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Tema: Pseudoveltíosis natanatórica.

  1. #91
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    01-noviembre-2016
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 86]
    Un joven fariseo extremadamente virulento y perseguidor contra la fe cristiana fue Saulo de Tarso, quien presenció y hasta apoyó el asesinato del discípulo Esteban (acaecido, aproximadamente, en el año 34). Extendió su persecución a otras ciudades además de Jerusalén, y hasta consiguió autorización escrita del sumo sacerdote para buscar a los discípulos de Cristo incluso en Damasco (Siria) y llevarlos atados a Jerusalén, probablemente para que el Sanedrín (tribunal supremo judío, ubicado en Jerusalén, compuesto por 71 miembros y presidido por el sumo sacerdote) los juzgase. Pero en el camino hacia Damasco contempló una visión sobrenatural y quedó ciego. Entonces, le fue enviado un cristiano de nombre Agabo y recobró la vista, y se convirtió al cristianismo. Por lo tanto, aproximadamente hacia el año 35 de nuesta era, Saulo se convirtió en Pablo, un cristiano. Del año 36 al 45 se sabe poco de Pablo, y a este período se le ha denominado “años desconocidos de Pablo, el apóstol”. Del año 47 al 56 efectuó 3 viajes misionales, manifestando una formidable e inusual actividad evangelizadora. Tras su último viaje misional, Pablo se dirigió hacia Jerusalén, probablemente para informar de su actividad a los apóstoles. Aparentemente, en camino hacia la ciudad santa unos profetas cristianos predijeron que le esperaban cadenas o encarcelamiento en Jerusalén; y sus profecías se cumplieron. Mientras estaba en el Templo, para limpiarse ceremonialmente, algunos judíos de Asia agitaron al populacho y se formó una turba violenta contra él, pero los soldados romanos lo rescataron de un linchamiento casi seguro. Claudio Lisias, el tribuno (jefe de una legión de soldados romanos) que mantenía el orden militar en Jerusalén, al saber que Pablo tenía la ciudadanía romana, lo mantuvo en prisión preventiva dentro del cuartel, probablemente en la fortaleza Antonia, donde había una guarnición de soldados bajo su autoridad, al objeto de evitar que se levantara un motín provocado por la presencia en la ciudad del apóstol y porque contra él los judíos lanzaban todo tipo de acusaciones.
    Última edición por Etic; 23-jul.-2017 a las 05:46

  2. #92
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 87]
    Al día siguiente, el tribuno, deseando conocer con exactitud de qué era acusado Pablo, presentó a éste ante el Sanedrín, el Consejo supremo judío para asuntos religiosos. Al poco tiempo, después de algunas palabras pronunciadas por el apóstol, se produjo otro alboroto, esta vez en la sala del Consejo, con duros enfrentamientos verbales de unos contra otros, especialmente entre los fariseos y los saduceos. El tumulto creció, de modo que el tribuno, alarmado, ordenó a los soldados que cogiesen a Pablo y se lo llevaran de nuevo al cuartel como medida de protección (dado que Pablo era ciudadano romano). Un grupo de unos 40 sicarios, con el consentimiento o la inspiración de varios sacerdotes y consejeros saduceos del Sanedrín, tramaron luego un plan para matar a Pablo. Para ello solicitarían al tribuno que condujese de nuevo a Pablo ante la presencia del Sanedrín, con objeto de preguntarle algo que deseaban saber sobre él; y el plan consistía en que el grupo de sicarios estaría preparado para asesinarle antes de que el apóstol llegara a acercarse siquiera al estrado y antes de que los soldados romanos tuvieran tiempo de reaccionar. Además, los fanáticos sicarios se habían juramentado para no comer ni beber hasta haber matado a Pablo. Aparte de este episodio, no se tiene constancia histórica ni documental de que algún otro cristiano (salvo Pablo, claro está) haya sido acechado o agredido por los sicarios. El desenlace fue favorable al apóstol cristiano, pues un sobrino suyo, que residía en la ciudad, se enteró de la conspiración e informó de ella al tribuno, quien, de inmediato, dispuso una escolta de 200 soldados, 70 jinetes y 200 lanceros en beneficio de Pablo y durante la noche envió al apóstol con tal escudo militar a la sede del gobernador o procurador Félix, en Cesarea (a casi 200 kilómetros de Jerusalén, en línea recta), con una carta personal en la que le daba detalles de todo lo sucedido.

