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Tema: La verdadera cara de la iglesia católica

  1. #1
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    17-septiembre-2016
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    Predeterminado La verdadera cara de la iglesia católica

    Me había propuesto no traer al foro esta clase de temas sino mostrar enseñanzas bíblicas, pero en vista de que los católicos se han empeñado en insistir en las prácticas de mi religión, yo también voy a hablar de las prácticas de las de ellos durante todos estos siglos de fundada.:biggrin:

    Voy a traerles muchas información que probablemente Uds nunca oyeron hablar sobre la Iglesia Católica (a partir de ahora la llamaré IC, porque la mencionaré muchas veces).

    Hablaremos sobre cómo surgieron sus doctrinas (que no fue de la Biblia); sobre cómo se establecieron los Papas como líderes (que no fue por supuesta sucesión de Pedro); sobre la personalidad real de esos Papas, y las cosas que hacían; sobre de dónde salen las imágenes católicas de las que están llenas las iglesias; sobre de dónde salió la fortuna del Vaticano; sobre la realidad católica actual detrás de bambalinas; etc, etc, etc.


    No se pierdan este tema, que va a estar muy interesante.
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
    ... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.


  2. #2
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    17-septiembre-2016
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    Predeterminado

    Aunque muchos sabemos que las reformas protestantes no comenzaron oficialmente hasta el siglo XVI, la verdad es que las protestas ya habían comenzado desde mucho antes, para cerca del año 1000, cinco siglos antes.

    Les pongo algunos ejemplos:

    1) A principios del siglo IX, el arzobispo Agobardo de Lyon condenó la adoración de imágenes y la invocación de “santos”.

    2) A Berengario de Tours, un arcediano del siglo XI, se le excomulgó por poner en duda la transubstanciación, doctrina que afirma que el pan y el vino utilizados en la misa católica se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo.

    3) Un siglo después, Pedro de Bruys y Enrique de Lausana rechazaron el bautismo de infantes y la adoración de la cruz, debido a lo cual, Enrique perdió su libertad y Pedro, la vida.

    Busquen información sobre estos personajes históricos y conocerán muchas cosas sobre su movimiento contra la IC. Yo no me puedo detener mucho en casos específicos (aunque a veces lo haré), porque quiero compartir con Uds muchísima información sobre la que Uds mismos pueden seguir indagando.

    La IC, por supuesto, abusando de su poder y supuesta autoridad "divina", condenaba estas rebeliones como herejías, y así las registraban en los documentos oficiales de la Iglesia.

    Aunque estas que aquí presento fueron adoptadas más tarde por los protestantes, había muchas más rebeliones a otras enseñanzas y prácticas implantadas por el catolicismo. Algunas de ellas, hoy, incluso los protestantes, siguen creyendo que son herejías.
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
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  3. #3
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    17-septiembre-2016
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    Todavía antes de la Reforma protestante, tenemos muchos otros movimientos contra las doctrinas y prácticas impuestas por la IC. Les pongo una información sacada de una publicación nuestra, la revista Despertad del 22 de Agosto de 1989; para consultar nuestras publicaciones en línea puede visitar este sitio:

    https://wol.jw.org/es/wol/h/r4/lp-s

    La información dice:

    " “A mediados del siglo XII las ciudades de la Europa occidental estaban llenas de sectas heréticas”, dice el historiador Will Durant. El más significativo de estos grupos es el de los valdenses. Adquirieron importancia a finales del siglo XII bajo la dirección del comerciante francés Pierre Valdès (Pedro de Valdo). Disentían de la Iglesia, entre otras cosas, en la adoración a María, la confesión a un sacerdote, la celebración de misas para los muertos, las indulgencias papales, el celibato sacerdotal y el uso de armas carnales. Este movimiento se esparció con rapidez por toda Francia y el norte de Italia, y se adentró en Flandes, Alemania, Austria y Bohemia (Checoslovaquia).

    Mientras tanto, en Inglaterra, Juan Wiclef, doctorado en Oxford y conocido más tarde como “el lucero del alba de la Reforma inglesa”, condenaba a ‘la jerarquía acaparadora de poder’ del siglo XIV. Al traducir toda la Biblia al inglés, él y sus asociados por primera vez la hicieron disponible al ciudadano común. Sus seguidores, a los que se llamó lolardos, predicaban públicamente y distribuían tratados y algunas porciones de la Biblia. Tal comportamiento “herético” no le sentó bien a la Iglesia.

