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Tema: Sus tòtenes y tabùes

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    SUS TÒTENES Y TABÙES



    Pablo García Cabrero



    Prólogo

    La leyenda negra española acusa a su imperio de fanatismo y crueldad a través de la Santa Inquisición, al denunciar enormes atrocidades cometidas por los españoles en la conquista de América.

    Por eso no se podría escribir este libro, sin comenzar por explicar lo más destacado de la época en la que también transcurre la vida de nuestro personaje. Donde por causa lógica de la naturaleza cae con pleno conocimiento y deliberado consentimiento en el deseo carnal de la mujer. Sí, esto como veremos más adelante fue lo que le ocurrió a nuestro protagonista, al vivir según la ley de los hombres y de Dios en un deseo grave, como fue el adulterio.

    Pues como nos enseña la santa madre Iglesia, es simplemente pecado para sus pastores el desear o simplemente mirar con deseos pecaminosos a una mujer. Ya que el pecado según la Iglesia mismo puede ser interior (selección del deseo solamente) y exterior (selección del deseo seguido por la acción). La persona que por su propia voluntad desea fornicar, comete otro pecado grave ofendiendo seriamente a Dios al escoger interiormente lo que Dios ha prohibido.

    Sí, a esta historia hay que añadir sin lugar a dudas la Leyenda Negra. Leyenda, que pese a las múltiples interpretaciones al respecto, sin lugar a dudas es muy difícil corregir aun hoy las posibles falsedades y exageraciones del comportamiento de los conquistadores españoles en América.

    Puesto que según dicha leyenda, la mayoría de españoles que viajaron a América eran delincuentes encarcelados en Castilla, de todo tipo:- Ladrones, estafadores, violadores, etc. y para vaciar las cárceles fueron enviados al Nuevo Mundo para librarse de ellos y, de paso les aprovecharon esos maleantes y aventureros sin escrúpulos para colonizar las nuevas tierras conquistadas por la fuerza bruta. Y una de las dudas fue como se adquirió, este caso el tan traído y llevado asunto del supuesto robo masivo de oro y plata con destino a España y el falso empobrecimiento del continente americano por esa acción rapaz.

    Sí, la leyenda negra se difundió por todo el mundo, con notable éxito y, desde entonces la imagen de una España ignorante, codiciosa, cruel, fanática e inquisitorial, enemiga del progreso y que no dudo en usar la violencia extrema contra los indígenas. Curiosamente, con el propósito de fustigar algunos excesos de los conquistadores, el origen de la leyenda negra se debe a los propios españoles, en La Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), del misionero dominico Bartolomé de las Casas, y en los escritos de Antonio Pérez, secretario de Felipe II.
    Pero, además, de genocidio que cuenta la leyenda negra, existe otro epígrafe, el de las enfermedades que llevaron los españoles, que terminaran diezmando a los indígenas. Incluso el historiador e hispanista británico Hugh Thomas, autor, entre otros muchos libros, del famoso The Spanish Civil War. Este en varias ocasiones se ha referido al del declive demográfico de la población indígena en el Caribe, como consecuencia del contacto de aquellas gentes con las enfermedades de los europeos. Y especialmente se refiere a la sífilis y la tuberculosis, que causó estragos e incluso más que las matanzas y los combates.

    Capítulo I
    Eran ya algo más de las nueve de la mañana, cuando el coche que conducía el marido de mi hija atravesaba Talavera de la Reina. Nuestro destino era el monasterio de Santa María de Guadalupe, situado en un lugar de la mancha y con más precisión al sureste de la provincia de Cáceres y enclavada en la comarca de las Villuercas está la Puebla de Guadalupe, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.

    Ya a varios kilómetros antes de llegar a nuestro destino y después de dominar una pendiente de la carretera se divisan ya las torres del monasterio de Guadalupe. Puebla de Guadalupe, cuenta en la actualidad con unos 3.499 habitantes y es justo en la plaza del pueblo donde aparcamos y además, comienzan las escalinatas que nos conduce a la entrada principal.


    La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe fue encontrada a finales del siglo XIII o principios del XIV por un pastor llamado Gil Cordero en las cercanías del rió Guadalupe de donde tomó el nombre. Su aparición milagrosa llevó a la construcción de una pequeña ermita que fue puesta bajo la advocación de la Virgen María con el sobrenombre de Guadalupe. Ermita que con el tiempo ha llegado a ser uno de los santuarios más famosos de España.
    "El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es gloria de nuestra historia, alzado como un alcázar, rico y señorial, en la serranía extremeña, junto a las Villuercas, sobre la falda sur de las Altamira, en el corazón mismo de la Puebla de Guadalupe, nacida en 1337, en los alrededores del primitivo refugio de la Virgen Morena"
    Al parecer su construcción se remonta, al año 1389 cuando llegaron a Guadalupe 32 monjes procedentes de San Bartolomé de Lupiana, cerca de Guadalajara, donde estaba su primer monasterio. Al día siguiente, en presencia de don Juan Serrano, tuvo lugar la toma de posesión de la iglesia de Guadalupe, con todos sus bienes y derechos, y la fundación del monasterio. El 28 de ese mismo mes, los alcaldes, justicias, alguaciles y "otros muchos hombres buenos del concejo" besaron la mano del nuevo prior, Fr. Fernán Yánez, en reconocimiento del poder jurisdiccional de este. El acto de toma de posesión finalizó dos días después cuando la nueva comunidad aceptó el inventario de bienes.
    La instauración de la orden jerónima en Guadalupe se debe al parecer a Fernán Yánez de Figueroa y Pedro Fernández Pecha que fueron los que desempeñaron un papel crucial en el nacimiento y primitiva expansión de la Orden. El primero, natural de Cáceres, era hijo de uno de los oficiales de cámara de Alfonso XI. Este se educó en la corte, junto al príncipe heredero, e ingresó muy joven en el estado eclesiástico. Pedro I le concedió una capellanía y una de las canonjías o prebenda y dignidad del canónigo de la catedral de Toledo. Poco después, imbuido de un ideal ascético y regeneracionista, se unió a un grupo de anacoretas que se habían instalado en El Castañar a unas cinco leguas de Toledo.
    De forma que Juan I expidió en Sotos Albos, el 15 de Agosto de 1389, una real provisión por la que, apoyado en su derecho de patronato. En ella mandaba que se alzase la iglesia de Guadalupe en monasterio y se entregase al fraile Frenan Yánez de Figueroa y a los frailes designados para formar la primera comunidad de Guadalupe, entregándoles el patrimonio acumulado del santuario y, renunciando al patronato, el señorío de mero y mixto imperio sobre la puebla de Guadalupe.

    Por su parte don Pedro Tenorio, a la sazón arzobispo de Toledo y con jurisdicción sobre el territorio del monasterio, otorgó su pleno consentimiento según carta firmada en Alcalá de Henares, el 1 de septiembre de 1389, y autorizó a don Juan Serrano para la entrega del santuario a los jerónimos. El día 20 de septiembre el monarca comunicó su decisión al concejo de Guadalupe. Pero ya posteriormente, el 16 de octubre de 1394, Benedicto XIII, el "papa Luna", confirmó la autorización de construcción del santuario con la bula "His quae pro utilitate"

    En cuanto a la atribución de milagros a la Virgen de Guadalupe, es, lógicamente, anterior a la llegada de los jerónimos al santuario. Estos estaban interesados en propagar los "poderes de Nuestra Señora", pero pronto se percataron de la conveniencia de controlar al máximo todo aquello relacionado con los "milagros" de la Virgen de Guadalupe. Porque por un lado, este era un asunto capital en el que debía quedar patente su indispensable función mediadora entre los devotos y María; por otro, resultaba muy peligroso para el prestigio del santuario que fuesen los propios fieles y peregrinos quienes otorgasen a algunos sucesos el calificativo de milagrosos.

    Además, los monjes no tardaron en darse cuenta de la utilidad de preservar y potenciar las "especialidades milagrosas" del santuario: - la liberación de cautivos y los salvamentos en el mar. Aquella constituía un tema hacia el que las sociedades peninsulares de los siglos XV y XVI estaban especialmente sensibilizadas. Por tanto, todo lo que se hiciese para redimir prisioneros en territorio de "infieles" tendría una honda repercusión y sería muy apreciado por amplios sectores de la población. Además, la publicidad que hacían del santuario los peregrinos excautivos, quienes solían llevar sus "hierros" al templo guadal-úpense, era extraordinariamente eficaz.

    Por su parte, los hombres de la mar, debido a sus contactos con personas de muy diversa procedencia geográfica, también contribuyeron de manera importante a extender el culto a la Virgen de Guadalupe.