  3. #93
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 88]
    El registro sagrado de los hechos de los apóstoles explica que el procurador Félix, tras leer la carta y preguntarle a Pablo de qué provincia romana procedía y enterarse que era natural de Tarso, una ciudad de Cilicia, le dijo al apóstol que oiría su defensa cuando llegasen sus acusadores, con el sumo sacerdote al frente de ellos. Pablo logró defenderse magistralmente de las acusaciones y el procurador, ante la insistencia dialéctica de la parte acusadora, decidió posponer la vista hasta que estuviese presente el tribuno Lisias, testigo de los hechos. Entretanto, dejó a Pablo a cargo de un centurión y con cierta libertad de movimientos, permitiéndole que los suyos le acompañasen y asistiesen. Félix, no obstante, hizo llamar a Pablo muchas veces más, esperando tal vez que éste le ofreciese dinero como soborno (cosa habitual en estos casos y a lo cual sin duda el procurador era muy aficionado), y mantenía frecuentes conversaciones con él sobre cuestiones religiosas porque aparentemente era supersticioso y había sido sobrecogido de temor por las citas sagradas que Pablo mencionaba. Dos años transcurrieron de este modo y Félix, que no deseaba enemistarse con las altas jerarquías sacerdotales judías, dejó a Pablo en prisión durante todo ese tiempo (sin duda también para protegerle, pues los sicarios le hubieran asesinado fácilmente si hubiera gozado de completa libertad).

  4. #94
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 89]
    ¿Quién era este Félix, procurador de Judea? Por lo visto, fue un liberto de Claudio césar (un esclavo romano de origen griego que fue liberado y considerado ciudadano de Roma por el emperador). Según el historiador Tácito, Félix era el hermano menor de Palas y ambos descendían de los reyes griegos de Arcadia y ambos fueron libertos. Palas, el mayor, tras alcanzar la libertad y la ciudadanía romana, llegó a servir en calidad de secretario imperial en los reinados de los emperadores Claudio y Nerón, haciéndose de una considerable fortura y elevada reputación. Es posible que gracias a la influencia de Palas, Félix obtuviera el puesto de procurador en la provincia de Judea. No obstante, según los historiadores, la crueldad y el libertinaje de Félix, junto con su accesibilidad a los sobornos, condujeron a un gran aumento de la delincuencia en Judea. El período de su mandato estuvo marcado por luchas internas y por los disturbios, los cuales contuvo con severidad. Hacia el año 56, como ya hemos mencionado anteriormente, Pablo el apóstol fue arrestado en Jerusalén y rescatado de un complot contra su vida, y el tribuno Claudio Lisias lo trasladó a Cesarea donde fue sometido a juicio ante Félix. Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se asustó, y dijo: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré de nuevo”. Esperaba también, con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo (año 58); y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo (Hechos de los Apóstoles, capítulo 24, versículos 24-27). A su regreso a Roma, Félix fue acusado de utilizar un litigio entre los judíos y los sirios de Cesarea como pretexto para matar y saquear a los habitantes, pero a través de la intercesión de su hermano Marco Antonio Palas, que tenía gran influencia sobre el emperador Nerón, fue absuelto. Entonces, Porcio Festo le sucedió como procurador de Judea.
    Última edición por Etic; 23-jul.-2017 a las 14:48

