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Tema: La trinchera

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    21-junio-2011
    Ubicación
    MURCIA
    Mensajes
    3.070

    Predeterminado La trinchera

    Extrañamente esta tarde no parecía que hubiese guerra. La trinchera no estaba siendo bombardeada. Una calma densa flotaba en el aire. La experiencia dictaba que habría un amanecer sangriento.
    ¿Por qué no disparan? ¡Huele a algo feo! La voz del sargento exteriorizaba sus más recónditos pensamientos. Pese al comentario no nos desanimamos.
    Como si el cielo le hubiese oído empezó una lluvia de proyectiles. El ruido era infernal. A pesar del miedo los soldados respondieron al ataque. Un alarido humano se sobrepuso a los demás ruidos. Al cabo Gálvez una granada le dejó sin brazo. No cundió el pánico porque no había tiempo para ello. Cada uno de nosotros se atrincheró como pudo.
    No hubo más heridos. Al atroz ruido le sucedió el silencio. Un silencio apocalíptico que desnudaba las almas. Nos leíamos los pensamientos. Más que eso, oíamos la voz interior del compañero. Era el silencio que hablaba a voces. Unos rezaban. Otros se acordaban de los seres queridos. Algún que otro comparaba sus gastadas botas con las más nuevas del compañero.
    Teníamos hambre. Hacía unos días el enemigo había cortado la línea de suministros. Solo quedaban unas pocas latas de conserva y algún trozo de pan enmohecido. Las ratas que en un tiempo pululaban nos las habíamos comido. Solo quedaba ingente cantidad de piojos y agua corrompida.
    Los alaridos de Gálvez, aunque cada vez más débiles persistían. Era anormal que no se desmayase. El sargento corrió a su lado. Solicito le tendió la cantimplora. Poca era el agua que le quedaba y todos admiramos el gesto. DE nada valió. Murió en sus brazos. El soldado de las botas viejas llevó su cuerpo junto a los demás cadáveres. Al volver traía calzado nuevo ¡Se gano el mudo reproche de todos!
    Vino otra vez el ruido. Esta vez más acompasado. SE trataba de ametralladoras. Hubo dos bajas. No acallarlas significaba nuestro fin. Parecía como si el enemigo hubiese recibido refuerzos ¿De dónde habían salido esas ametralladoras?
    El soldado de las botas retrocedió unos pasos hacia el fondo de la trinchera. Ante la atónita mirada de todos hurgó en los cadáveres. En un pañuelo blanco que extrajo del bolsillo colocó lo que había tomado de los muertos y se lo guardo en la pechera.
    El sargento corrió a recriminarle. El soldado de las botas saltó de la trinchera antes de que llegase a su lado. Corriendo en eses y más tarde reptando intentó a cercarse al enemigo. Algunos de nosotros cegados por la ira, le disparamos. Una bala le dio en el hombro. Lo notamos porque allí se llevó la mano y pareció flaquear en su carrera. Todos maldecíamos su traición.
    LO vimos sortera peligros hasta alcanzar el frente enemigo. Alzó los brazos en señal de rendición. Cesaron los disparos para que se entregara. Entonces, sacando fuerza de flaqueza y de un salto felino cayó sobre los tiradores.
    ¡La explosión fue enorme! Comprendimos que lo que verdaderamente llevaba el pañuelo blanco eran granadas

  2. #2
    Fecha de Ingreso
    10-enero-2011
    Ubicación
    Más allá del bien y del mal
    Mensajes
    13.439

    Predeterminado


    «The brain is the seat of madness and delirium.»

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