    Capítulo II
    Última edición por pablogarcia1941; 23-may.-2015 a las 09:14

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    Capítulo II
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    Ya desde la plaza y al contemplar el Monasterio se observa a simple vista una inmensa construcción en la que destacan cinco partes esenciales. Pero si contemplamos el inmenso conjunto, elevándonos sobre la plaza mayor (desde el sur), veremos: el Templo-Basílica con su atrio; a su derecha el edificio del Auditorio; detrás del Templo, el Claustro Mudéjar, y a continuación, más al norte, el Claustro Gótico. La Mayordomía se encuentra junto al Templo en su esquina sudoeste. Ocho impresionantes torres coronan el conjunto de edificios entre las que destacan la de Santa Ana y la de Portería que enmarca la fachada del Templo, la de las Campanas dominan el conjunto.

    Una vez en la puerta de la basílica, un hombre todavía joven se nos ofrece como guía a nosotros y a otros visitantes que esperan en la puerta. Para comenzar explicándonos que en la actualidad, ya el santuario no está regentado por los jerónimos. Si no, que los frailes franciscanos llegaron a Guadalupe el 7 de noviembre de 1908. Por real orden de Alfonso XIII y se les hizo entrega del santuario y del monasterio. Iniciándose una nueva época en la larga y fecunda historia del monasterio.

    Después los franciscanos en ochenta y cinco años, de paciente y tenaz labor, consiguieron que el monasterio recobrara, no solo su antiguo esplendor, sino que mejoraron el que tenía al abandonarlo los jerónimos. La plena dedicación de la Orden franciscana a la restauración material y artística del santuario, a la promoción de la devoción a la Virgen y a las obras apostólicas y sociales es según nos cuenta cosas probadas y a simple vista.

    Fue ya en el interior de la basílica se nos explica, que el recinto del templo ocupa una superficie de 1.170 metros cuadrados, es de estilo gótico-mudéjar. Primero se construyó la iglesia a partir de la ermita primitiva y se le fueron añadiendo varias construcciones después de la batalla del Salado (1340). En el siglo XVIII se introdujeron algunas reformas barrocas de la mano de Manuel de Lara Churri güera, que más tarde hubo que deshacer, en parte, para devolver la primitiva luminosidad al templo, aunque no se pudieron recuperar los frescos originales

    Tiene tres naves, prolongándose la central hasta el testero del coro alto. Por las tres naves corre una elegante verja de hierro, obra de los maestros rejeros de la Orden de Santo Domingo, fraile Francisco de Salamanca y Juan de Ávila, de los años 1510-1514. Singular importancia tiene la capilla mayor o presbiterio. En 1618 fue inaugurado el retablo mayor, en madera de borne, de líneas prebarrocas. Fue trazado por Juan Gómez de Mora y ejecutado por el famoso escultor Giraldo de Merlo, que labró las esculturas y altos relieves, ayudándole, en su ornamentación y dorado, el hijo del Greco, Jorge Manuel Theotocopulos y otros artistas.

    A ambos lados de la capilla mayor están los sepulcros de la reina María de Aragón, primera esposa de Juan II de Castilla, y de su hijo Enrique IV, hermano y antecesor de Isabel la Católica que, pese a su desastroso reinado, fue destacado protector del real sitio. Los cuerpos momificados de madre e hijo descansan detrás del retablo. Las estatuas orantes de ambos reyes son de Giraldo de Merlo.
    El coro fue construido en el siglo XIV y la fantástica sillería, trabajada en madera de nogal por Alejandro Carnicero, en el XVIII. Tiene dos órdenes de sillas: 49 en la parte superior y 45 en la parte baja. Entre el menaje del servicio coral, llama la atención un fastuoso facistol de hierro repujado, del siglo XVI, que fue reconstruido dos siglos más tarde. Además, el coro tiene un grandioso Órgano monumental, construido por la Casa Walcker de Alemania en 1924 y restaurado a fondo en 1993 por la misma casa dentro de las mismas cajas barrocas del siglo XVIII.
    El coro cuenta también con un grandioso Órgano monumental, construido por la Casa Walcker de Alemania en 1924 y restaurado a fondo en 1993 por la misma casa dentro de las mismas cajas barrocas del siglo XVIII. También tiene este coro un órgano menor, reconstruido en 1986 por el organero don José Antonio Azpiazu.
    El templo, tiene tres naves, prolongándose la central hasta el testero del coro alto. Por las tres naves corre una elegante verja de hierro, obra de los maestros rejeros de la Orden de Santo Domingo, fraile Francisco de Salamanca y Juan de Ávila, de los años 1510-1514. Singular importancia tiene la capilla mayor o presbiterio. En 1618 fue inaugurado el retablo mayor, en madera de borne, de líneas prebarrocas. Fue trazado por Juan Gómez de Mora y ejecutado por el famoso escultor Giraldo de Merlo, que labró las esculturas y altorrelieves, ayudándole, en su ornamentación y dorado, el hijo del Greco, Jorge Manuel Theotocopulos y otros artistas.

    A ambos lados de la capilla mayor están los sepulcros de la reina María de Aragón, primera esposa de Juan II de Castilla, y de su hijo Enrique IV, hermano y antecesor de Isabel la Católica que, pese a su desastroso reinado, fue destacado protector del real sitio. Los cuerpos momificados de madre e hijo descansan detrás del retablo. Las estatuas orantes de ambos reyes son de Giraldo de Merlo. Y el sagrario, es una verdadera joya de historia y de arte que ennoblece el centro del altar mayor, fue, hasta su donación al monasterio, un escritorio de Felipe II, hecho en Roma, en 1561, por Juan Giamín.

    Después nos hizo salir por una gran puerta a la que él llamó el Lavatorio del claustro mudéjar y galería de los milagros. Que fue construido a finales del Siglo XIV, en el lugar que antes ocupó la plaza de armas o de defensa del santuario, tiene una superficie aproximada de 1.680 metros cuadrados. En el centro del jardín se eleva un airoso templete, de planta cuadrada erigido en 1405 por fraile Juan de Sevilla, monje del monasterio, y en ella se elevan el arte gótico con el árabe.

    En la galería baja de este claustro, colgados de sus muros, penden 29 cuadros de traza antigua que pintó fraile Juan de Santa María, monje sacerdote del monasterio, muerto en 1670. La temática de estos cuadros alude a la historia y prodigios de la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe. Al final del claustro se encuentra entre otros el sepulcro de fraile Gonzalo de Illescas, obispo de Córdoba que murió en 1460. Es una estatua reciente esculpida en el siglo XV por Egas Cueman.



    Capítulo III

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    Mismo que eran ya las doce y media, al ser domingo en la Galería de los Milagros. Se seguían escuchando los cánticos del templo y uno se imaginaba mínimo a una docena de niños todos aviados de la misma manera seguir al pie de la letra los movimientos de las manos del responsable del coro. Así como también los sonidos del órgano monumental.

    Al guía medio aturdido en mis banales pensamientos por unos instantes deje darle importancia a lo que nos explicaba. Y todo porque al observar los retablos, les aseguro que me eran ridículas y grotescas las barbazas y cortes de pelos de los frailes representados en estos grandes lienzos de la galería. Sobre todo más al intentar situarme en los albores de esos oscuros años de la Edad Media, ya que esto me hacía sentir un nudo en la garganta. Aunque les aseguro que por simplemente por respeto a los demás, por mi parte hice un gran esfuerzo para mantener mi compostura.

    En la galería había por lo menos Veinte nueve grades murales que tenían la misma expresión fúnebre como si la muerte se les hubiera tragado. No obstante, al llegar casi al centro de la galería un impresionante mural donde en su centro y pintada sobre un gran pedestal, el guía no explicaba que la temática de este cuadro aludía a la historia y prodigios de la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe.

    Pues al parecer, un humilde pastor o vaquero, vecino de Cáceres, que en el siglo XVI fue nominado Gil de Santa María (mucha hidalguía por aquel entonces) y más tarde, en el siglo XVIII, Gil Cordero (muy apropiado para Extremadura), encontró a una de sus vacas muerta. Cuando se disponía a recuperar su piel, y comenzaba a practicarle unas incisiones en forma de cruz con el cuchillo, la vaca resucitó y, en ese preciso instante, se apareció la Virgen María que le hablaba con celestial sonido: -
    No temas que soy la Madre de Dios, salvador de linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu "tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto y decirles has de mi parte
    que te envío yo para allá, y que vengan a este lugar donde estás ahora, y que caven donde estaba tu vaca muerta, debajo de esas piedras; y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora está; más que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá en que en este lugar se haga una iglesia y una casa muy notable y pueblo asaz grande.

    Tras estas palabras, la Virgen desapareció y el pastor marchó hacia Cáceres para avisar al clero. Cuando llegó a su casa, un hijo acababa de fallecer. Invocó a la Virgen y el hijo resucitó. Este prodigio convenció a los clérigos sobre la verdad de la aparición y todos se dirigieron al lugar del milagroso suceso, excavaron entre las rocas y hallaron la imagen y una serie de documentos que atestiguaban su procedencia.

