"… a veces nos sucede eso con lo que se niega o se calla, con lo que se
guarda y se sepulta, va difuminándose sin remedio y llegamos a descreer
que en verdad existiera o se diera, tendemos a desconfiar increíblemente
de nuestras percepciones cuando ya son pasado y no se ven confirmadas ni
ratificadas desde fuera por nadie, renegamos de nuestra memoria a veces y
acabamos por contarnos inexactas versiones de lo que presenciamos, no
nos fiamos como testigos ni de nosotros mismos, sometemos todo a
traducciones, las hacemos de nuestros nítidos actos y no siempre son
fieles, para que así los actos empiecen a ser borrosos, y al final nos
entregamos y damos a la interpretación perpetua, hasta de lo que nos
consta y sabemos a ciencia cierta, y así lo hacemos flotar inestable,
impreciso, y nada está nunca fijado ni es definitivo nunca y todo nos baila
hasta el fin de los días, quizá es que no soportamos las certezas apenas,
ni siquiera las que nos convienen y reconfortan, no digamos las que nos
desagradan o cuestionan, o duelen, nadie quiere convertirse en eso, en su
propio dolor y su lanza y su fiebre."

(Tu rostro mañana (1 Fiebre y lanza). Javier Marías)