoherente, vacío, desesperado y sin sentido...

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