    Sí, allí mismo se construyó la primera ermita y el lugar se convirtió en centro de peregrinación. Y esta fue la versión popular y romántica, la leyenda del origen del santuario, que en los siglos XIV, XV y XVI fueron recogidos por los monjes en diversos códices. Así, con Gil Cordero y su familia, comenzó la historia de Guadalupe, existe, en el enterramiento del vaquero, una lápida funeraria de cerámica del siglo XVIII.

    Pues según la confección de los códices de los "milagros" se efectuaba, a grosso modo, de la siguiente manera. El peregrino narraba su "historia" en público. Posteriormente, un religioso se encargaba de examinar el relato y las pruebas aportadas y, en su caso, de redactar el "suceso sobrenatural". En los códices aparecen 857 "milagros" fechados entre 1510 y 1599, la mayor parte de los cuales datan de los primeros cincuenta años de ese periodo.

    Después de estas explicaciones, sobre la aparición de la virgen; les aseguro que me vino a la memoria las apariciones de la virgen de Fátima en Portugal o en Francia la virgen de Lourdes. Pero por respeto no quise preguntar al guía. ¿El por qué siempre estas vírgenes se la aparecían a pastores niños o analfabetos adultos?

    Para después contestarme a mí mismo que esta leyenda pertenece al periodo de "apariciones a pastores" tan característico de los siglos XI al XV de la iconología mariana española, y que se ha repetido, esporádicamente, durante siglos posteriores hasta nuestros días. Y, por lo tanto, de pura leyenda deberían entenderse los acontecimientos, relacionados con la talla de madera de esta imagen anterior al siglo XIII.

    Pero en este caso, sin lugar a dudas con el paso del tiempo fama del monasterio se extendió por toda España y por todo el mundo. Nueve códices de Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, testimonian la devoción universal de las gentes. La presencia, desde el siglo XVI, de los españoles en varios lugares de la Tierra, la importancia de nuestro ejército, de nuestras letras y la fuerte evangelización llevada a cabo ejercieron gran influencia en otros pueblos a los que, entre otros valores se trasmitió la devoción guadal-úpense, en ese tiempo la más extendida y fomentada en España.

    El guía siguió adelante, mirando con disimulo a los rezagados; para después señalar diferentes lienzos, me llamo la atención un mural donde estaban representados barios frailes y aunque se destacaba como principal Diego de Ocaña. Entre ellos descubrí uno que tenía el mismo parecido al que años anteriores visitando Méjico y especialmente en la catedral de San Cristóbal de las Casas en el Yucatán. Donde en un retablo de su catedral se veía en primera línea a San Cristóbal de las Casas y este mimo fraile y cuyo nombre desconozco.

    Ante mi extrañeza, no tarde cuando me fue posible de preguntarle al guía si me podía dar detalles de dicho fraile. No tardo en acercarse de nuevo a dicho lienzo para después de observarlo detenidamente decirme que él solo sabía que fue uno de los varios frailes que acompañaron en su viaje América a Diego de Ocaña con el fin de recaudar dinero para el monasterio. –Por eso me aconsejo que si sigue interesado visite la biblioteca que allí le pueden dar más explicaciones.

    No obstante, luego volvió a contarme qué a su parecer podía llevar razón ya que por lo visto. Antes de aceptar una drástica reducción de sus gastos y/o de introducir cambios profundos en su economía, los jerónimos intentaron compensar la caída de las transferencias de rentas en la Península Ibérica con un aumento de las procedentes del continente americano. Para esto aprovecharon la devoción de numerosos indianos a la Virgen de Guadalupe, fenómeno fácilmente observable por la advocación de bastantes ermitas e iglesias en el "nuevo mundo". Y por eso los monjes intentaron organizar un eficaz sistema de recaudación de limosnas y mandas en los dominios españoles en América.

    La verdad es que no se conoce el número y nombres de todos ellos, pero al parecer los más conocidos frailes jerónimos viajaron a Indias: - Entre otro, fueron -Fr. Diego de Losar, hacia 1587; Fr. Diego de Ocaña y Fr. Martín de Posada, en 1599; Fr. Pedro del Puerto, en 1612.

    Luego sigue explicándome que si estaba interesado en descubrir la vida de este fraile. De nuevo me dice que viste dicha biblioteca que es extraordinaria ya que este antiguo pabellón de la librería, obra gótica de amplías y esbeltas proporciones, construida en el siglo XV, estaba situada la antigua Librería del monasterio, surtida de libros impresos que, aunque en la época jerónima era • grandemente estimada, nunca alcanzó la suma de diez millares de títulos.







    SE SIGUE Capítulo IV

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    Capitulo IV

    No tarde dadas las explicaciones del guía de encontrar pese a ese interminable número de galerías en encontrar esta sorprendente biblioteca. Al penetrar en ella la primera parte de este Corpus ofrece una selección entresacada entre miles de documentos:- Códices y legajos de nuestro archivo histórico, de frecuente consulta, sin que falten las referencias bibliográficas de los catálogos, necesarios para el encuentro de otros fondos de archivo.

    La segunda parte del mencionado Corpus presenta los títulos de las publicaciones impresas que tratan de Guadalupe en todas sus manifestaciones:- Historia, arte, vida social, religiosidad popular y presencia en el Nuevo Mundo, presentadas por orden alfabético de autores y, cuando estos faltan, por su título o institución editora o patrocinadora.

    La bibliografía guadal-úpense, en su doble vertiente de publicaciones impresas y de fuentes documentales, cuenta actualmente con un número elevadísimo de títulos, autores y lugares de impresión españoles y extranjeros. En lo que atañe a publicaciones figuran en este Corpus todas, por orden alfabético de autores y en lo que toca a fuentes documentales de archivo solamente figurarán una selección. Quedan, por tanto, miles de documentos catalogados entre los fondos del Archivo del Real Monasterio, pero no incorporados en este Corpus.

    Después de admirar las enormes y desproporcionadas vitrinas repletas de libros de gran tamaño. Continúe hasta el fondo de la biblioteca, donde detrás de una especie de tribuna se hallaba sentado un fraile que desde abajo me pareció como tantos otros, aunque este por su servicio aparentaba ser más listo que los demás. Y además, se le veía orgulloso de su función como si de toda la historia del monasterio fuera él y solo él el responsable del grandioso esplendor durante siglos de la poderosa Iglesia Católica.

    Pero para mí les aseguro que esa antigua y enorme sala me trasportaba de golpe a la Edad Media. Periodo tan oscuro que para los historiadores era mal comprendido, pero no obstante, para la mayor parte de ellos no se libra de las barbaries absolutas de la mayoría de sus prelados. Ya que sin importarles las miserias de la gran mayoría de la población sembraron por toda la Europa y para su mayor gloria soberbias catedrales.

    Siglos de transiciones violentas y de incomprensibles contrastes. En esos siglos se mezclaron las gentes sin escrúpulos y sin ningún sentimiento de la gente lo que produjo un terror incontrolado. Sí, periodo en el que dominaban los papas más intransigentes y los monarcas más estúpidos que hasta ahora han existido. Pero para ellos la religión creada según cuentan por Moisés, Jesús y Mahoma con su Dios. Lo que les permitía dominar otras tierras, usando como pretexto su teología, que en realidad no era más que los intereses económicos de unos cuantos para que los hombres se degollasen en los campos de batalla. Sí, esto les permitía la posibilidad de dominar otros pueblos y además, para ser obedecidos crearon sin ningún escrúpulo los Tribunales de la Santa Inquisición donde la brutalidad fue horrible.

    Les aseguro que al observar más detenidamente esta enorme biblioteca, me trasladado de golpe a mi niñez donde enfundado en las ropas de monaguillo me inspiraba el mismo ambiente de aquella época. Ya que apenas un niño, mis sentimientos comenzaron instintivamente a dudar de esta absurda creencia impuesta. No obstante, rápido me sustraje de mis pensamientos, para volver a observar ese inmenso bosque de libros bien encuadernados. Donde para llegar recuperar los libros de las estanterías, esbeltas y redondas torrecillas a donde en el interior de ellas se roscaban las escaleras que permitía llegar a lo más alto de las enormes vitrinas.

    Ya menos sorprendido por tanta grandeza, termine sustrayéndome de mis reflexiones y aceptar como tantos otros la invención del cielo. Mientras con la misma vestimenta un grupo de estudiantes, se movían con soltura buscando sin duda con los ojos algún determinado manuscrito. Mientras con fría indiferencia del que está habituado al silencio a la vez que se limpiaba la boca con pañuelo de papel seguía con la otra mano pasando hoja de un grueso manuscrito.