    Las ideas de Wiclef se propagaron también por otras partes. En Bohemia captaron la atención de Jan Hus (Juan Hus), rector de la universidad de Praga. Hus puso en duda la legitimidad del papado y negó que Pedro hubiese sido el fundamento de la Iglesia. Después de una controversia sobre la venta de indulgencias, se juzgó a Hus por herejía y se le quemó en la hoguera en 1415. Según la enseñanza católica, las indulgencias permiten conseguir la remisión parcial o total de las penas por los pecados, acortando o eliminando el período de tiempo durante el cual una persona sufre castigo temporal y purificación en el purgatorio antes de entrar en el cielo.

    Continuaron oyéndose voces en favor de una reforma. El italiano Girolamo Savonarola, predicador dominico del siglo XV, se lamentó: “Los papas y los prelados hablan en contra del orgullo y la ambición, pero están hundidos en ello hasta las orejas. Predican la castidad, pero tienen amantes. Solo piensan en el mundo y en lo mundano; no se preocupan en absoluto de las almas”. Hasta los cardenales católicos reconocieron el problema. En un memorando que dirigieron al papa Pablo III en 1538, llamaron a su atención los abusos parroquiales, financieros, judiciales y morales. El papado, sin embargo, no llevó a cabo las reformas que obviamente hacían falta, lo que dio un mayor impulso a la Reforma Protestante. Entre los primeros líderes protestantes estuvieron Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino."
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
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  4. #4
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    17-septiembre-2016
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    Predeterminado

    Han oído Uds hablar sobre los acontecimientos que llevaron a Francia a lo que se ha llamado "orientación anticristiana" del siglo XVIII?

    Todo comenzó a mediados del siglo XVI, cuando Francia aun era una nación próspera y populosa. Como la economía crecía y al mismo tiempo la población del país, la gente quería un catolicismo más espiritual y fraternal; deseaban que la iglesia fuera menos rica y más santa. El protestantismo ya existía en muchas regiones, pero en Francia aun era prácticamente incipiente, hasta que eso cambió. Todo comenzó con los deseos de algunos líderes católicos y estudiosos de humanismo de que se hicieran algunas reformas religiosas debido a los abusos de las altas jerarquías y la ineptitud del clero regular.

    El obispo Guillaume Briçonnet era uno de los propios católicos que defendían la renovación. Él alentaba la lectura de las Escrituras entre sus diocesanos de Meaux. Llegó a patrocinar una nueva versión francesa de las Escrituras Griegas Cristianas, aunque cejó en su empeño al convertirse enseguida en blanco de las iras de la Facultad de Teología de la Sorbona (París), guardiana de la ortodoxia católica.

    Por su parte, el rey de Francia Francisco I (rey desde 1515 a 1547) favorecía también estas reformas y toleraba la crítica al catolicismo mientras esta no perturbara el orden público ni la unidad nacional. Pero en muy poco tiempo comenzaron las ejecuciones de protestantes en la hoguera. Salieron del país muchos humanistas y sus partidarios, así como seguidores del incipiente protestantismo. Se instauró la censura de libros y el control de la docencia, la edición y la impresión.

    Los primeros que cebaron esta oposición oficial fueron los valdenses, que vivían en los pueblos pobres del sudeste de Francia. Algunos acabaron en la hoguera, centenares murieron en matanzas y una veintena de sus aldeas fueron desoladas.

    La IC se concientizó de que tenían que reformar la Iglesia desde dentro para evitar la presión externa, así que convocaron a un concilio de obispos en Diciembre de 1545 en la ciudad italiana de Trento. El efecto de este concilio no fue a favor de las reformas, sino que su efecto estuvo más bien dirigido a soportar todo lo que fuera necesario a los que estuvieran decididos a desarraigar el protestantismo.

    Los católicos que estaban esperanzados en una reforma interna, cansados de esperar y desilusionados, se adhirieron al protestantismo. Alrededor de 1560 un buen número de aristócratas franceses y sus partidarios se unió a los hugonotes o protestantes, que cada día hablaban con más fuerza.

