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Tema: La Muerte - Cementerios, Arte, Costumbres...

  1. #21
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    El Infierno


    Lo contrario del Cielo. Si el Cielo es la plena realización del alma humana en unión con su Creador, el Infierno es la ruptura de esa unión y la consiguiente reducción al más absurdo de los fracasos: Creado para perderse. Pero, el hombre es libre de perderse por propia voluntad. El infierno es el reino de la tristeza y la desesperación… Veamos como lo dice con mejores palabras el catecismo:
    IV. El infierno
    1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
    Todos los pecados son perdonables, excepto el pecado contra el Espíritu Santo. De ahí se puede deducir que el Infierno no puede estar muy poblado, pero existe, y no está vacío.
    1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

    1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno
    Llamamiento a la responsabilidad…
    Es curiosa esta frase que recoge el catecismo… “llamamiento a la responsabilidad”… “uso de la libertad en relación con su destino eterno”… Está claro que no somos animales irresponsables (como mi gato, que ya tiene asegurado ir al “limbo de los gatos”, sin esfuerzo ni responsabilidad), pero a veces parece que el hombre utiliza lo que tiene sobre sus hombros para peinarse y poco más…
    1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P 3, 9):
    «Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos (Plegaria eucarística I o Canon Romano, 88: Misal Romano)
    Bueno… estos extractos que he puesto del catecismo han sido sacados de la lista de puntos relacionados sobre el Infierno, que abarcan desde el 1033 al 1037.




    “Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final”.
    Ríos de tinta han corrido, siguen corriendo y correrán acerca de las múltiples interpretaciones acerca del Cielo e Infierno. Las imágenes que he puesto son las primeras que llegan a la mente acerca del infierno: un lugar oscuro, de fuego, tenebroso, inquietante, horrible, dramático… ¿Alguien es merecedor de tal castigo?. Seguimos teniendo en mente como si el Infierno fuera un lugar, un sitio… y el castigo fuese un castigo físico que correspondiera al lugar físico. Las imágenes del arte durante toda la historia así nos lo han pintado y esas imágenes es lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en el Infierno. Pero…… aunque sea más fácil pensar en eso tan físico, por ser nosotros tan físicos, el Infierno no se queda en esa menudencia: Ya el papa Juan Pablo II se refirió al infierno como un estado, no como un lugar. Una vez muertos, ni el fuego es físico ni el alma es un cuerpo físico. Las representaciones artísticas están jugando con nuestros sentidos representando el dolor, el horror y la falta de esperanza que conlleva el infierno.

    Hablando de representaciones, aquí pongo el cuadro del Juicio Final de Hans Memling. http://arssecreta.com/wp-content/uploads/2008/06/2h.jpg

    Impresionante


    E impresionaría a los primeros que lo viesen allá por el Renacimiento.