    Aquel fraile recuerdo, que tenía cara de bonachón y reflejaba el ambiente de paz evangélica de la que están acostumbrados. Ya que son estos los encargados de extender la fe del buen creyente y sobre todo de impresionar al incrédulo obsesionado de la belleza artística. No obstante, bien debían vivir estos frailes franciscanos y todo pese a sus botos de pobreza. Ya sin contar el dinero que les dejábamos los visitantes, fueron o son propietarios de toda la tierra fértil como de sus fértiles huertas que les rodeaban.

    Su afectuosa naturalidad les aseguró que me produjo hondo nerviosismo. Dicho fraile no de pasaba los cincuenta años y era sin duda el reflejo de un cerebro inspirado y siempre en ebullición. – ¿Por favor dígame que se le ofrece? – ¡Ya que aquí estoy para lo que pueda servirle!

    –Perdone, pero aunque le veo muy atareado con su libro; quisiera de su parte si es posible una información sobre los frailes Jerónimos que fueron enviados a América en el siglo V y el VI.

    –Bueno como vera, esta biblioteca esta abarrotada de libros y sobre todo de esa época existen un número impresionante de ellos. – ¡No obstante, cuantas historias despiertan la imaginación de los escritores de entonces y los de ahora! –Sin embargo, últimamente son muchos los que trasforman los personajes a su antojo.

    La verdad es que no eran imparciales sus palabras, pero reconozco que dicha persona seguía estando influida por la cultura de la época. Época misteriosa con un poder donde toda idea contraria se convierte en utopía, ya que ellos sobre el cadáver de los mártires edificaron el porvenir religioso. Para eso no dudaron en Ahogar a los que ellos denominan agnósticos en sangre sus ideales.

    Sí, su grandeza a costa de la expoliación de las diferentes creencias se edificó el Vaticano, sin duda el palacio más elegante y fastuoso que existe en el mundo. Para esto todos los papas han dedicado inmensas riquezas en embellecer que representa en la tierra al Dios de los desgraciados y los pobres oprimidos. Allí con todo su esplendor los colosos del arte como Rafael y Miguel Ángel, hicieron vivir el esplendor de uno de los inventos más rentables de todos los tiempos.

    –Perdón, quisiera que observara esta carta postal que compre en el quiosco de los recuerdos en la galería de arte. –Y si puede quisiera que mediera el nombre del más joven de entre ellos, ya que visitando un pequeño pueblo en la selva de la Lacandona y en un asentamiento indígena conocido por los Chamulas encontré que este fraile era venerado por toda la zona con el único capaz de solucionar sus problemas a través de sus milagros.

    Recuerdo qué después de mis explicaciones y observar detenidamente la carta postal. Para después, al mismo tiempo que levantaba los ojos para apreciar seguramente mi persona.-Dijo con voz entre cortada. – La verdad es que no comprendo su interés por dicho personaje y que además, es la primera vez que oigo hablar de él.

    Por mi parte después de sus dudosas palabras, volví de nuevo a observarle y todo porque me llamo la atención que este fraile encargado de atender a un buen número de personas con cierta cultura. No fuera capaz de darme una respuesta a mi pregunta, o por lo contrario como yo pensaba había algo que por una razón difícil de explicar por el momento por mí. Era sin lugar a dudas seguía siendo un verdadero tabú para ellos.

    Sí, así debía de ser; ya que al observarle de nuevo descubrí que por debajo de la sotana asomaba unas zapatillas de esparto para poder andar sin el menor ruido: -Lo que le debía permitir como al resto de los frailes, deslizarse con el mismo misterio que durante siglos la vida de estos monasterios ha seguido y sigue inalterada.

    No obstante, y después de cerrar el grueso libro que debió de estar leyendo se levantó, para con cierto orgullo del origen del cuadro al que yo me refería. Termino por explicarme el significado de él. –Mire señor, como vera el hermano principal que usted ve en la tarjeta, es ni más ni menos que:- Fr. Diego de Losar, hacia 1587; Fr. Diego de Ocaña y Fr. Martín de Posada, en 1599; Fr. Pedro del Puerto, en 1612. –Y a los demás y sobre todo a ese que usted me señala, solo sé que acompaño a Fr. Diego de Ocaña y que era de un pueblo de Talavera de la Reina.

    –Como usted vera es la hora de la comida y solo puedo hacer para su curiosidad es dejar el libro escrito por el propio Fr. Diego de Ocaña donde seguramente lo mencionara. –Y además si quiere algún detalle de más diríjase al convento de Santa Catalina, pasó a ser gestionado por los Jerónimos al no querer el clero local hacerse cargo de su gestión y pasando a denominarse San Prudencio. – Y para más detalles le diré junto a él se sitúa el Museo Etnográfico.

    Después, sin modificar el tono de sus palabras, me miro de nuevo para decirme que fuera bien intencionado sobre la comunidad si escribiera algo de este fraile que tanto me inquietaba. Ya que estaba convencido que seguramente habría sido un admirable predicador y su único deseo seria salvar las almas.

    No tarde en abandonar el lugar, sin saber porque desde el primer momento sentía la necesidad de contar la verdad y sin ningún embuste a la simple realidad. Pero donde comienza la verdad o la simple mitología, dado mucha gente seguía interesado por tantas cosas misteriosas de la Iglesia. Pero sobre todo que hasta ahora ningún solo hombre pudo determinar donde estuvo el cuerpo enterrado de Jesús de Nazareno antes de resucitar.

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    Capítulo IV

    No tarde dadas las explicaciones del guía de encontrar pese a ese interminable número de galerías en encontrar esta sorprendente biblioteca. Al penetrar en ella la primera parte de este Corpus ofrece una selección entresacada entre miles de documentos:- Códices y legajos de nuestro archivo histórico, de frecuente consulta, sin que falten las referencias bibliográficas de los catálogos, necesarios para el encuentro de otros fondos de archivo.

    La segunda parte del mencionado Corpus presenta los títulos de las publicaciones impresas que tratan de Guadalupe en todas sus manifestaciones:- Historia, arte, vida social, religiosidad popular y presencia en el Nuevo Mundo, presentadas por orden alfabético de autores y, cuando estos faltan, por su título o institución editora o patrocinadora.

    La bibliografía guadal-úpense, en su doble vertiente de publicaciones impresas y de fuentes documentales, cuenta actualmente con un número elevadísimo de títulos, autores y lugares de impresión españoles y extranjeros. En lo que atañe a publicaciones figuran en este Corpus todas, por orden alfabético de autores y en lo que toca a fuentes documentales de archivo solamente figurarán una selección. Quedan, por tanto, miles de documentos catalogados entre los fondos del Archivo del Real Monasterio, pero no incorporados en este Corpus.

    Después de admirar las enormes y desproporcionadas vitrinas repletas de libros de gran tamaño. Continúe hasta el fondo de la biblioteca, donde detrás de una especie de tribuna se hallaba sentado un fraile que desde abajo me pareció como tantos otros, aunque este por su servicio aparentaba ser más listo que los demás. Y además, se le veía orgulloso de su función como si de toda la historia del monasterio fuera él y solo él el responsable del grandioso esplendor durante siglos de la poderosa Iglesia Católica.

    Pero para mí les aseguro que esa antigua y enorme sala me trasportaba de golpe a la Edad Media. Periodo tan oscuro que para los historiadores era mal comprendido, pero no obstante, para la mayor parte de ellos no se libra de las barbaries absolutas de la mayoría de sus prelados. Ya que sin importarles las miserias de la gran mayoría de la población sembraron por toda la Europa y para su mayor gloria soberbias catedrales.

    Siglos de transiciones violentas y de incomprensibles contrastes. En esos siglos se mezclaron las gentes sin escrúpulos y sin ningún sentimiento de la gente lo que produjo un terror incontrolado. Sí, periodo en el que dominaban los papas más intransigentes y los monarcas más estúpidos que hasta ahora han existido. Pero para ellos la religión creada según cuentan por Moisés, Jesús y Mahoma con su Dios. Lo que les permitía dominar otras tierras, usando como pretexto su teología, que en realidad no era más que los intereses económicos de unos cuantos para que los hombres se degollasen en los campos de batalla. Sí, esto les permitía la posibilidad de dominar otros pueblos y además, para ser obedecidos crearon sin ningún escrúpulo los Tribunales de la Santa Inquisición donde la brutalidad fue horrible.

    Les aseguro que al observar más detenidamente esta enorme biblioteca, me trasladado de golpe a mi niñez donde enfundado en las ropas de monaguillo me inspiraba el mismo ambiente de aquella época. Ya que apenas un niño, mis sentimientos comenzaron instintivamente a dudar de esta absurda creencia impuesta. No obstante, rápido me sustraje de mis pensamientos, para volver a observar ese inmenso bosque de libros bien encuadernados. Donde para llegar recuperar los libros de las estanterías, esbeltas y redondas torrecillas a donde en el interior de ellas se roscaban las escaleras que permitía llegar a lo más alto de las enormes vitrinas.