    A veces las reuniones de los hugonotes eran causa de irritación y antagonismo, como en 1558, cuando se congregaron por millares en París para cantar salmos durante cuatro días. Ésto enfureció a los poderosos jerarcas, así como a las masas, de la Iglesia Católica. Por instigación del cardenal Carlos de Lorena, Enrique II, hijo y sucesor de Francisco I, promulgó en junio de 1559 el Edicto de Écouen, cuyo propósito expreso era erradicar la “infame canalla luterana”. El edicto desató en París una campaña de terror contra los hugonotes. En unas pocas semanas el rey Enrique II falleció por razones ajenas al asunto, y su hijo Francisco II le sucedió en el trono de Francia.

    Francisco II, a instancias de la familia Guisa, renovó el edicto que condenaba a muerte a los protestantes que no abjuraran de su fe. Al año siguiente murió Francisco II, y como el sucesor, Carlos IX, tenía 10 años, asumió la regencia su madre, Catalina de Médicis, cuya actitud conciliadora no era del agrado de los Guisa, que estaban decididos a exterminar el protestantismo.

    En 1561, la regente organizó un coloquio en Poissy, cerca de París, con teólogos católicos y reformados. En el edicto publicado en enero de 1562, Catalina concedió a los protestantes la libertad de congregarse fuera de las ciudades, medida que suscitó la indignación católica. Así se dispuso la escena de los sucesos que ocurrieron dos meses después, la mencionada matanza de protestantes en un cobertizo del municipio de Vassy.

    En los siguientes comentarios les hablaré de la carnicería de Vassy, que fue el detonante de la primera de ocho guerras religiosas que hundieron a Francia en una vorágine de matanzas mutuas desde 1562 hasta mediados de los años noventa. Aunque los asuntos políticos se pusieron en juego, los intereses de la IC y los de los protestantes fueron la verdadera motivación detrás de estas masacres recogidas en la historia de Francia, dando origen a lo que se llamó la "orientación anticristiana" del siglo XVIII.

    Luego continúo con la historia.
    Última edición por Eli_yahu; 11-jul.-2017 a las 16:18
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
    ... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.


  5. #5
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    17-septiembre-2016
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    Predeterminado

    Sobre la masacre de Vassy, el libro "Los hugonotes ..." de Enrique Fliedner , nos cuenta lo siguiente:

    A pesar de estas sangrientas persecuciones, el número de los protestantes había aumentado de tal manera, que en 1560 se podía calcular en cinco millones, y de ellos una buena parte eran nobles. El edicto de San Germán (Enero de 1562), les reconoció el derecho de vivir según su fe y de celebrar su culto en todas partes, excepto en las grandes ciudades; de manera que Calvino, lleno de alegría, exclamaba: "Si se observa este edicto, el papado caerá hecho polvo."

    Por desgracia, el edicto no fue cumplido. El duque de Guisa fue quien lo violó por la matanza de Vassy. Pretendía este príncipe tener quejas de los Hugonotes de esta pequeña ciudad, porque se habían burlado del obispo de Troyes, el cual en una discusión con su pastor se quedó corto y sin saber qué decir. Marchó, pues, el de Guisa contra ellos con una tropa de doscientos hombres, armados de arcabuces y puñales. El 1ª de Marzo los Reformados se habían reunido en número de cerca de mil doscientos, en una granja que les servía de templo. Creíanse en seguridad bajo la protección del edicto de San Germán; mas no bien, empezado el culto, se precipitaron las gentes de Guisa en medio de los fieles inofensivos, y durante una hora golpearon, mataron, estrangularon, sin perdonar sexo ni edad. Setenta personas quedaron allí muertas y más de doscientas recibieron heridas graves. Después de tan brillante expedición, llamó el duque al juez, y le reprendió ásperamente por tolerar semejantes reuniones; recordóle el juez el edicto de San Germán, y el de Guisa, llevó la mano a la espada, exclamando: "Yo me encargaré de cortar ese edicto de papel." Vuelto a París, llamó el príncipe a las armas a la burguesía fanática, y levantó así un ejército de 80.000 hombres. Comprendieron entonces los evangélicos que el Gobierno no tenía ni la voluntad ni el deber de protegerlos, y que, por lo tanto, tenían ellos que proveer a su propia seguridad.

    Un artículo sobre estas guerras, publicado en nuestra revista Despertad del 22 de Abril de 1997, nos sigue contando:

    Después de la batalla de Dreux, en diciembre de 1562, que segó 6.000 vidas, concluyó la primera guerra de religión. La paz de Amboise, firmada en marzo de 1563, otorgó a los nobles hugonotes cierto grado de libertad religiosa, aunque limitaba sus lugares de culto.