    He mirado en la wiki, y he visto algunos comentarios sobre el infierno (por ejemplo, lo que dijo el papa que antes he comentado de pasada):
    Cita Iniciado por Juan Pablo II
    Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría
    Siguiendo la wiki, me he encontrado con un comentario de Cabodevilla, bastante interesante y que escribe mucho mejor lo que yo estoy escribiendo con balbuceos:
    Cita Iniciado por José María Cabodevilla
    Dios no condena a nadie: «Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo condenaré» (Juan 12,47). No hace falta ninguna sentencia, ningún juicio. «El que no cree ya está juzgado» (Juan 3,18). ¿Qué necesidad hay de imaginar un Cristo juez? El Cristo de la Capilla Sixtina es un juez en plena actividad, ejecutor él mismo de la sentencia, iracundo, violento. No me convence. La interpretación de Fra Angélico me parece mucho más verosímil (y también más terrible) que la de Miguel Ángel. Pintó un juez que es lo menos parecido a un juez: el Hijo del Dios con la túnica abierta y mostrando mansamente sus llagas. No hace nada, no dice nada. Los pecadores apartan la vista de él y marchan sobre sus propios pasos [...]. «Él quiere que todos los hombres se salven» (1Timoteo 2,4). «No quiere que nadie perezca» (2Pedro 3,9). Salvación y reprobación no están en el mismo plano, no son acciones correlativas. Aquí quiebra aquella correspondencia o proporción entre el cielo y el infierno. El cielo es un don divino, pero el infierno no es una venganza divina. No son verdades del mismo rango ni pertenecen al mismo nivel. No hay simetría entre una cosa y otra. No hay un doble ofrecimiento de salvación y condenación, como si se tratara de dos destinos parejos. Dios sólo ofrece la salvación, y el hombre puede aceptarla o rechazarla. Los réprobos se apartaron de Dios por su propia voluntad, y seguirán eternamente apartados de Él por su propia obstinación. La persistencia de este rechazo es la que explicaría en última instancia la eternidad del infierno. Si se dice que la gravedad del castigo responde a la gravedad de la ofensa, hay que decir que su duración responde a la duración de la misma. El castigo no cesará nunca porque tampoco va a cesar el pecado. También aquí la explicación parece muy forzada, elaborada artificialmente por esa manía apologética de justificar o excusar a Dios. Sin embargo, si aceptamos la posibilidad de una opción libre y absoluta contra Dios, debemos reconocer que el infierno se limita a confirmar esa opción. Lo que llamaríamos alejamiento irreversible de Dios respecto del pecador se debe únicamente a que éste así lo quiso cuando dio carácter absoluto y, por tanto, irrevocable a su ruptura con Dios. En definitiva, aunque parezca extraño, aunque parezca escandaloso, habrá que decir que el pecador continúa en el infierno porque quiere. La puerta del infierno está cerrada para siempre, pero está cerrada por dentro. Esta eterna aversión hacia Dios, eternamente renovada, no deja de ser contradictoria. Por propia voluntad el réprobo se apartó de Él, pero ha quedado herido por la visión de su rostro para toda la eternidad. Herido y fascinado. Ni siquiera allí lo terrible anula lo fascinante. Para que el condenado pueda sufrir por la ausencia de Dios es menester que la valore: hace falta que se sienta atraído por Dios a la vez que rechazado. En correspondencia, él debe experimentar, junto a esa irresistible atracción, un aborrecimiento sólo comparable a ella. Y esta contradicción lo traspasa, lo desgarra. En la medida en que tal atracción pudiera entenderse como una patética forma de amor involuntario, la respuesta divina no sería un gesto de cólera, sino algo peor, un rehusarse desdeñoso: «No os conozco»
    Pues eso. Tiene tela esto del infierno……..

  2. #22
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    Y, de la eternidad celestial y la eternidad infernal, pasamos ahora al “purga”. Pumby en su hilo ponía una explicación racional a la existencia del Purgatorio:
    Cita Iniciado por Pumby en su hilo
    ¿No corrobora también la razón la existencia del purgatorio? La razón corrobora también la existencia del purgatorio. En efecto: hay almas justas que, salidas de este mundo con faltas ligeras o sin haber satisfecho a la justicia divina por la pena temporal debida al pecado, son deudoras a Dios de una pena temporal. Pero como tales almas no pueden ir inmediatamente al cielo, en donde no entrará nada manchado (Apoc., XXI, 27), ni ser precipitadas en el infierno, porque no merecen la eterna condenación, es necesario que haya un lugar intermedio entre el cielo y el infierno, en donde las almas acaben de purificarse.
    En efecto, hay almas salvadas por el amor de Dios, pero que tienen faltas ligeras (aunque sean ínfimas) que deberían impedirle la presencia ante Dios. Aunque sea una mínima mancha. Y…, esa mínima mancha ¿va a conllevar la condenación eterna en el Infierno?. Volvamos al catecismo. Pongo íntegros los 3 puntos en los que habla del Purgatorio:
    III. La purificación final o purgatorio
    1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

    1031 La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
    «Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, Dialogi 4, 41, 3).