    Ya menos sorprendido por tanta grandeza, termine sustrayéndome de mis reflexiones y aceptar como tantos otros la invención del cielo. Mientras con la misma vestimenta un grupo de estudiantes, se movían con soltura buscando sin duda con los ojos algún determinado manuscrito. Mientras con fría indiferencia del que está habituado al silencio a la vez que se limpiaba la boca con pañuelo de papel seguía con la otra mano pasando hoja de un grueso manuscrito.

    Aquel fraile recuerdo, que tenía cara de bonachón y reflejaba el ambiente de paz evangélica de la que están acostumbrados. Ya que son estos los encargados de extender la fe del buen creyente y sobre todo de impresionar al incrédulo obsesionado de la belleza artística. No obstante, bien debían vivir estos frailes franciscanos y todo pese a sus botos de pobreza. Ya sin contar el dinero que les dejábamos los visitantes, fueron o son propietarios de toda la tierra fértil como de sus fértiles huertas que les rodeaban.

    Su afectuosa naturalidad les aseguró que me produjo hondo nerviosismo. Dicho fraile no de pasaba los cincuenta años y era sin duda el reflejo de un cerebro inspirado y siempre en ebullición. – ¿Por favor dígame que se le ofrece? – ¡Ya que aquí estoy para lo que pueda servirle!

    –Perdone, pero aunque le veo muy atareado con su libro; quisiera de su parte si es posible una información sobre los frailes Jerónimos que fueron enviados a América en el siglo V y el VI.

    –Bueno como vera, esta biblioteca esta abarrotada de libros y sobre todo de esa época existen un número impresionante de ellos. – ¡No obstante, cuantas historias despiertan la imaginación de los escritores de entonces y los de ahora! –Sin embargo, últimamente son muchos los que trasforman los personajes a su antojo.

    La verdad es que no eran imparciales sus palabras, pero reconozco que dicha persona seguía estando influida por la cultura de la época. Época misteriosa con un poder donde toda idea contraria se convierte en utopía, ya que ellos sobre el cadáver de los mártires edificaron el porvenir religioso. Para eso no dudaron en Ahogar a los que ellos denominan agnósticos en sangre sus ideales.

    Sí, su grandeza a costa de la expoliación de las diferentes creencias se edificó el Vaticano, sin duda el palacio más elegante y fastuoso que existe en el mundo. Para esto todos los papas han dedicado inmensas riquezas en embellecer que representa en la tierra al Dios de los desgraciados y los pobres oprimidos. Allí con todo su esplendor los colosos del arte como Rafael y Miguel Ángel, hicieron vivir el esplendor de uno de los inventos más rentables de todos los tiempos.

    –Perdón, quisiera que observara esta carta postal que compre en el quiosco de los recuerdos en la galería de arte. –Y si puede quisiera que mediera el nombre del más joven de entre ellos, ya que visitando un pequeño pueblo en la selva de la Lacandona y en un asentamiento indígena conocido por los Chamulas encontré que este fraile era venerado por toda la zona con el único capaz de solucionar sus problemas a través de sus milagros.

    Recuerdo qué después de mis explicaciones y observar detenidamente la carta postal. Para después, al mismo tiempo que levantaba los ojos para apreciar seguramente mi persona.-Dijo con voz entre cortada. – La verdad es que no comprendo su interés por dicho personaje y que además, es la primera vez que oigo hablar de él.

    Por mi parte después de sus dudosas palabras, volví de nuevo a observarle y todo porque me llamo la atención que este fraile encargado de atender a un buen número de personas con cierta cultura. No fuera capaz de darme una respuesta a mi pregunta, o por lo contrario como yo pensaba había algo que por una razón difícil de explicar por el momento por mí. Era sin lugar a dudas seguía siendo un verdadero tabú para ellos.

    Sí, así debía de ser; ya que al observarle de nuevo descubrí que por debajo de la sotana asomaba unas zapatillas de esparto para poder andar sin el menor ruido: -Lo que le debía permitir como al resto de los frailes, deslizarse con el mismo misterio que durante siglos la vida de estos monasterios ha seguido y sigue inalterada.

    No obstante, y después de cerrar el grueso libro que debió de estar leyendo se levantó, para con cierto orgullo del origen del cuadro al que yo me refería. Termino por explicarme el significado de él. –Mire señor, como vera el hermano principal que usted ve en la tarjeta, es ni más ni menos que:- Fr. Diego de Losar, hacia 1587; Fr. Diego de Ocaña y Fr. Martín de Posada, en 1599; Fr. Pedro del Puerto, en 1612. –Y a los demás y sobre todo a ese que usted me señala, solo sé que acompaño a Fr. Diego de Ocaña y que era de un pueblo de Talavera de la Reina.

    –Como usted vera es la hora de la comida y solo puedo hacer para su curiosidad es dejar el libro escrito por el propio Fr. Diego de Ocaña donde seguramente lo mencionara. –Y además si quiere algún detalle de más diríjase al convento de Santa Catalina, pasó a ser gestionado por los Jerónimos al no querer el clero local hacerse cargo de su gestión y pasando a denominarse San Prudencio. – Y para más detalles le diré junto a él se sitúa el Museo Etnográfico.

    Después, sin modificar el tono de sus palabras, me miro de nuevo para decirme que fuera bien intencionado sobre la comunidad si escribiera algo de este fraile que tanto me inquietaba. Ya que estaba convencido que seguramente habría sido un admirable predicador y su único deseo seria salvar las almas.

    No tarde en abandonar el lugar, sin saber porque desde el primer momento sentía la necesidad de contar la verdad y sin ningún embuste a la simple realidad. Pero donde comienza la verdad o la simple mitología, dado mucha gente seguía interesado por tantas cosas misteriosas de la Iglesia. Pero sobre todo que hasta ahora ningún solo hombre pudo determinar donde estuvo el cuerpo enterrado de Jesús de Nazareno antes de resucitar.

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    DEL CAPITULO IV
    Después de estas continuas reflexiones y luego de detenerme en el centro de la basílica, termine la visita del convento de Guadalupe. Porque un fraile joven invitaba a la gente abandonar el templo, ya que de un momento a otro las puertas se cerrarían. Esta invitación no lo hacía de la misma manera a todos los visitantes; porque con las beatas que continuaban arrodilladas el tono era distinto.

    Pues como se suele decir grande y hermosa es la palabra del señor. Ya que él esta con todas las almas sencillas que se esfuerzan por suntuosidad de nuestro único Dios. Un Dios que si lo basamos en los comienzos del cristianismo primitivo, tan diferente y contrario al catolicismo de hoy día. Tenemos que reconocer que fue un movimiento revolucionario y democrático que reconocía a todos los hombres como iguales.

    Sí, fueron ellos los primeros que proclamaron la abolición de la esclavitud y defendieron a los débiles y humildes en contra de los poderosos y los fuertes oponiéndose con el sacrificio de sus vidas a la tiranía de los cesares. Pero luego una vez establecido su nuevo poder volverse farsantes, mentirosos y seguir como los cómicos hablando con un buen número de genuflexiones y desmanes teatrales.


    Capítulo V


    Una vez fuera y después de dejar ese cerrado donde sus cientos de cirios encendidos solo me inspiraban la muerte. Por eso una vez en el exterior, abrí de nuevo con placerlos ojos ha ese sol siempre ardiente y risueño que nos ofrece la primaveral naturaleza. Con sus risueños y deslumbrantes colores en esos bellos paisajes en Extremadura.

    No obstante, de nuevo y antes de descender las escalinatas. Volví a observar la enorme mole con sus tres puertas rodeadas de una arquitectura grecorromana y donde sin saber que hacer con el dinero colocaron a Jesús con sus doce apóstoles sentados en una mesa.

    Pero fue después y al observar de nuevo el resto de la fachada, que me dije del porqué no conservaron la uniformidad de la fachada antigua. Sin embargo, rápidamente comprendí que cuando comenzó allegar el dinero fresco de las colonias americanas y sabían que hacer del dinero se iniciaban obras con un arte decadente como era esa cena con los apóstoles.

    Pero fue después ya medio aturdido por el gentío, que decidí no tardar en encontrar de nuevo a mi familia que se hallaba esperándome sentada en una cafetería situada justo de frente de la catedral saboreando unas jaras de cerveza. Donde ya antes de sentarme observe como mi compañera al verme mostró en sus ojos la alegría. A la vez que el marido de mi hija en broma me dijo que admiraba mi fe, aunque no creía que hubiera salido también parado de mi instancia sombría.