    “La segunda guerra tuvo su origen en los temores hugonotes a una conjura católica internacional”, señala la obra The New Encyclopædia Britannica. Entonces no era raro que los magistrados católicos ahorcaran a ciudadanos solo por ser protestantes. En 1567 hubo una intentona hugonota de apoderarse del rey Carlos IX y su madre, Catalina, hecho que desató el segundo conflicto.

    Después de referirse a una de las batallas más sangrientas, la de Saint-Denis, librada a las afueras de París, los historiadores Will y Ariel Durant comentaron: “Francia se preguntó de nuevo qué religión era aquella que llevaba a los hombres a semejante carnicería”. Poco después, en marzo de 1568 se firmó la paz de Longjumeau, que reconocía a los hugonotes la misma tolerancia relativa de la paz de Amboise.

    Los católicos, indignados, rehusaron aceptar el acuerdo, de modo que en septiembre de 1568 estalló la tercera guerra religiosa. Fue seguida de un acuerdo de paz que hacía mayores concesiones a los hugonotes. Se les cedieron varias fortalezas, entre ellas el puerto de la Rochela. Además, se designó para el Consejo de Estado del rey a un importante príncipe protestante, el almirante Coligny. Nuevamente, los católicos se enfurecieron.

    Pero la cosa no acabó aquí. En los siguientes comentarios les cuento más.
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
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  6. #6
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    Predeterminado

    LA VERDADERA CARA DE LA IGLESIA CATOLICA ES ESTA:




  7. #7
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    Predeterminado

    El artículo que cito en mi comentario anterior continúa diciendo:

    Un año después, el 22 de agosto de 1572, Coligny iba caminando por las calles de París, del Palacio del Louvre a su casa, cuando sufrió un atentado del que logró reponerse. Los protestantes, furiosos, amenazaron con vengarse implacablemente si no se hacía justicia de inmediato. En un consejo privado, el joven rey Carlos IX, su madre Catalina de Médicis y varios príncipes decidieron eliminar a Coligny. A fin de evitar represalias, también ordenaron el asesinato de todos los protestantes que se hallaban en París para la boda de Enrique de Navarra, protestante, y la hija de Catalina, Margarita de Valois.

    La noche del 24 de agosto, las campanas de la iglesia de Saint-Germain-l’Auxerrois, situada frente al Louvre, dieron la señal de que comenzara la matanza. El duque de Guisa y sus hombres irrumpieron en el aposento donde dormía Coligny, lo mataron, arrojaron por la ventana el cadáver y luego lo mutilaron. El duque católico dio esta consigna: “Matadlos a todos; lo ordena el rey”.

    Del 24 al 29 de agosto se sucedieron escenas horribles en las calles de París. Llegó a decirse que las aguas del Sena bajaban rojas con la sangre de miles de hugonotes. También corrió la sangre en otras poblaciones. Aunque los cálculos oscilan entre diez mil y cien mil muertos, la mayoría de los historiadores coincide en señalar que fueron como mínimo treinta mil.

    “Tan horrible como la matanza —dijo un historiador— fue el júbilo que se suscitó.” Al enterarse de lo sucedido, el papa Gregorio XIII organizó una ceremonia de acción de gracias y dio su pláceme a Catalina de Médicis. Además, acuñó una medalla especial en conmemoración de la carnicería y autorizó que se representara en una pintura con la leyenda “El Pontífice aprueba la ejecución de Coligny”.

    Cuentan que, una vez perpetrada la matanza, Carlos IX tuvo visiones de sus víctimas, y que gritaba a su enfermera: “¡Qué mal me aconsejaron! ¡Oh, Dios, perdóname!”. Falleció en 1574 a la edad de 23 años, y le sucedió su hermano Enrique III.


    Noten la feroz guerra asesina de la IC por mantener el poder religioso y su autoridad en los territorios donde se implantaba. Las palabras del duque de Guisa y luego la celebración papal de aquellas sangrientas matanzas, demuestran el espíritu real detrás de tanta santurronería.
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  8. #8
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    Predeterminado

    El artículo anterior termina diciendo:

    Más guerras de religión

    Entre tanto, la jerarquía católica azuzaba a la población contra los hugonotes. El clero de Tolouse exhortó a sus fieles: “Matadlos y saquead; somos vuestros padres. Os protegeremos”. Las violentas campañas de exterminio dirigidas por el rey, los parlamentos, los gobernadores y los capitanes sentaron el ejemplo que imitaron las masas católicas.

