HAY DÍAS QUE ME LEVANTO ASI, AUNQUE SIEMPRE LO SUPERO DESPUÉS DEL DESAYUNO

Mi soledad tiembla
y cada vez más a menudo:
es mucho el peso que soporta
y su vida,
-que es la mía-,
es tan solitaria,
tan vacía y vagabunda,
sin una rendija para la luz,
sin música
-salvo la fúnebre o el Réquiem-,
sin un ápice de grandeza
-salvo lo grande que es la soledad-,
sin maravillas,
sólo el cielo tiznado de negro,
la tormenta amenazando,
el veneno en cada respiración,
la noche preñada de más noches
a cuál más dramática,
la muerte paladeando mi yugular,
el infierno confirmando mi reserva
y yo solo
-a solas con mi soledad-
buscando una salida
y sin encontrarla.