Es tan lindo como en la adolescencia se nos despiertan todas esas emociones necesarias para el enamoramiento y la reproducción, emociones que en esa etapa de nuestras vidas nos golpean como clavos desde adentro y que nos duelen, nos duelen bien bonito, nos duelen al rojo vivo, sentimos tan intenso en ese entonces, es tan lindo como nos cuesta respirar por querer a alguien, o por querer querer a alguien. Los adultos que no entienden porqué tanto alboroto, se olvidaron de las tonalidades de las emociones, o quizás es que sus sentimientos nunca fueron coloridos.
Cuando crecemos, aprendemos a domar nuestras emociones, están tan adiestradas que solo se manifiestan si se los permitimos, somos capaces de reprimirlas.
Pienso que la etapa más maravillosa es cuando están todas alborotadas, es increíble el proceso de aprender a manejarlas. Como es mejor algo inesperado, como es más divertido algo que desconocemos, como es más divertido el proceso que el final.

Muchos adolescentes pasan duras tormentas contra sus emociones y la formación de su personalidad, muchas veces es un viaje que pueden hacer solos, y no es hasta la adultez que se ve el fin de la tormenta, pueden ver todo con claridad. La tormenta se ha ido, y ellos han evolucionado.