    Pero los hugonotes contraatacaron. A los dos meses de la “Noche de San Bartolomé” iniciaron la cuarta guerra religiosa. En los lugares donde superaban en número a los católicos destruyeron imágenes, crucifijos y altares en las iglesias católicas, y llegaron a verter sangre. “Dios no quiere que se exima ni ciudades ni gente”, dijo Juan Calvino, caudillo del protestantismo francés, en su Declaración para mantener la verdadera fe.

    Se sucedieron otras cuatro guerras de religión. La quinta terminó en 1576 al firmar Enrique III una paz que concedía a los hugonotes plena libertad de culto en toda Francia. Pero la ultracatólica ciudad de París se rebeló y expulsó al rey, a quien consideraba demasiado conciliador con los hugonotes. Los católicos formaron un gobierno de oposición, la Santa Liga, capitaneada por Enrique de Guisa.

    Por último, en el octavo conflicto, la guerra de los Tres Enriques, el rey Enrique III (católico) se alió con su futuro sucesor, Enrique de Navarra (protestante), contra Enrique de Guisa (católico). El monarca logró que se asesinara a Enrique de Guisa, pero él mismo cayó víctima de la agresión de un dominico en agosto de 1589. Así, Enrique de Navarra, que diecisiete años antes se había librado de la “Noche de San Bartolomé”, subió al trono como Enrique IV.

    Dado que era hugonote, París se negó a acatarlo. La Santa Liga católica organizó sus huestes por todo el país para luchar contra él. Aunque el soberano ganó varias batallas, cuando los católicos recibieron refuerzos de España acabó abjurando del protestantismo y convirtiéndose a la fe católica. Tras su coronación, el 27 de febrero de 1594, Enrique entró en París, donde el pueblo, exhausto de tanta guerra, lo aclamó como rey.

    Así concluyeron las guerras religiosas de Francia, tres decenios largos de matanzas mutuas de católicos y protestantes. El 13 de abril de 1598, Enrique IV publicó el histórico Edicto de Nantes, que reconocía la libertad de conciencia y de culto a los protestantes. Según el Papa, el edicto era “lo más malvado que podía imaginarse, [pues] concedía a toda la gente la libertad de conciencia, que era la peor cosa del mundo”.

    Por toda Francia hubo católicos que creyeron que con el edicto el rey había quebrantado su promesa de defender su fe. La Iglesia no descansó hasta conseguir, casi un siglo más tarde, que Luis XIV revocara el edicto, lo que suscitó una persecución de los hugonotes aún más implacable.

    El fruto de las guerras


    A fines del siglo XVI, la prosperidad de Francia se había desvanecido. Medio reino había sido asediado, saqueado, extorsionado o devastado. Los soldados exigían demasiadas cosas al pueblo, lo cual desató revueltas del campesinado. La población protestante, diezmada por ejecuciones, matanzas, expatriaciones y abjuraciones, entró muy mermada en el siglo XVII.

    Todo indicaba que los católicos habían ganado las guerras de religión en Francia. Pero ¿contaba su triunfo con la bendición divina? Obviamente, no. Hastiados de las matanzas en nombre de Dios, muchos franceses se hicieron irreligiosos. Fueron los precursores de la denominada orientación anticristiana del siglo XVIII.
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
    ... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.


  9. #9
    Fecha de Ingreso
    17-septiembre-2016
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    Predeterminado

    El aiguiente artículo presenta una serie de crímenes de la IC que no tiene parangón en la historia de la humanidad. Está tomado de un artículo de título "El juicio divino contra "el hombre del desafuero"", publicado en nuestra revista Atalaya del 1 de Febrero de 1990, y basado en el texto bíblico de Mat.7:19 que dice:

    Todo árbol que no produce fruto excelente llega a ser cortado y echado al fuego.


    El clero de la cristiandad es más reprensible que otros líderes religiosos por el derramamiento de sangre. ¿Por qué? Porque además de haber tomado sobre sí el nombre de Dios han tomado el de Cristo. Así han asumido la obligación de seguir las enseñanzas de Jesús. (Juan 15:10-14.) Pero no han seguido esas enseñanzas, y así han acarreado gran vituperio tanto a Dios como a Cristo. El clero ha sido culpable de derramamiento de sangre tanto directamente —en las Cruzadas, otras guerras religiosas, inquisiciones y persecuciones— como indirectamente, al dar su aprobación tácita a guerras en las que miembros de las iglesias han matado a su semejante en otros países.