    1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
    «Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? [...] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos» (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios homilia 41, 5).
    O sea, mueren en gracia y en la amistad de Dios y están seguros de su eterna salvación. Entonces, el Purgatorio no deja de ser la antesala del Cielo, no una especie de “Infierno Bis” que nos han querido colocar. Cierto es que, según la Tradición, las imágenes de fuego están presentes en las figuraciones del Purgatorio. En el interesante reportaje de “Cuarto Milenio” que pone Pumby en su hilo, y al cual he hecho referencia (Iker Jiménez y María Vallejo-Nájera), hacen mención del Purgatorio como un lugar entre el Cielo e Infierno…; una especie de edificio con muchos pisos, en los cuales, en los más inferiores, es bastante parecido al infierno, y en los superiores, es casi similar al Cielo. Entonces, dependiendo de los pecados cometidos en la Tierra, se iría a “distintos pisos” más cercanos al Infierno o al Cielo. En el reportaje aparece la “dramatización” de las apariciones que sufría una pobre monja que tenía el don de ver los espíritus que ocupaban la parte más baja del Purgatorio, o sea, de personas que se habían salvado del Infierno por un pelín. Por supuesto, yo, aunque me considere mediocre y de mala calidad, no me considero un gran pecador con gran afición a obrar el mal…, así que, cuando llegue mi hora y si me toca pasar antes por el “purga”, espero que me den una suite en el ático con vistas al Paraíso . No se debe estar mal allí .

    Vuelvo al cuadro del Juicio Final de Hans Memling: están representados el Juicio (en el medio), el infierno (a la derecha), y el Cielo (a la izquierda)


    En la parte izquierda, se ven (pongo el enlace de la foto, más ampliada: http://arssecreta.com/wp-content/uploads/2008/06/2h.jpg ) como los muertos que están salvados (en pelotas ), saludan a San Pedro y comienzan a subir por unas escaleras camino del Cielo (que aparece como si fuera una catedral). A medio camino, unos ángeles van vistiendo a esos salvados desnudos para que entren vestiditos al Cielo. Eso sería otro símil del Purgatorio: entrar al Cielo ya preparados. Me acuerdo ahora de una parábola de Cristo, en la que uno invita a un banquete, pero se niegan a ir los invitados. Al final, llama a invitar a cualquiera que encuentre por los caminos, que van entrando. Se encuentra con uno que no tenía el traje de “celebración” puesto, y le echa del convite. Vale; la invitación es gratis, pero, por lo menos, había que ir con traje de etiqueta al banquete. Es otra forma de ver el Purgatorio: estás salvado, pero hay que entrar de “etiqueta”, limpio de cualquier pecadillo, falta o imperfección…, porque vas a presentarte ante el Dios todo perfecto. Más todavía: vas a verle y vas a ser como Él.

    Entonces, el Purgatorio es, quizá, una cansina realidad que hay que pasar. Unos “purgatorios” serán mejores, otros peores… pero tienen un sentido: llegar al Cielo en perfecto estado de revista.

    Curiosa representación del Purgatorio en la foto que pongo (al final, Dante se encuentra con Beatriz. Está claro que la foto de este Purgatorio está sacada de la Divina Comedia. Siete rampas que hay que subir hasta llegar a la cumbre, donde está el Paraíso.)


    Entonces, el Purgatorio, como antesala del Cielo, siempre va a ocurrir antes del fin de los tiempos, del Juicio Final, que, para entonces, habrá ya ocurrido la resurrección de los muertos. Todos, justos y pecadores. Entonces ya habrá llegado el fin: los de Dios, estarán junto a Él, con su cuerpo glorioso. Hace unas semanas oí en la radio al estudioso Antonio Piñero que se preguntaba la razón por la cual tendría que resucitar el cuerpo físico de las personas (si bien, no físico mortal, como es ahora, sino cuerpo glorioso). Yo pensaba que, si somos semejantes a Dios, también lo tendríamos que ser también en lo físico. Si Dios es creador de lo visible y lo invisible, y todo le pertenece a Él, lo material y lo inmaterial, los resucitados con cuerpo glorioso tendrían que ser semejantes a Él: en lo inmaterial y en lo material. Es un nuevo misterio este que se abre a cómo será la resurrección de los muertos, porque ni siquiera podemos entender cómo es la naturaleza de Dios Padre. En nuestras cabezas mortales no entra una explicación que podamos entender.

