La pérdida de su querido esposo había sido un golpe cruel e inesperado. Aún en plena juventud se había forjado un mundo lleno de sueños y esperanzas de futuro en su relación matrimonial, que apenas duró un par de años. Pero no todo había sido un camino de rosas, siempre sospechó que su marido le había sido infiel en una ocasión.
Los agotadores días por el dolor constante la llevaron a la extenuación, y por fin pudo dormir.

Sonó potente el golpe dado con un hierro 5, y la bola surcó raudo el espacio hasta casi desaparecer en la lejanía:

- Sonia- sonó a su espalda una voz bien conocida.
- ¿Pablo?, ¿eres tú?- contestó desde la más profunda incredulidad ella.
- No te preocupes- le dijo tomándola de la mano- Sigo muerto.
- ¿Dónde estamos?
- En el cielo, por supuesto – clamó con satisfacción y una sonrisa de oreja a oreja él.
- ¿El cielo es un club de golf?.
- En tu sueño si.
- ¿Tú estás en el cielo?
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- No es tan difícil entrar. Mira, por allí está Jorge, nuestro vecino. Y más allá Andrés, el amigo alcohólico de tu padre.
- No sabía que había muerto. De hecho se le ve muy bien, mejor que en vida diría.


Se sentaron en la mesa de una terraza y pudieron seguir conversando placidamente. Había algunas preguntas pendientes en su relación.

- Bueno, ¿qué estoy haciendo aquí?- Soltó ella de golpe con una sonrisa angelical.
- Sin duda hay algunos asuntos pendientes que tenemos que resolver. Son esenciales para que rehagas tu vida.
- ¿Asuntos pendientes?. ¿Cómo el que me engañaras con mi intima amiga Inés?, por ejemplo.
- Oh, no, tú lo sabías. Tenías que saberlo, y no fue solo con ella.
- ¿Cómo?. ¿Con cuántas más fue?
- ¿Cuántas?. ¿En total o en un momento determinado?
- ¿Tan difícil te es decir una cifra?.

- Nunca se me han dado bien las cuentas, ya lo sabes, pero calculo que con unas veinte.
- ¿Unas veinte?, ¿Te has acostado con más de veinte mujeres en dos años de relación conmigo?.
- Más o menos. Pero no tenía nada que ver contigo. Era yo. Soy adicto al sexo. Es algo así como un síndrome.
- Si, el síndrome de todos los cabrones
.- sentenció con rabia.
- No, en realidad era agotador. La muerte fue una liberación para mi.
- Me estoy esforzando por mostrar un poco de compasión, pero no me sale.
- No quiero tu compasión. Estoy muerto. De qué me sirve. Esto se trata de ti, de que tienes que superarlo y ser feliz con alguien que te merezca, y no con el crápula que fui yo…

Y justo en ese momento despertó. El Sol empezaba a emitir los primeros rayos de luz sobre un día que parecía pedir a gritos ser vivido plenamente. Desperezándose decidió dejar el luto de lado, el negro no le sentaba nada bien a su anacarada piel. Se prometió ir más a menudo a la playa. Con un ligero bronceado se viste mejor sin duda alguna.




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