    Por ejemplo, desde el siglo XI hasta el XIII el clero de la cristiandad introdujo las Cruzadas. El resultado de estas fue derramamiento de sangre y saqueo horrendos en el nombre de Dios y de Cristo. Se dio muerte a centenares de miles de personas. Entre las Cruzadas estuvo la Cruzada de los niños, en el año 1212, que terminó en la matanza insensata de miles de niños a quienes se indujo a participar en ella.

    En el siglo XIII la Iglesia Católica Romana aprobó oficialmente otro horror que deshonraba a Dios: la Inquisición. Esta institución comenzó en Europa y se extendió a las Américas; duró más de seis siglos. Creada y apoyada por el papado, con ánimo asesino se usó para torturar y eliminar a todo el que no concordara con la iglesia. Aunque la iglesia había perseguido previamente a los no católicos, la Inquisición pasó a hacer mucho más que eso.

    Peter De Rosa, quien afirma que es “católico patriótico”, dice en su libro reciente Vicars of Christ—The Dark Side of the Papacy (Vicarios de Cristo... el lado maligno del papado): “La iglesia fue responsable de la persecución de los judíos, de la Inquisición, de la matanza de millares de herejes, de volver a introducir la tortura en Europa como parte del proceso judicial. [...] Los papas nombraban y destituían hasta a emperadores, exigían que estos impusieran el cristianismo a sus súbditos bajo amenaza de tortura y muerte. [...] El efecto que esto tuvo en el mensaje del Evangelio fue horrendo”. El único “delito” de algunos que fueron asesinados fue que tenían una Biblia.

    Respecto al papa Inocencio III, de principios del siglo XIII, De Rosa dice: “Se ha calculado que en la última y más violenta persecución por el emperador [romano] Diocleciano [del siglo III] por todo el mundo perecieron unos dos mil cristianos. Durante la primera atrocidad de la Cruzada del papa Inocencio [contra los “herejes” de Francia] se dio muerte a diez veces más personas. [...] Alarma el descubrir que, de un golpe, un papa mató a muchos cristianos más que Diocleciano. [...] [Inocencio] no tuvo reparos en usar el nombre de Cristo para cuanto Cristo mismo desaprobó”.

    De Rosa menciona que “en el nombre del papa [los inquisidores] fueron responsables del más violento y continuo ataque contra la decencia en la historia de la raza humana”. Del inquisidor Torquemada, un dominico español, dice: “Nombrado en 1483, gobernó tiránicamente por quince años. Sus víctimas fueron más de 114.000, de las cuales 10.220 fueron quemadas”.

    El escritor citado llega a esta conclusión: “El registro de la Inquisición sería vergonzoso para cualquier organismo; para la Iglesia Católica es aplastante. [...] Lo que muestra la historia es que, por más de seis siglos, sin interrupción, el papado fue el enemigo jurado de la justicia elemental. De una línea de ochenta papas, desde el siglo XIII en adelante, ninguno de ellos desaprobó la teología de la Inquisición ni su sistema represivo. Por el contrario, uno tras otro fueron añadiendo sus propios rasgos crueles al funcionamiento de esta mortífera maquinaria. Lo que uno no se explica es: ¿cómo pudiera ser que unos papas continuaran por generaciones en esta virtual herejía? ¿Cómo se les hizo posible repudiar todo punto del Evangelio de Jesús?”. Contesta: “Los pontífices prefirieron contradecir el Evangelio a contradecir a un predecesor ‘infalible’, pues eso abatiría al papado mismo”.

    También fue desaforado el papel que el clero desempeñó en la institución violenta de la esclavitud. Las naciones de la cristiandad secuestraron a millares de africanos, los llevaron a lugares remotos y por siglos los maltrataron física y mentalmente como esclavos. Relativamente pocos miembros de la clase clerical se opusieron con vigor a ello. Algunos hasta afirmaron que era la voluntad de Dios. (Véase Mateo 7:12.)