    Fue después de comer que decidimos visitar este pueblo que surgió alrededor del convento que paulatinamente con el oro de las conquistas de ultramar lo transformaron en catedral. Pero hay que reconocer que fue con sus continuas reformas donde encontraron el sustento un buen número de familias. Así como ahora en la actualidad con su venta ambulante de todo tipo de baratijas y como también en las estrechas callejuelas pequeños comerciantes viven de los recuerdos que cientos de turistas compran.

    Eran ya las cinco de la tarde y por tanto la mejor hora para volver a Talavera. Que hermoso es el paisaje en primavera con sus robustos bosques de pinos con grandes claros de regadío; donde también las viñas mimbrean sus extremos que finalizan su roscada cepa. Como además, sus pequeños pueblos con sus enjalbegadas y blancas casas para así apaciguar las altas temperaturas del verano.

    Mientras mi imaginación debido a la comodidad del automóvil, continué evocando la espantosa época que a mí protagonista le debió tocar vivir. Donde los oscuros siglos de la Edad Media se vivía en continuos círculos que marcaban constantemente el infierno. Sin embargo, hay que reconocer que en la historia de arte de construir no encontraremos una época monumentos con sus tótems y pinturas para estudiar como en la Edad Media como es el convento como el de Guadalupe que acabábamos de visitar.

    La vuelta en realidad se hizo corta ya que en redado en mis pensamientos y después de casi una hora y media por la recta autovía comencé a percibir la aglomeración y comprendí que atravesábamos la calle central de Talavera, para después ya más tranquilos terminar en el embalse del Alberche.

    Al otro día, me levante bien entrada la mañana y en su paseo cotidiano. No necesite un esfuerzo mental par razonar que después de sus intrigas por conocer la verdadera historia de Fr. Juan Cordero, no podía quedar inactivo. Por eso después permanecí toda la mañana en el salón revisando detenidamente mi memoria que el bibliotecario me había explicado. Decidí con las señas exactas acercarme al convento de Talavera.

    Para eso, no dude en volver a leer atentamente a la biografía de Diego de Ocaña, monje jerónimo del Santuario extremeño de Guadalupe. Que ocupa un lugar destacado en las relaciones que dicho monasterio estableció con América y que sin la menor duda fue uno de los cronistas no oficiales de las Indias.

    Si, este fue un hombre polifacético, escritor, pintor y misionero que merece ser considerado en el ámbito de la literatura Novo Hispana. Pero después de hacer, en primer lugar, una semblanza de Diego de Ocaña. Me ocuparé de mi misterioso personaje que salio entre otros frailes con el propósito de evangelizar a los nativos.


    Capítulo VI
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    Al parecer Juan Cordero ingreso primero a sus quince años en un convento de los Jerónimos de Talavera, para posteriormente con a sus dieciocho años ser admitido en Guadalupe. Donde según cuentan fue el más joven de los que partieron el 3 de enero de 1599 a las Indias en compañía de Diego de Ocaña y Martín de Posadas con la empresa de difundir la devoción a la virgen de Guadalupe, recoger los donativos que en aquellas tierras se hacían al monasterio extremeño y reglamentar su envío para el futuro.

    Pero dadas las circunstancias, si quería descubrir la vida de Juan Cordero; no tenía más remedio que visitar en Talavera dicho convento. Este convento se halla dentro del casco antiguo es punto de referencia, sus muros dan belleza a las calles y callejuelas que la rodean.


    Por lo visto, el arzobispo Tenorio lo fundó con el nombre de Santa Catalina. Pasó a manos de los Jerónimos por donación de este mismo arzobispo y ante la negativa del clero tala-verano de habitarlo. Se convirtió en colegio de huérfanos y recibió el nombre de la fundación San Prudencio, en recuerdo del hijo de los fundadores. Se trata de un complejo monacal compuesto por la monumental iglesia, el claustro y la denominada Casa de los Canónigos.

    No me fue difícil encontrar dicho convento, pero fue al penetrar y después de dejar los alegres ruidos que delatan la existencia de algo. Para después entrar de nuevo en la soledad de ultra tumba- si esa monotonía interminable del no ser. De qué horribles sufrimientos e interminables agonías y sufrimientos debieron ser testigos a lo largo de tantos siglos estos fríos muros.

    La verdad es que fui pronto recibido por un sacerdote, que después de mis preguntas me hizo pasar a su despacho. Un verdadero retiro artístico, con muebles antiguos y la mesa repleta de papeles y libros antiguos. Pero sobre todo de un crucifijo que debería tener casi medio metro de alto.

    Si, un verdadero tótem con su Jesucristo crucificado que solo al verle se me puso la carne de gallina. Así como también las paredes estaban cubiertas de antiguos cuadros de los más destacados frailes y todos envueltos en un profundo misterio que invita al recogimiento y a la meditación.

    No tarde en volver a preguntarle por Juan Cordero y extrañado el sacerdote me puso un manuscrito sobre la mesa donde según él aparecían los nombres de todos los frailes que vivieron en dicho convento. – ¡Si, mire aquí aparece quien esta usted buscando y que además fue enterrado aquí! – ¿Pero sepa usted que eso transcurrió halla por el Siglo-XV sin bien recuerdo?

    –Efectivamente, y además, le diré que en la biblioteca existen unos cuadernos y un grueso libro donde se habla de él. –Porque sepa usted que él después de sus viajes por esos mundos volvió para vivir aquí sus últimos días y después fue enterrado en un cementerio que se halla muy cerca de aquí.

    Fue después de hacerme visitar la Iglesia que nos dirigimos a una no grade biblioteca donde no tardo en entregarme unos manuscritos y un grueso libro. –Mire le permitiré que lo lea detenidamente y que coja las notas que necesite. –Pero cuando haya terminado me avise ya que no se puede dejar salir ningún libro al exterior. –Bueno también le diré que en dicho libro vera el inmenso poder de la Iglesia en la edad media.
    Si es verdad lo que decía porque de hecho podemos decir que la iglesia católica tuvo influencia en todos los órdenes de la vida de la edad medieval, y ningún sector de la sociedad se mantuvo ajeno a dichas influencias.

    En realidad, todo giraba en terno a la religión:- El arte, la cultura, la música, la filosofía, las ciencias, las fiestas, los nacimientos, las bodas y etc. Sí, Dios era el centro del mundo y de la vida de las personas. Y hay aquel que no obedeciera, pues en 1184 que se reunió en Verona un concilio, convocado y presidido por el papa Lució III a fin de adoptar medidas para combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos, que se reservara a la Santa sede los juicios de herejía en los conocería por medios de delegados y tribunales propios.

    Pues los obispos, instituidos en jueces y representantes del papa, deberían fallar las causas de herejía, imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular. Estos tribunales eclesiásticos se establecieron para inquirir y castigar los delitos contra la fe.

    Pero sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII, donde en 1231 el papa Gregorio IX la organizó definitivamente, confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario, se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos a diversas penas, hasta la máxima, de muerte en la hoguera.


    Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de existir en el siglo XV. Pero por lo contrario en España, fue potenciada por los reyes católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida por las Cortes de Cádiz (1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes de su definitiva extinción en 1834. Pero en América en América, la Inquisición fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en Méjico, Lima y Cartagena de Indias.

    Pero sólo tenía jurisdicción sobre criollos y españoles y no sobre los indios. Por todo esto, nadie era ateo en esta época, entre otras cosas porque el ateísmo es un fenómeno que surge en el Siglo-XIX. Y por tanto en la Edad Media todo el mundo cree en Dios. Y además, fue en la Edad Media que se organiza el sistema feudal.

    Este sistema, fue sin lugar a dudas la de una autoridad vertical en el que los de abajo se consideran como vasallos de los de arriba. Este sistema se estructura de la siguiente manera:- reyes, señores feudales (condes, duques, príncipes, etc.) y el pueblo. Esta organización influyó a que la Iglesia que se organizara de la misma manera:- Por arriba está la Jerarquía:- El papa, los cardenales, los arzobispos, los obispos, los abades, los sacerdotes y finalmente el pueblo.
    Fue a partir de aquí y sin lugar a dudas que muchos obispados y abadías actuaban como feudos sobre un territorio: -Arrendaban la tierra, cobraban impuestos, manejaban ejércitos, etc. Por eso hubo que esperar a la Baja Edad Media, que fue cuando surgen las primeras ciudades, aparecerán una serie de gente que no eran señores feudales, pero tampoco son campesinos, sino gente trabajadora de las ciudades. Y paradójicamente fueron estos trabajadores organizados en gremios que se les llamo Burguesía.
    VII

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    Al parecer Juan Cordero ingreso primero a sus quince años en un convento de los Jerónimos de Talavera, para posteriormente con a sus dieciocho años ser admitido en Guadalupe. Donde según cuentan fue el más joven de los que partieron el 3 de enero de 1599 a las Indias en compañía de Diego de Ocaña y Martín de Posadas con la empresa de difundir la devoción a la virgen de Guadalupe, recoger los donativos que en aquellas tierras se hacían al monasterio extremeño y reglamentar su envío para el futuro.

