UNA VISITA INTEMPESTIVA - PARTE 2
...............................................
por Alejandra Correas Vazquez


DOS HERMANOS DIALOGAN


—¿Has oído esa sirena?

Le preguntó así el hermano mayor Orencio, un joven militar, a su hermano menor Oscar reciente médico,, quien hallábase de visita en su casa viendo el estado de salud del primero, el cual estaba en cama con “parte” de enfermo

—Sí... ¿Qué habrá pasado?--- contestóle el muchacho
—Acaban de matar a tu futuro cuñado.
—¡Eudorito! ...¿Cómo es eso?... ¡Y cómo lo sabes!— saltó espantado Oscar

Orencio, perteneciente al mismo partido de Stuckert y que conocía todo lo programado, dirigióle una fuerte mirada a su joven hermano. Luego le explicó, con mesura:

—Quisieron que yo me encargara de ese crimen y me negué. Como puedes ver no estoy enfermo, a pesar de haber dado “parte” de enfermo— y luego guardó silencio
—No te calles, quiero saber— insistió Oscar angustiado
—Pues bien, como lo oyes... Yo me negué. Pero le he hablado de frente como poca gente se atreve a hacerlo, diciéndole: “Doctor Z. ... Yo soy usted lo sabe bien, su correligionario, un partidario leal que no va a traicionarlo, pero tampoco a doblegarse... ¡Pero sigo siendo un soldado de la patria! No cedí en el 30, hace cinco años, y dejé por ello mi carrera militar, debido a mis convicciones a las cuales no voy a abandonar. Pero sigo siendo siempre, un soldado de la patria ¡No! No soy un asesino. No seré un criminal. Busque usted a otro. Yo no estoy a su lado para eso” ... Esa sirena mi indica, Oscar, que lamentablemente, acaban de matar a tu futuro cuñado Eudoro, en Plaza de Mercedes.

Oscar era muy joven. Mientras que su hermano mayor Orencio le llevaba veinte años de vida, experiencia y convicciones. Era un político, un militar y un empresario. Un hombre de mundo, siempre seguro de los pasos que daba.

Diez años después de este día luctuoso, un ex-condiscípulo de Orencio en el Colegio Militar (compañero de “camarote” en dicho centro de estudios) llegó a Córdoba y lo visitó, para que lo acompañase en una gran asonada política que iba a imponerse en toda la nación durante décadas, Orencio lo atendió, le abrió su casa, le convidó mate y pan criollo,, habló largamente con él, escuchó sus proyectos y sus propuestas, le sumó observaciones y algunas críticas, siguió en buenas relaciones con él en atención a los mutuos recuerdos juveniles ...Pero tampoco cedió. Y si no dio la espalda a sus ideas para colocarse en la cúspide del éxito…¡Menos aún iba a ceder para llenar sus manos con sangre en Plaza de Mercedes!

LA SIRENA


Aquella sirena de 1935 iba a resonar con espanto en las almas cordobesas. La ciudad enlutada. Lacerada. Dolorida. Pero sin embargo, aquello que habían creído los dos hermanos –--Orencio y Oscar--- no había sucedido. Fue en realidad lo único que no sucedió, precisamente lo que estaba programado. El blanco verdadero. El que debía cortar la cinta de colores patrios y comenzar los discursos. El destinatario auténtico de aquella espantosa sangría. El verdadero objetivo sindicado para ese día ...Y el único de todo el conjunto, en sobrevivir sin mella alguna.

UN CIENTÍFICO ALEMÁN


¿Y el científico alemán? Continuó dando notas exóticas. Aquel día luctuoso de 1935 había concluido. Al escuchar la terrible sirena del diario cordobés “La Voz del Interior”, el Dr. Stuckert consideró las cosas a su modo. Todo estaba ya concluido. El aún continuaba con la pistola en la mano y ninguno de ambos quería otro mate. La verde yerba asomábales por los ojos, cual cuadro vivo de esa selva misionera que la cultiva. Dio entonces por terminada la tarea que habíalo llevado esa madrugada entre las primeras luces, hasta el domicilio de la calle Dean Funes al 800.

Cumplido su complejo cometido que habíase propuesto, saludó como un caballero y se retiró. Sencillamente... Pero la familia observó en los meses que siguieron, que existía un policía uniformado frente a su domicilio... ¡Encargado de la seguridad del diputado opositor!

El Dr. Stuckert tal como a sí mismo se lo había propuesto, continuó preservando la vida de su enemigo político. Con más ahínco aún, por los hechos ocurridos...

EL era… Un científico alemán.

-----------ooooooooo--------------