    Culpa de sangre en el siglo XX


    La culpa de sangre del hombre del desafuero ha alcanzado un punto máximo en nuestro siglo. El clero ha apoyado guerras en que han muerto decenas de millones de personas, las peores guerras de la historia. Apoyó a ambos lados en las dos guerras mundiales, en las que personas de la misma religión, “hermanos”, se mataron unas a otras. Por ejemplo, en la II Guerra Mundial católicos franceses y estadounidenses mataron a católicos alemanes e italianos; protestantes británicos y estadounidenses mataron a protestantes alemanes. A veces mataron a otros que no solo eran de su misma religión, sino que también tenían sus mismos antecedentes nacionales. Las dos guerras mundiales estallaron en el corazón de la cristiandad y no habrían ocurrido si el clero hubiera obedecido el mandamiento de amarse unos a otros y hubiera enseñado a sus seguidores a hacer lo mismo.

    El periódico The New York Times afirmó: “En el pasado las jerarquías católicas locales casi siempre apoyaron las guerras de sus naciones al bendecir a los soldados y hacer oraciones por la victoria, mientras que en el bando opuesto otro grupo de obispos oraba públicamente por el resultado contrario. [...] La contradicción entre el espíritu cristiano y la conducta bélica [...] se les hace cada vez más patente a muchas personas, a medida que los armamentos se hacen más brutales”. Y la revista U.S.News & World Report comentó: “La frecuencia con que las naciones llamadas cristianas han utilizado la violencia ha perjudicado gravemente el prestigio del cristianismo en el mundo”.

    Además, aunque hoy día no hay oficialmente una Inquisición, el clero se ha valido del brazo del Estado para perseguir a “profetas” y “santos” que no concuerdan con él. Ha presionado a líderes políticos para que ‘con apariencia de ley perpetren agravios’. Así, en nuestro siglo ha causado o aprobado el que se proscriba, encarcele, golpee, torture y hasta se dé muerte a personas que temen a Dios. (Revelación 17:6; Salmo 94:20, Bartina-Roquer.)
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
    ... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.


  10. #10
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    Predeterminado

    En otros foros se comenta sobre la participación de la Iglesia Católica en la esclavitud. Siempre he sabido que las instituciones católicas se caracterizan por tratar a los devotos como "esclavos" de los dirigentes, con el pretexto de "servir" a Dios. Cuando fuí profesor de italiano tuve una alumna muy joven que vestía hábitos de monja y la traían en el bus del convento para que asistiera a mis clases y luego la recogían. Después de algún tiempo ya no vestía más todo ese ropaje. Le pregunté porqué, y me respondió que la estaban tratando como una esclava dentro del convento donde estaba.

    Leyendo una revista de 1951, leí una noticia sobre ese asunto que me dejó perplejo ...
    Trabajo esclavo jesuita plaga Bolivia
    El número de enero de 1951 de la revista Liberty publicó un artículo revelador sobre el mercado internacional de esclavos. Con respecto a América del Sur, la escritora, Rose Slivka, señaló que se estima que tres millones de personas viven en condiciones de esclavitud. Después de afirmar que los terratenientes bolivianos por lo general logran esclavizar a sus trabajadores a través del endeudamiento a largo plazo, el artículo continúa:
    "La situación de los trabajadores agrícolas en las misiones jesuitas bolivianas es la más impactante de todas. Estas son colonias organizadas basadas en el trabajo indígena. Son completamente autónomas y libres de controles. Los indígenas trabajan para las misiones sin remuneración y son contratados en granjas privadas como animales, mientras que la misión es pagada por el trabajo de ellos. Además, los que han sido contratados en las fincas aledañas deben asistir a la casa de la misión todos los sábados para pasar lista y asistir a misa todos los domingos. Cuando un indio recalcitrante no cumple con estas medidas, es golpeado con severidad. Cuando los indios intentan escapar, los misioneros organizan inmediatamente una cacería y los que tienen la mala suerte de ser atrapados son torturados. Sin embargo, los guarayos fugitivos, como se llama a los que huyen, son muy numerosos ".
    Pleno año 1951 y aun practicaban esa clase de abusos tan característicos de siglos anteriores.
    Última edición por Eli_yahu; 25-jun.-2019 a las 09:49
    2Tim.3:13 (...) los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados.
    Dan.11:33 Y tocante a los que tienen perspicacia entre el pueblo, impartirán entendimiento a los muchos. (...)
    ... 12:10 Muchos se limpiarán y se emblanquecerán y serán refinados. Y los inicuos ciertamente actuarán inicuamente, y absolutamente ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán.


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