    Pero dadas las circunstancias, si quería descubrir la vida de Juan Cordero; no tenía más remedio que visitar en Talavera dicho convento. Este convento se halla dentro del casco antiguo es punto de referencia, sus muros dan belleza a las calles y callejuelas que la rodean.


    Por lo visto, el arzobispo Tenorio lo fundó con el nombre de Santa Catalina. Pasó a manos de los Jerónimos por donación de este mismo arzobispo y ante la negativa del clero tala-verano de habitarlo. Se convirtió en colegio de huérfanos y recibió el nombre de la fundación San Prudencio, en recuerdo del hijo de los fundadores. Se trata de un complejo monacal compuesto por la monumental iglesia, el claustro y la denominada Casa de los Canónigos.

    No me fue difícil encontrar dicho convento, pero fue al penetrar y después de dejar los alegres ruidos que delatan la existencia de algo. Para después entrar de nuevo en la soledad de ultra tumba, - si esa monotonía interminable del no ser. De qué horribles sufrimientos e interminables agonías debieron ser testigos a lo largo de tantos siglos estos fríos muros.

    La verdad es que fui pronto recibido por un sacerdote, que después de mis preguntas me hizo pasar a su despacho. Un verdadero retiro artístico, con muebles antiguos y la mesa repleta de papeles y libros antiguos. Pero sobre todo de un crucifijo que debería tener casi medio metro de alto.

    Si, un verdadero tótem con su Jesucristo crucificado que solo al verle se me puso la carne de gallina. Así como también las paredes estaban cubiertas de antiguos cuadros de los más destacados frailes y todos envueltos en un profundo misterio que invita al recogimiento y a la meditación.

    No tarde en volver a preguntarle por Juan Cordero y extrañado el sacerdote me puso un manuscrito sobre la mesa donde según él aparecían los nombres de todos los frailes que vivieron en dicho convento. – ¡Si, mire aquí aparece quien esta usted buscando y que además, fue enterrado aquí! – ¿Pero sepa usted que eso transcurrió halla por el Siglo-XV sin bien recuerdo?

    –Efectivamente, y además, le diré que en la biblioteca existen unos cuadernos y un grueso libro donde se habla de él. –Porque sepa usted que él después de sus viajes por esos mundos volvió para vivir aquí sus últimos días y después fue enterrado en un cementerio que se halla muy cerca de aquí.

    Fue después de hacerme visitar la Iglesia que nos dirigimos a una no grade biblioteca donde no tardo en entregarme unos manuscritos y un grueso libro. –Mire le permitiré que lo lea detenidamente y que coja las notas que necesite. –Pero cuando haya terminado me avise ya que no se puede dejar salir ningún libro al exterior. –Bueno también le diré que en dicho libro vera el inmenso poder de la Iglesia en la edad media.
    Si es verdad lo que decía porque de hecho podemos decir que la iglesia católica tuvo influencia en todos los órdenes de la vida de la edad medieval, y ningún sector de la sociedad se mantuvo ajeno a dichas influencias.

    En realidad, todo giraba en terno a la religión:- El arte, la cultura, la música, la filosofía, las ciencias, las fiestas, los nacimientos, las bodas y etc. Sí, Dios era el centro del mundo y de la vida de las personas. Y hay aquel que no obedeciera, pues en 1184 que se reunió en Verona un concilio, convocado y presidido por el papa Lució III a fin de adoptar medidas para combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos, que se reservara a la Santa sede los juicios de herejía en los conocería por medios de delegados y tribunales propios.

    Pues los obispos, instituidos en jueces y representantes del papa, deberían fallar las causas de herejía, imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular. Estos tribunales eclesiásticos se establecieron para inquirir y castigar los delitos contra la fe.

    Pero sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII, donde en 1231 el papa Gregorio IX la organizó definitivamente, confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario, se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos a diversas penas, hasta la máxima, de muerte en la hoguera.


    Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de existir en el siglo XV. Pero por lo contrario en España, fue potenciada por los reyes católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida por las Cortes de Cádiz (1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes de su definitiva extinción en 1834. Pero en América en América, la Inquisición fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en Méjico, Lima y Cartagena de Indias.

    Pero sólo tenía jurisdicción sobre criollos y españoles y no sobre los indios. Por todo esto, nadie era ateo en esta época, entre otras cosas porque el ateísmo es un fenómeno que surge en el Siglo-XIX. Y por tanto en la Edad Media todo el mundo cree en Dios. Y además, fue en la Edad Media que se organiza el sistema feudal.

    Este sistema, fue sin lugar a dudas la de una autoridad vertical en el que los de abajo se consideran como vasallos de los de arriba. Este sistema se estructura de la siguiente manera:- reyes, señores feudales (condes, duques, príncipes, etc.) y el pueblo. Esta organización influyó a que la Iglesia que se organizara de la misma manera:- Por arriba está la Jerarquía:- El papa, los cardenales, los arzobispos, los obispos, los abades, los sacerdotes y finalmente el pueblo.
    Fue a partir de aquí y sin lugar a dudas que muchos obispados y abadías actuaban como feudos sobre un territorio: -Arrendaban la tierra, cobraban impuestos, manejaban ejércitos, etc. Por eso hubo que esperar a la Baja Edad Media, que fue cuando surgen las primeras ciudades, aparecerán una serie de gente que no eran señores feudales, pero tampoco son campesinos, sino gente trabajadora de las ciudades. Y paradójicamente fueron estos trabajadores organizados en gremios que se les llamo Burguesía.

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    Una vez ya todos los datos, fue cuando decidí poner en orden la verdadera historia del fraile Juan Cordero. Pues al parecer Juan nació en una finca situada en lo que hoy se conoce por Cazalegas muy cerca del rió Alberche.
    De Cazalegas por lo que respecta a su origen que referencia de otros pueblos se hablan de un origen incierto, aunque se suele coincidir en destacar lo antiguo de su fundación. Por lo tanto, no se trata de un pueblo de señorío fundado con posterioridad al avance cristiano de la reconquista, sino que se trata de un pueblo con antecedentes ¿celtas?, romanos, visigodos y árabes anteriores al año de 1086.

    Desde 1328 hasta 1369, Talavera y toda la tierra de su jurisdicción, perteneció a señorío regio porque fue entregada como dote a la reina doña María de Portugal (por eso se llamó Talavera de la Reina). En 1369 fue entregada, como merced del rey Enrique II, al arzobispo de Toledo D. Gómez Manrique y sus sucesores; por lo tanto, Cazalegas dependía de la jurisdicción de Talavera de la Reina y del señorío eclesiástico de los primados de Toledo.

    No obstante, a lo que respecta a la familia Cordero fue que trabajaban para los condes de Águila fuente. Que al parecer levantaron un palacio, que aún subsiste, y según el libro de don Manuel Foronda y Aguilera “Estancias y viajes del emperador Carlos V”, en él se detuvo y comió el emperador el día 7 de abril de 1525 cuando marchaba camino de Guadalupe. El 21 de febrero del mismo año, procedente de Illescas y camino de Sevilla, volvió a Cazalegas y comió de nuevo en el mismo palacio.

    Los padres de Juan, eran a la vez padres de otros cinco hijos; de los cuales tres eran hembras y dos barones. Su madre Mercedes era más bien corpulenta y de una salud incontestable como así su padre que además, de fuerte era alto. Según cuenta su padre era el capataz de la finca del señorío de conde de Águila Fuente y esto les permitía vivir en una parte del palacio reservada a la servidumbre.

    Su madre se dedicaba a la limpieza del palacio a la vez que cuidaba de él y del resto de los hermanos. Si, ella siempre se la encontraba barriendo, zurciendo, lavando o pelando patatas y por las tardes con otras mujeres sentadas en los soportales a la vez que charlaban amistosamente zurciendo o tejiendo calcetines. Pero en verano cuando las moscas y los abejorros zumbaban, su madre le llamaba o a él alguna de sus hermanas para que con una rama les ahuyentaran.

    Al caer la noche también los hombres sentados junto a la fogata murmuraban, hasta que sentían la llegada de algún guardián del palacio y mismo la llegada de su padre. Para morreando uno tras otro un garro de vino seguir hablando de algo y de nada concreto, hasta que al caer la noche y cuando ya los ojos de los peones dejaban de brillar porque las llamas de la fogata dejaba vencer las sombras; en silencio van abandonado el corro a pares para perderse en la oscuridad.

    Después de cenar que casi siempre en invierno eran unas sopas de ajo y verano un gazpacho o un rin-ran como decía su padre. Para luego seguir sentados escuchando la conversación de sus padres y así como las historias la mayor parte de ellos inventadas. Él como el más niño se sentaba al lado su madre y con el rumoreo de sus conversaciones se iba durmiendo hasta que se dejaba caer la cabeza sobre las piernas de ella.

