A veces cuesta trabajo discernir entre los errores de Juárez, la situación internacional (que de alguna manera lo favoreció porque el mundo estaba cambiando) y la leyenda negra que le han generado las derechas mexicanas.

Juárez es odiado por muchos mexicanos, al igual que admirado por muchos otros.

Yo le agradezco que, después de 150 años de su Presencia (así, con mayúscula), mi familia y yo podamos ser no creyentes en un pais predominantemente católico. Nadie nos molesta y no molestamos a nadie. Es una maravilla, después de mi relevante experiencia en la España franquista que pronto publicaré para contrastar con mi experiencia mexicana.

Juárez nos dejó un legado maravilloso de libertad religiosa, libertad de expresión, libertad de muchas cosas que la misma derecha disfruta, aunque les duela reconocerlo.

Y vuelvo a lo de su Presencia: el tipo arregló el futuro de una nación en vida.