Nuevas heridas presentes que se abrieron en el pasado, pues antes fueron buenos momentos. Heridas que se lamen disfrutando el sabor de lo que fue, custodiadas en un rincón del corazón como viejas y queridas fotografías.

Momentos con sabores especiales, que nada tienen que ver con el gusto y si con las sensaciones.

Pequeña enfermedad del alma, que nos deleita con presencias añoradas, enmarcadas en dulces recuerdos.

¿Que sería del alma, sin esas personas que nos regalaron momentos para la nostalgia?