  5. #95
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 90]
    Cuando Félix cesó en el cargo y llegó el nuevo procurador, Porcio Festo, este último marchó de Cesarea a Jerusalén en su primera visita y los jefes de los sacerdotes le presentaron sus acusaciones contra Pablo y le pidieron que lo hiciera traer a Jerusalén, pues esta vez también tenían preparados sicarios para matarle, pero en el camino. Sin embargo, Festo, previamente informado de la maquinación, les replicó que bajasen ellos con él (con Festo) a Cesarea y allí presentasen sus acusaciones contra Pablo. En Cesarea, por tanto, tuvo lugar una nueva vista, con acusaciones de los judíos y autodefensa de Pablo. Y cuando Festo, que como recién llegado al cargo deseaba congraciarse con los judíos y al mismo tiempo hacer justicia a Pablo, le preguntó a éste si quería subir a Jerusalén y ser juzgado allá de todas esas acusaciones, Pablo, cansado ya de tantas dilaciones y temeroso también de las intenciones de los judíos, le respondió: “Estoy ante el tribunal del César; y en él debo ser juzgado. Ninguna injuria he hecho a los judíos, como tú bien sabes. Si he cometido alguna injusticia o crimen digno de muerte, no rehuso morir. Pero si no hay nada de todo eso de que me acusan, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al César”. Con dicha apelación, Pablo estaba haciendo uso de los derechos judiciales de su ciudadanía romana, en concreto del “ius appellationis” o derecho de apelación en última instancia a la justicia directa del emperador en aquellos casos que podían implicar la pena capital. De este modo, él mismo sustraía su proceso de las autoridades religiosas judías, por lo que Festo, tras deliberar con sus consejeros, respondió a Pablo: “Bien. Has apelado al César. Pues al César irás”. La apelación, en efecto, tenía que seguir su curso según el procedimiento judicial romano. En consecuencia, algunos días después, entregaron a Pablo y a otros presos en manos de un centurión llamado Julio, de la cohorte de Augusto, y de un grupo de soldados a su mando, y se embarcaron rumbo a Italia. Ya en Roma, a Pablo se le permitió residir en una casa alquilada por sus correligionarios cristianos, con un soldado que tenía el encargo de custodiarle. Allí recibió las visitas de numerosos cristianos de la capital. Convocó también a las personalidades judías de Roma y les explicó su caso (seguramente los judíos de Roma todavía no habían recibido instrucciones concretas de los judíos de Jerusalén sobre este asunto); y en otras reuniones con ellos les expuso la doctrina cristiana, pero en general a estos judíos no logró convencerles. Pablo gozó durante casi 3 años (59-61) de una libertad vigilada que le permitió predicar y evangelizar en la capital romana; pero en ese punto acaba el relato sagrado de los Hechos de los Apóstoles, sin suministrar ningún dato acerca del desenlace del proceso judicial de Pablo.
    Última edición por Etic; 24-jul.-2017 a las 05:54

  6. #96
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 91]
    ¿Fue Pablo absuelto en este proceso judicial? El pretor que debía fallar la causa era Afranio Burro, hombre de gran rectitud y amigo del filósofo Séneca (ambos habían sido preceptores de Nerón, y ambos serían obligados después a envenenarse por orden de éste). Por otro lado, no conviene olvidar que los judíos de Roma llegaron a tener mucha influencia en el círculo del emperador durante esos años. La madre de Nerón, Agripina, probablemente era filojudía, aunque había muerto (había sido desterrada y asesinada en el año 59 por orden de su hijo, Nerón, que envió a un centurión para que la matara). Pero la nueva esposa del emperador, Popea Sabina, parece ser que también profesaba la religión judía o que favorecía abiertamente a los judíos. Nerón se casó con ella tras repudiar a su mujer Octavia, a la que hizo desterrar y luego matar, acusándola falsamente de adulterio. Nerón estuvo muy enamorado de Popea al principio, pero también ella caería víctima finalmente de la crueldad mental maniacodepresiva del emperador, unos años más tarde. El caso es que por esas fechas, de la estancia de Pablo en Roma, no es nada improbable que los judíos de la capital imperial (instigados por los de Jerusalén) influyesen para que el proceso se dilatara y Pablo continuase en prisión. Pero según se desprende de un escrito enviado por Pablo al discípulo Timoteo, parece evidente que Nerón lo declaró inocente y lo puso en libertad (Segunda epístola de Pablo a Timoteo, capítulo 4, versículos 16 y 17).

  7. #97
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 92]
    Entretanto, en Judea, Porcio Festo había muerto en el cargo al final del año 61, no mucho después de la partida de Pablo hacia César. Sólo ejerció su mandato durante dos años aproximadamente, pero, según Josefo, se destacó por haber suprimido a los bandidos terroristas conocidos como los sicarios (varones de puñal), y trató por otros medios de hacer que se cumpliese la ley romana. En comparación con la opresiva administración de Félix, en términos generales, la de Festo se consideró positiva. Murió mientras todavía estaba en funciones, y le sucedió Albino. En el interregno de la muerte de Festo, y antes de la llegada del nuevo procurador, Albino, hubo un intervalo de tiempo de gran anarquía en Jerusalén. En dicho intervalo, el sumo sacerdote que antes había acosado a Pablo, Ananías (Anano, Anán o Anás), hijo del Anás mencionado en los evangelios, empleó de nuevo a las bandas de sicarios contra sus enemigos, e hizo asesinar al prominente discípulo cristiano Santiago, hermano materno de Jesús el Nazareno y “columna espiritual” para sus hermanos de fe de Jerusalén en aquel entonces. El historiador Josefo explica que durante el intervalo entre la muerte del gobernador Festo y la llegada de su sucesor, Albino, el sumo sacerdote Anán (Ananías) “reunió el Sanedrín, llamó a juicio al hermano de Jesús (el denominado Cristo) cuyo nombre era Jacobo (o Santiago), y con él hizo comparecer a varios otros, los acusó de ser infractores a la ley y los condenó a morir apedreados” (Antigüedades judaicas, libro XX, capítulo IX, sección 1). Es posible que durante ese momento histórico quedara bastante mermada la actividad apostólica en Jerusalén, que hasta entonces había sido el centro directriz de la evangelización y de la actividad cristiana de todos los grupos de seguidores de Jesucristo del primer siglo de nuestra era en todo el mundo conocido o influenciado por la cultura romana. El testimonio de Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica (volumen III), aunado al texto bíblico de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 21, versículo 18, permiten suponer que entre los años 56 y 66 hubo una cuasi completa ausencia en Jerusalén de los apóstoles de Jesucristo que todavía vivían. El historiador Eusebio informó que “antes del año 66 los apóstoles sufrieron mil asechanzas de muerte y fueron expulsados de la tierra de Judea. Sin embargo, con el poder de Cristo dirigieron sus pasos hacia todas las naciones para enseñar el mensaje”. Las sagradas escrituras parecen armonizar con lo que Eusebio dice. Por ejemplo, para el año 62, el apóstol Pedro se encontraba en Babilonia, lejos de Jerusalén, como se desprende de su primera epístola, capítulo 5, versículo 13. De todas formas, desde el año 56 hasta probablemente el 66, un cuerpo de cristanos maduros (no apóstoles) debió seguir activo en Jerusalén y así proveer algunas directrices, junto con algunos apóstoles sobrevivientes dispersos por las naciones (como Pedro, Pablo y quizás también Juan), para el resto internacional de los discípulos de Cristo.

  8. #98
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 93]
    Cuando llegó a Judea el nuevo procurador Albino, sobre el año 62, hasta el año 64, El rey Agripa II, que aunque no reinaba en Judea tenía la potestad de ejercer la superintendencia del Templo de Jerusalén, se puso de acuerdo con el nuevo procurador romano y destituyó al sumo sacerdote Ananías a causa de sus crímenes, sin tomar mayores medidas contra él. Pero hacia el comienzo de la gran sublevación judía de los años 66-70, parece que ciertos elementos de la población hebrea persiguieron a Ananías debido a su colaboración con las autoridades romanas, y, aunque se escondió en un acueducto, lo descubrieron y lo mataron. En cuanto al procurador Albino, éste cayó pronto en la corrupción, aumentó considerablemente los impuestos, y las bandas de zelotes y sicarios proliferaron a sus anchas en Judea. Muchos de esos bandidos, capturados por los consejos locales o por los anteriores procuradores, salían fácilmente de la cárcel mediante el pago de un rescate; y sólo aquéllos cuya familia o correligionarios no daban dinero permanecían presos. De este modo, las bandas de sicarios más y mejor organizadas proseguían sus ajustes de cuentas y sus crímenes con total impunidad. Entre los personajes influyentes y poderosos de la sociedad judaica, cada uno organizaba su propia banda para su servicio personal, y Albino cobraba su parte de todos ellos. Dice el historiador Josefo en su obra “La guerra de los judíos”, volumen II: “Los poderosos se atrajeron a Albino con dinero, de tal manera que les concedió impunidad para realizar sus actos subversivos y el sector del pueblo al que no le gustaba estar en paz se unió al grupo de cómplices de Albino. Cada uno de estos criminales tenía a sus órdenes una banda que dirigía como un jefe de bandidos o como un tirano, y se servía de sus hombres para hacer saqueos entre la gente honrada. Como consecuencia de ello las víctimas de estos atropellos no decían nada sobre unos hechos que tendrían que causarles indignación, mientras que los que aún no habían sido afectados, por miedo a que a ellos les pasara lo mismo, adulaban a esta gente, que merecía ser castigada. En resumen, en ningún sitio se podía hablar con libertad, en muchos aspectos existía una tiranía y las semillas de la futura destrucción habían sido esparcidas por entonces por la ciudad”. Pero el terror en Judea no había hecho más que empezar. Cuando Albino fue sustituido en el año 64 por el procurador Gesio Floro, puede decirse que el “problema judío” entró en la recta final, que llevó a la gran sublevación del año 66 y poco después a la catástrofe definitiva.

  9. #99
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 94]
    En el año 64 ocurrió en Roma un trágico suceso aparentemente fortuito, a saber, un devastador incendió que destruyó varias barriadas de la ciudad. Aunque se hubiera originado de modo accidental, el populacho quería responsables y culpables, y empezaron a correr rumores de que se había visto a cuadrillas de individuos atizando las llamas y de que los “marineros-bomberos” de la cohorte urbana contra incendios actuaron con manifiesta negligencia. Se acusaba, por otro lado, al propio Nerón, cuya megalomanía urbanística y sus deseos de reurbanizar la ya congestionada Roma eran de todos conocidos. También se inculpaban a los comerciantes sirios y judíos, de algunas de cuyas tiendas se decía que pudo partir el foco originario del incendio. Parece ser que la emperatriz filojudía Popea y otros allegados suyos del círculo imperial neroniano consiguieron desviar las sospechas que recaían sobre los judíos y pronto encontraron unos culpables más apropiados: los cristianos de Roma. Los agentes neronianos se encargaron de esparcir la calumnia entre la plebe romana y se desencadenó poco después una violenta persecución en la que fueron detenidos centenares de cristianos de toda edad y condición social, los cuales, para complacer las ansias de venganza y los bajos instintos de la plebe, fueron arrojados a las fieras en el anfiteatro (vestidos con pieles de animales y expuestos a hambrientos perros de presa) o crucificados y embadurnados de pez e incendiados para que sirvieran de luminarias en los jardines imperiales que el propio Nerón prestó para la ocasión. En esta persecución local, circunscrita tan sólo a la ciudad de Roma según parece, la propia tradición cristiana sugiere que perecieron también dos de las principales columnas de apoyo de la comunidad cristiana global, esto es, Pablo (año 65), decapitado en la prisión en la que se encontraba tras ser nuevamente detenido, y el anciano Pedro, que fue crucificado.

  10. #100
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    01-noviembre-2016
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    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 95]
    Ante la terrible persecución que sufrieron los cristianos primitivos de Roma en los años 64 y 65, a causa de la cual posiblemente murieron centenares de ellos, cabe preguntarse si en verdad tuvieron alguna clase de protección divina o, si por el contrario, al igual que los judíos palestinenses, fueron abandonados a su suerte. La evidencia histórica y documental que tenemos a nuestra disposición indica que los cristianos de Roma, en conjunto, permanecieron fieles a la guía divina en aquellos fatídicos tiempos. Por ejemplo, Tácito (56-120 de nuestra era) tendría unos 7-8 años de edad cuando ocurrió el gran incendio de Roma (julio del 64), el cual duró 6 días y quemó más de la cuarta parte de la ciudad. Por lo que se sabe, debió criarse en la Galia Narbonense (provincia romana cuyo territorio se extendía, aproximadamente, desde los Pirineos hasta Marsella), de familia aparentemente ecuestre (relacionada con la caballería imperial) y de parientes cercanos con cargos importantes, tal vez de procuraduría de la Galia belga en algún caso. Cornelio Tácito, más exactamente, llegó a ser historiador, senador, cónsul y gobernador en el Imperio romano. Sus obras más importantes son Los Anales, Las Historias, Germania y Agrícola, y sus referencias a Cristo y a los cristianos se encuentran fundamentalmente en Los Anales. Hacia el año 77 inició su carrera política, que habría de ser muy regular, y él mismo cuenta en “Las Historias” que la comenzó con Vespasiano y que fue favorecida sucesivamente por Tito y por Domiciano. Su obra “Los Anales” fue escrita quizás entre los años 114 y 119, es decir, en fecha cercana a la muerte del autor; y en ella se narra la historia de los césares desde Augusto hasta Nerón, un total de 54 años (desde la muerte de Augusto, en agosto del 14, hasta la muerte de Nerón, en junio del 68). Como género historiográfico, Los Anales se caracterizan por referirse a hechos alejados del tiempo vivido por su autor. Por lo tanto, esta obra viene respaldada por un gran trabajo de documentación e investigación escrita y oral por parte de Tácito, lo cual no excluye que éste estuviera bastante influenciado por la mala opinión general y popular que existía en todo el imperio romano acerca de los cristianos, especialmente porque la obra se comenzó a escribir durante el reinado del anticristiano emperador Trajano.
    Última edición por Etic; 26-jul.-2017 a las 08:18

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