  3. #23
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    Y, para rematar el tema, unas "voces celestiales"


  4. #24
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    ¡El infierno!




    ¡Qué buen tema Rusko!

    Un saludo

  5. #25
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    En los cementerios hay anécdotas curiosísimas. Una de las estatuas que llaman la atención es la de un difunto bajo la cual podemos leer: "Pedro Vega".



    Cuando la gente la ve, suele comentar que es la estatua de un torero. Es normal que ocurra esto puesto que el cementerio de Sevilla de San Fernando, está lleno de ellas. No es cierto en este caso.
    El difunto, de nombre artístico Pedro Vega fue un bailarín cuyo nombre real era Jesús González. Lo anecdótico de este caso, fue la manera en la que murió.
    Se produjo una explosión en un tirador de cerveza y una de las piezas que salió disparada fue a darle justo en el corazón provocándole la muerte.

    ¿Qué haría este hombre pegado a un tirador de cerveza?

  6. #26
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    Cita Iniciado por Zampabol Ver Mensaje
    En los cementerios hay anécdotas curiosísimas. Una de las estatuas que llaman la atención es la de un difunto bajo la cual podemos leer: "Pedro Vega".



    Cuando la gente la ve, suele comentar que es la estatua de un torero. Es normal que ocurra esto puesto que el cementerio de Sevilla de San Fernando, está lleno de ellas. No es cierto en este caso.
    El difunto, de nombre artístico Pedro Vega fue un bailarín cuyo nombre real era Jesús González. Lo anecdótico de este caso, fue la manera en la que murió.
    Se produjo una explosión en un tirador de cerveza y una de las piezas que salió disparada fue a darle justo en el corazón provocándole la muerte.

    ¿Qué haría este hombre pegado a un tirador de cerveza?
    Jo, que gafe este pobre hombre Lo malo de las muertes tontas es que no hay marcha atrás. No te puedes reir un rato porque está muerto (en las pelis queda bien..... pero en la vida real... vaya palo)

  7. #27
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    Dices que no abres muchos hilos Rusko, pero este hilo esta fenomenal. Siempre he tenido una inclinación morbosa por visitar cementerios antiguos y leer los epitafios borrosos en el mármol o la piedra antigua.

    Me hubiera gustado oír sobre el cementerio de Highgate. Se dice que en 1960 tuvo un vampiro residente, que rondeaba el cementerio por las noches. Un puñado de personas importantes fueron enterrados en dicho cementerio. No es un sitio lujoso ni nada por el estilo, mas bien esta un poco descuidado, pero "tiene ambiente" y ha vivido en la imaginación de mucha gente.
    Última edición por JoseAntonio1; 07-nov.-2012 a las 14:35

  8. #28
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    Coincido 100% con JoseA.: este hilo es fantástico! Y tengo la misma inclinación morbosa de querer visitar todos los cementerios antiguos! Todos tienen sus historias, y aunque sean más malas que buenas, no dejan de atraerme poderosamente!
    A ver si tengo algo más de tiempo este finde y pongo alguna cosilla sobre estos "patios de los callados"...




    «Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3


  9. #29
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    Para los que les gustan estas cosas (yo entre ellos, jejejejej).


    Uno de los malos malísimos de la historia del cine, es el inestimable Fredy Kruger (en Sevilla escribimos tal y como suena) que atemorizó a toda una generación de chicas en los cines de todo el mundo. (¡¡La de novietes que se aprovecharon de la situación:blink:!!)

    Poca gente sabe que este hombre estuvo casado y que su viuda está enterrada en el cementerio de San Fernando de Sevilla. ¡¡¡A las pruebas me remito!!!


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  10. #30
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    Para mí, uno de los más curiosos que he visto nunca. El camposanto de Comillas, Santander (Cantabria para los modernillos)




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