Fíjate que Jesús le dijo que había respondido sabiamente, pero también le dijo que no estaba lejos del reino de Dios. Y es que aún no comprendía que Dios no había mandado sacrificios ni holocaustos. Por eso aquel hombre dijo que esos mandamientos eran más que todos los sacrificios y holocaustos.
Jesús actuaba con cautela porque era incomprendido y perseguido por los fariseos y doctores de la ley, que le hacían preguntas para tentarle y tener de qué acusarle. Date cuenta que al final de esa enseñanza, la escritura dice: "Y ya ninguno osaba preguntarle".
Esto que te digo se descubre en el Evangelio según Mateo, que nos dice que aquel hombre que preguntó a Jesús le hizo aquella pregunta para tentarle, pues aquel hombre era uno de los fariseos que se juntaron a una después de escuchar a Jesús y ver cómo había callado a los saduceos:
"Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una.
22:35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:
22:36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
22:38 Este es el primero y grande mandamiento.
22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
22:40 En estos los dos mandamientos entera la ley y los profetas son colgados.
Mateo 22:34-40
Y hablando de la Ley y los profetas, la Ley y los profetas no son todos los mandatos del Antiguo Testamento, sino la Ley que Jesús nos enseña en el Evangelio, porque Él mismo nos dice que la Ley y los profetas es ésta:
Mateo 7:12
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas.