Andamos de regreso, saludos...



-Sabes… no suelo invitar a nadie a la casa y mucho menos dejarlos quedarse, pero contigo no tengo ese problema.

Dijo Luis orgulloso de su afirmación, le sacudió la ceniza a su cigarrillo chino que apestaban a madera quemada y luego volvió a posar su vista en mí.

Jugué con el vodka y jugo de arándano que tenía en el vaso. Mientras me hacía tonto y fingía demencia.

-Sé muy bien que Ro me va a engañar en cualquier momento, ella aún tiene ganas y yo no, contigo puedo estar tranquilo porque no eres su tipo... No me mal intérpretes, quizá a otras les interesen morenos y gorditos, pero no a Ro, ella es distinta. Por eso podemos estar tan tranquilos.

Di un trago que acabó con el contenido del vaso, Luis como el gran anfitrión relleno casi al momento la bebida, disfrutando mi incomodidad.

Antes de poder decir algo, sonaron las llaves en la puerta, Ro volvía de comprar los tacos al pastor más deliciosos que había probado, la salsa adecuada sobre la carne perfecta, vodka y malicia.

Quitamos los ceniceros de la mesa y Ro se sentó en el mismo lugar que ocupó en la mañana, con las piernas cruzadas como toda una dama pero esta vez vestida y sin esa mirada seductora que me llevó a arrodillarme delante y entre sus piernas.

Jugamos cartas, había música de fondo que alternamos entre el ska de los Fabulosos y un cantante españolete al que le agarré aversión, el vodka se acabó con la comida, así que hizo falta una segunda incursión por provisiones, la cual me ofrecí a hacer, cosa que Luis no me permitió. Ro aprovechó esos minutos y se dio gusto; me llevo de la mano a la ventana que daba a la calle su plan era que tuviera la mitad del cuerpo afuera para ver cuando Luis regresara y poderle decir que faltaban cigarros. Era astuta.



Dicen que una mujer enojada es Imparable, ojalá nunca tengan que lidiar con una mujer caliente.



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Luis trabajaba en un taller mecánico con uno de sus amigos a algunas estaciones del metro de distancia, Ro tenía un horario que la hacía impredecible, también a algunas estaciones de distancia en sentido contrario lo que les permitía salir y regresar juntos casi todo el tiempo.

Había conocido a Ro meses atrás pero nunca me había animado para invitarle a salir, era inteligente, simpática, curiosa y amable, envuelta en un aire místico que rozaba con lo sensual. Era una joya por dónde la vieras, yo le encontraba parecido a Rita Guerrero y a Jessy Bulbo, estaba justo en el medio del azul casi morado y el sentimiento detrás de maldito.

Eventualmente salió a flote su estado civil y con ello las esperanzas de compartir una y mil muertes.

Vivía como un Rockstar, trabajando poco cobrando mucho, bebiendo y buscando problemas a la vuelta de cada esquina. Fueron años extraños atascados de "no me acuerdo" y amistades fugaces.

El saber mucho de todo me permitió incursionar en tantas áreas, entre ellas la reparación de computadoras, pintura y una serie de oficios que si bien no domino a la perfección tampoco me son ajenos.

Cuando se es estúpido las buenas decisiones se mantienen lejos y los buenos consejos se abstienen de ser pronunciados, si a eso lo enmascaras detrás de una depresión que todos pueden notar, se convierte en una hermosa licencia para hacer lo que quieras.



Alguno de tantos días de todo y nada, recibí la llamada para romper la barrera de lo virtual, con la excusa perfecta de reparar una Lap. Aun a estas alturas sigo sin saber si fue una de sus tretas o realmente pensaba que requería mantenimiento urgente. La cita fue acordada en un punto intermedio y para el siguiente día, chabacano como testigo de la misma cantidad de caricias y lágrimas.



Temprano fue la condición.



Recuerdo el frío de la mañana, ni siquiera tome un baño antes de salir ya que solo iba a recoger el equipo y volver a casa. Llegue antes, espere debajo del reloj.

Algunos minutos después apareció al final del andén, envuelta en una falda estilo hippie de muchos colores y una blusa acorde, era tan linda como en sus fotos.

Me tomo de la muñeca para jalarme y darme un beso en la mejilla mientras decía “hola” luego empezó a hablar tan rápido que no entendí nada. Asentía y levantaba las cejas, intentando seguir su monologo.



-Ven, vamos a fumar.


Y salió disparada por la primera escalera que encontró.

Creo que ni siquiera la pude responder el saludo. La seguí por las escaleras mirando por accidente sus nalgas, era inevitable verlas, estaban donde debían en la proporción correcta. Un par de manzanas después nos sentamos en la banca de un parque que parecía extrañamente vacío. Puso en mis piernas su Lap, intente guardarla, pero ella insistió en que la revisara de inmediato, porque le urgía.



Ella paga, ella manda.

Tardó en iniciar, tenía un sistema operativo viejo, pero ninguno de los problemas graves que mencionaba. Pensé en la ley de Murphy… De repente se levantó con la excusa de estirar las piernas, entonces me di cuenta, no llevaba puesto nada debajo de la falda que amablemente el sol iluminó. Dejando al descubierto su secreto.

Disimuladamente subí la Lap para cubrir mejor la entrepierna.

-¿Crees poder terminarla pronto?

Quedarme otro rato mirando de soslayo la transparencia de su falda o terminar el trabajo, por suerte la batería nos respondió.

-Si tuviera en donde conectarla, tardaría entre una y tres horas máximo.
-¿Qué sugieres?

Pensé en decirle que en un motel de esos baratos que abundan en la zona podríamos estar cómodos.

-Me parece bien.

Ahí entendí que había pensado en voz alta… Me sorprendió más su respuesta que mi atrevimiento. De nuevo el sol iluminó aquella zona. No podía creerlo, si existen las señales divinas esa era una muy clara, ¿No?

Dicen que si algo es demasiado fácil, en realidad no lo es. Traté de explicarme la situación más allá de “voy a un motel con una chica encantadora que no lleva ropa interior” y la encontré; éramos dos personas poco conocidas, no se iba a arriesgar a darme su equipo y no volver a verlo. Era lógico. La erección se fue.

Ciento veinte pesos después ella abría la puerta de la 104, la habitación contaba con espejos por todas partes, ¡parecía la casa de los espejos de alguna feria! En tono pastel y una cama con base de cemento, bueno no era el Hilton y solo estaríamos ahí viendo la tv y usando sus enchufes.

Se aseguró de darme el cargador, pocos minutos después estaba eliminando algunos virus, dos minutos más de batería y podría haberla mandado a casa con la solución.

-¿Tardaras mucho?
-Lo que tarden en eliminarse los virus y el desfragmentador de disco, como cuarenta y cinco minutos. No te preocupes no pasa de dos horas.

Dije entre risas.

Se puso contenta. Entró al baño y cuando salió era otra persona, una más relajada y con menos ropa.

No lo dude, tampoco lo pensé, la intercepte a media habitación para besarla y acariciarla, con cada beso gimió, las caricias mutaron a un manoseo salvaje de parte de ambos, sobre la ropa, entre y ella y finalmente retirando la que nos estorbaba.

No aceptó menos que la desnudez absoluta que igual ofreció, sus anillos, aretes y collares se perdieron en la nada. Fue la primera vez que sujeto mi cabeza e hizo postrarme ante su sexo correspondiente en deseos. De sus labios fui a su boca, no por un gesto amoroso, tenía la quijada bastante cansada, estaba fuera de forma…

Su boca era mágica, sus labios, su lengua, cada movimiento… el cielo, ¡el maldito cielo! Que no había conocido en la boca de una mujer.

Años atrás la familia nos había seguido, cazado y secuestrado, golpeando e intentado ahogarnos en la búsqueda de información. Usar un uniforme similar al de la policía federal nos condenó. Con la falta de aire comienzas a alucinar, y si, vi una luz blanca al final del túnel y sentí un momento de paz entre el dolor. Pensé que moriría, por alguna casualidad vivimos, magullados pero todos volvimos.

Sentí la misma paz que esa vez y morí entre sus labios. Me sentí mal por haber terminado antes que ella. Según mi manual de Carreño para la intimidad; un caballero dirige y asegura al menos un orgasmo para la dama antes de considerar el propio.

Pero la paz no llegó al lecho, en su lugar me hizo la guerra, no el amor como dulcemente se pensaría; eso es algo tierno entre dos seres que se aman. Esto era un acto salvaje, casi violento. A horcajadas montó, hasta que los pulmones casi le estallaban y el sudor caía sobre sus senos para terminar su viaje sobre alguna parte de mi pecho. De la mala forma comprendió que la faena le llevaría más tiempo del que esperaba.

La laptop terminó las tareas programadas, se apagó y no lo note, Ro seguía empecinada en su labor.

-Eres un cabrón, nunca antes había tenido orgasmos múltiples…

Escupió entre dientes, sonaba harta.

Tiempo después en una charla de sobrecama me entere que los predecesores no solían durar tanto.

Resignada cedió el mando, mi turno… Hice todas aquellas posturas elegantes que logre recordar, Ro solo podía hacer una cosa, disfrutarlo. Sintiendo las cosquillas subiendo por la espalda, me aparto para hacer un espectáculo, imitando un bombero que apunta e intenta apagar el fuego a chorros.

Así comenzamos…