CAPÍTULO I
LOS DÍAS DE NOE Y DE CRISTO
Cuando Nicodemus vino a Cristo y le oyó hablar de, la necesidad del renacimiento, preguntó: "¿Cómo pueden ser estas cosas?" También nosotros, con nuestro afán de investigación, anhelamos muchas veces más luz sobre las distintas enseñanzas que se refieren a nuestro porvenir. Es una ayuda para nosotros cuando sentimos que estas enseñanzas se adaptan a hechos fisicos conocidos por nosotros. Entonces nos parece que tenemos un fundamento más sólido para nuestra creencia en cosas que aun no hemos comprobado. La tarea del autor de este libro ha sido la de investigar hechos espirituales y relacionarlos con los físicos, de tal modo que satisfagan la razón y preparen de este modo el camino de la fe. De esta forma ha tenido el privilegio de iluminar para las almas aspirantes muchos misterios de la vida. Recientemente se hizo otro descubrimiento, el cual, aunque parezca estar tan lejos de contacto con la venida de Cristo, como el Oriente dista del Occidente, proyecta mucha luz sobre este acontecimiento y ante todo sobre la manera de nuestro encuentro con el Señor "en un abrir y cerrar de ojos", como dice la Biblia. Nuestros estudiantes saben perfectamente que al autor no le agrada nada contar sus experiencias propias, pero alguna vez, tal en el caso presente, parece necesario hacerlo así, y pedimos al lector que nos perdone si empleamos el pronombre personal "yo" en el relato de este incidente. Una noche, hace algún tiempo, mientras me hallaba en camino hacia un país lejano donde tenía que cumplir una misión, oí de repente un grito. Aunque la voz humana puede ser oída solamente en el aire, hay tonos superiores que se oyen en las regiones espirituales, a distancias que exceden a las atravesadas por la telegrafía sin hilos. Este grito, sin embargo, venia de cerca, y yo estuve en el lugar del suceso en un instante, pero no lo bastante pronto como para prestar la ayuda necesaria. Hallé a un hombre resbalando por un terreno abrupto, sin vegetación, de unos doce pies de ancho, y como luego pude comprobar, casi liso, sin la menor grieta donde se pudieran asir los dedos. Para haberle podido salvar hubiera tenido necesidad de materializar los brazos y hombros, pero no había tiempo. En un momento hubo resbalado por el borde del precipicio y cayó al fondo, probablemente hasta varios miles de pies de profundidad, aunque no estoy muy seguro, pues tengo poca facilidad para esta clase de apreciaciones
,,,,sigue http://www.fraternidadrosacruz.com/D...UnIniciado.pdf