    Si, reconoce que ya a sus doce años y pese a que él era un privilegiado al ser su padre capataz, no encontraba explicaciones por tanta miseria y del porqué ese reparto tan inhumano de la riqueza. Pero la verdad es que era una época en que nadie se atrevía dado el poder de la iglesia y de una feudal aristocracia levantar la voz. ¿Para que arriesgase, si todo estaba atado y bien atado?

    Qué se le va a hacer, si él como el resto de las familias de la época terminaría en un convento. Donde estas corporaciones mezquinas te lavarían el cerebro con sus tibios sermones inspirados en la caridad cristiana y no de la prohibida justicia social. Si el poder establecido de la Iglesia era tal que si la media en las familias eran la de ocho hijos tres de ellos terminarían sirviendo a la Iglesia, dos al ejército y los otros si es que sobrevivían terminaban como sus padres de gañanes.

    Sí, así era dado que por aquel entonces ya dos de sus hermanas habían ingresado en un convento y la otra estaba sirviendo en casa del marques. Él mientras tanto con sus doce años, por las mañanas asistía con otros niños a las clases que les impartía el capellán del palacio y por las tardes con su hermano Evaristo bajaban al río Alberche donde con la habilidad de su hermano llenaban la cesta de peces y ranas para luego las ancas venderlas a los del palacio.

    Las tardes de invierno por lo contrario, el capellán les obligaba a largos rosarios, mientras que las mujeres; al calor de la instancia seguir remendando los pantalones, camisas y calcetines de la familia. Sí, así fuero pasando los años, hasta que a sus quince años el capellán que había convencido a sus padres de tener un hijo muy inteligente, les fue convenciendo para que se prepararan por qué su benjamín estaba llamado a servir al señor.

    Capítulo VIII
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  10. #10
    Fecha de Ingreso
    11-mayo-2015
    Mensajes
    193

    Predeterminado

    SE SIGUE
    Capítulo VIII

    Juan ingresó en el mes de septiembre En el convento de los Jerónimos de Talavera de la Reina recién cumplido los quince años. Y reconoce que aquello era una presión, llena de celdas con sus barrotes en las ventanas y todo para que pudieran meditar en paz. Por eso lo primero que tuvo que hacer es hablar poco dejar pasar los días mientras se iba a acostumbrando y sobre todo intentar ganarse la confianza de sus superiores.

    El silencio allí era total y lo único que se oían eran pasos y rezos, pero reconoce que él poco a poco se fue adaptando. Las celdas eran viejas y pequeñas, donde al caer la noche ya los frailes sin fuerzas para rezar caían agotados en sus duros camastros. Pero él todavía un niño y habituado a corretear con los demás por los patios del palacio, solo ahora le quedaba merodear por la estrecha celda.

    Así una noche tras otra se iba habituando al equilibrio de sus penas nocturnas, donde solo le quedaban los recuerdos de aquellas correerías y baños con sus amigos por las riberas del Alberche. Pero la verdad es que no tuvo más remedio que ceder a las exigencias y por tanto reconocía que su situación no era momentánea, si no que serie una dura disciplina que le exigirían más y más cada día.

    Sin embargo, reconoce que encerrado en saber cada vez más termino por acabar con sus pesares ya que según el padre prior su capacidad por dominar el latín era asombrosa. Sí, así fueron pasando los años y lo que más recuerda de este convento de Talavera era que en verano dentro de las galerías y los patios era soportable. Pero cuando llegaba el invierno tiritaba en la celda por la noche y por el día también bajo ese traje conocido como sarga destinado para los pobres dones se utilizaba la tela e incluso la seda.

    Sin embargo, reconoce que allí se lo explicaban todo, se lo exigían si exigírselo, con esa vehemencia de la mano dura. -Si, padre, se lo prometo y por dios les juro que seguiré al pie de la letra sus funciones y dedicaré todo mi esfuerzo en servir al Altísimo. Es verdad que él nunca se sintió un tonto ni un inútil y por eso estaba dispuesto a los sacrificios por seguir adelante y todo pese a no apoyar sus impuestas creencias de las que él en cierta parte dudaba.

    Pero la realidad es que el estaba dispuesto a continuar sus estudios, que era un razonamiento perfecto ya que no tenia otra opción si no quiere exponerse a volver arañar la tierra para poder comer como sus padres y hermanos. Sí, él debía comprender que eran ellos los privilegiados, los que en nombre de ese Dios sacrificado siempre mandaron y todo porque con su Santa Inquisición la autoridad estaba en sus manos.

    Si ellos, están disfrazados de lo que no debería ser, ya que si se les quitara sus tótems y tabúes quedarían reducidos agente pobre como los demás. Por eso siguen con su mascara para que por el miedo a la hoguera sigan forzándose a creer en un Dios mezquino que les permite seguir expoliando a los de aquí y los de allá. Para al fin terminar por crear el imperio mejor organizad y el más poderoso de la tierra. ¿Pero como no ser obediente y no acatar las ordenes ya que las resoluciones más altas son decretadas desde la Santa Sede?

    Pero él debía de olvidarse de muchas cosas para no entrar en conflicto con él mismo y entrar en ese mundo. Pues además, era demasiado joven para colocar su manera de pensar en el centro de esta regla de jugo. Sí, él debía aceptar esta dudosa leyenda casi perfecta. Mismo si la magnitud de su no voluntario sacrificio le obligaba a esa vida de clausura en sí mismo.

    Después de estas largas reflexiones, dice que llevaba bastantes días esperando la ceremonia para que con sus dieciocho años fuera con otros más investidos como hermano de la congregación de los Jerónimos. Y una vez colocado en el altar el padre prior y el obispo de Toledo, avanzo por el centro de un desfiladero ce cirios hacia el altar. Para después, frente al altar y entre cánticos una vez todos ellos tumbados boca abajo el obispo con un libro entre las manos pronuncian sus antiguas palabras. Para luego después de sacudir sobre ellos las gotas del agua vendita dar por terminada la ceremonia.

    Fue solo varios meses después de la ceremonia cuando le anunciaron su traslado al santuario de Guadalupe. Y recuerda que era verano y mismo con el ruido de la carreta, no era difícil oír el concierto de las chicharras por el camino. Hacia mucho tiempo que no volvía a ver el campo, por lo que respiro hondamente con el fin de rellenar con ese fuerte olor a pino sus pulmones.

    Pese al traqueteo de la carreta y trayecto que se prologó todo el día él estaba contento de su traslado ya que le permitió observar como los pájaros que cruzaban el cielo. No parecían dirigirse a ningún lado preciso como él y todo porque para ellos no existía otro sitio ni otra hora. Sin embargo, él debía vivir en el presente aunque por el momento fuese un limbo sin clave ni significado, si solo una persona que los demás deciden por él.

    Cuando el azul cielo perdía su transparencia porque el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, fue cuando la carreta se paró en seco delante del convento. Por fin habían llegado al convento de Guadalupe y después de contemplar el paisaje desde las escalinatas. Se fueron aproximando a la puerta del convento a sus ojos y como si lentamente fuese surgiendo del suelo las formas de la fachada del templo con sus altas bóvedas.

    Después de cesar su contemplación y como ya estaba agonizando el día los dirigieron rozando una verja para después pasar de bajo de gran arco y después de subir unas escaleras se encontraron en la parte del convento donde se hallaba el comedor. Allí fueron recibidos por el hermano mayor de cofradía que les indico una de las mesas vacías del comedor. –Hermanos-buenos noches nos de Dios, siéntense y les invito a compartir la cena con los demás hermanos.

    La cena fue ligera, pero lo que más le disgusto fue que con recelosa curiosidad los demás frailes observaban como él comió con devorante apetito. Sin embargo, reconoce que no tardo en controlar su desanimo cuando observo que el hermano situado de frente a él, con una mano entre severo le corregía como si le hiciera cierta gracia su manera de comer.

    No tardo el padre prior, anunciar que se levantaran todos, para después todos en fila y en silencio profundo del claustro dirigirse a una nave donde a derecha e izquierda se continuaban las puertas de las celdas donde no tardaron en designarle una de ellas. Ya una vez en su interior volvió el silencio solo roto por algunas campanadas graves que provenían de la torre. Para luego abandonándose a la fatiga del camino tendido en la dura cama quedar dormido.

    Cuando despertó dice que fue por golpes en la puerta, que le asusto de los pies a la cabeza. Era para él la inquietud de esa nueva y fría celda el de sentirse vigilado todo el día. Y aunque hubiera seguido durmiendo más la realidad fue otra ya que las puertas una tras otra fueron abiertas para luego de nuevo en fila dirigirse de nuevo con aquel silencio de los largos pasillos del claustro al comedor.

    SE SIGUE
    Capítulo IX

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