Spain is different! :sleep:Iniciado por EsquizOfelia
(Zona crítica)
Vamos a animar el cotarro, con "el rompeolas"!!
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Spain is different! :sleep:
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Vamos a animar el cotarro, con "el rompeolas"!!
Última edición por MagAnna; 25-ene.-2019 a las 10:50 Razón: Añado la canción
«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3
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Qué interesante. Qué lindo es leerte!
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Una viñeta de humor gráfico posteado por welcome, me recordó a El Roto. https://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C...go_Garc%C3%ADa
En el diario 'El País' (28/12/2018) Viñeta de El Roto, en ella se ve dibujado:
Un hombre que empuña una espada (ensangrentada) y está matando niños, dice: ¡Tenemos órdenes de Herodes de acabar con la pederastia!
Última edición por gabin; 25-ene.-2019 a las 22:47
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Un genio el Roto!
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El “Clip” es el triunfo de la simplicidad.
Ocho dobleces fáciles que pueden ser hechos a mano, sin auxilio de ninguna herramienta. Es más, sin necesidad de experiencia previa ni estudio específico, ni tan siquiera de un intelecto superior. Y mejor todavía, sin gastar casi nada! Ninguna otra invención tiene una relación costo-beneficio mejor que la del clip.
Hoy son producidos en el mundo 20 mil millones de clips por año (tres por cada terráqueo). Ellos sirven para abrir el CD room cuando se emperra, limpiarse las uñas, perforar la tarjeta de estacionamiento o del bingo y hasta eventualmente...para juntar hojas! Es increíble pensar que demoró tanto en ser inventado.
Siglos y más siglos escribiendo en papiro o papel. Con seguridad muchos de esos antiguos documentos (como hoy en día) tendrían los inevitables “anexos”. Ellos eran clavados, cosidos, pegados, atados o simplemente.....sueltos. Quiere decir que la mayoría se perdían. Todo esto porque todavía no había sido inventado el clip.
Los noruegueses atribuyen la invención, a su compatriota Johan Vaaler, en 1899. Es por esto que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazista invadió Noruega y prohibió el uso de símbolos patrios, los noruegueses pasaron a usar clips en la solapa, en una demostración pública de patriotismo.
Pero el clip de Vaaler no fue el primero. Décadas antes, el pedacito de alambre ya había sido doblado en Inglaterra, pero con forma de M (tres dobleces). Las patitas de la M quedaban por detrás de las hojas, y la V que las une en el frente.
Tanto el clip de Vaaler (cinco dobleces) como el M inglés, no tenían todavía lo que el clip actual tiene: un pentágono dentro del otro (8 dobleces). Esta maravilla del design –por increíble que parezca- surgió en 1901 y nunca fue patentado. Otra cosa destacable, es que pese a ya tener más de 100 años de creado, nunca más sufrió modificación alguna. Basta mirarlo bien y se percibe que el famoso clip, ya no puede ser perfeccionado en nada.
Por algún motivo que no sé, nosotros, en pleno siglo XXI estamos convencidos de que creatividad, es sinónimo de complicación. Todos los días nuevas ideas que no requieren especialización o grandes inversiones, desfilan frente a nuestros ojos. Pero nosotros las descartamos, o ni cuenta que nos damos, porque hace mucho tiempo que dejamos de creer (erróneamente), que una buena decisión –personal o profesional- pueda tener la simplicidad de un clip.
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No seamos voceros del terrorismo.
No difundamos sus crímenes.
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Diógenes Salgado Filho. Brasilero, 58 años, nacido en Rio de Janeiro, pero residiendo ahora en Suecia. Inteligente, independiente, de buena familia, con una renta fija que le daban unas propiedades en Brasil, un día decidió patear el tablero y abandonó su empleo.
Vagaba como un zombi por las calles de Estocolmo. Al no tener ningún amigo, pronto se le hicieron aburridos sus paseos y se encerró en su casa. El computador era su única ventana, y hasta la comida comenzó a comprarla por internet. Para empeorar la cosa, las cajas de pizza le resultaron dignas de guardarse. Podrían servir para tantas cosas. Ni qué hablar de los envases coloridos de la comida china y las cajitas de Mc Donnald. Las pocas veces que salía a la calle, siempre volvía con trastos que otros (inconcientes) tiraban, sin valorar lo útiles que podían ser.
Con el pasar del tiempo, Diógenes comenzó a no sentirse bien en medio de sus “tesoros”. Toda esa montaña de cosas inanimadas ya no le daban placer. Allí estaba faltando algo con vida. Algo que latiera. Algo que hiciera algo inesperado. ¿Una mascota quizás?
Salió a pasear bajo la lluvia y viento, pero ya con la idea de compartir su soledad.
Y allí estaba. Una jóven bastante bonita que luchaba para que su paraguas no volara.
Diógenes se le acercó, la saludó educadamente...y la secuestró.
Por más que él le decía que no buscaba rescate, que no le haría daño, que no abusaría sexualmente, ella se revolcaba, quería golpearlo con las piernas... Tanto peor para ella. Seguiría amordazada y amarrada.
Poco a poco, la relación fue “civilizándose”. Comenzó por quitarle la mordaza, luego las ataduras y eso permitió que ella se moviera con más libertad (hasta donde alcanzaba la cadena fija en su tobillo) y hasta compartir la mesa a la hora de la comida y las largas charlas. Pese a este “adelanto” la chica estaba segura de algo: No saldría viva de ese trastero, lo que interiormente, su desespero era desgarrador y torturante.
Un día Diógenes, le quitó los grilletes, abrió la puerta de calle y le dijo:
-Puedes irte.
Ella no podía creerlo. Salió de la casa pero simpre mirando para atrás con recelo, ya que se imaginaba que vendría la estocada final.
Pasó menos de una semana y alguien llamó a la puerta de Diógenes. Era ella, con una tímida sonrisa y sin policías.
Se miraron unos instantes y Diógenes la invitó a que entrara a tomar un café.
La chica de Estocolmo aceptó.
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Estocolmo.
Diógenes Salgado Filho. Brasilero, 58 años, nacido en Rio de Janeiro, pero residiendo ahora en Suecia. Inteligente, independiente, de buena familia, con una renta fija que le daban unas propiedades en Brasil, un día decidió patear el tablero y abandonó su empleo.
Vagaba como un zombi por las calles de Estocolmo. Al no tener ningún amigo, pronto se le hicieron aburridos sus paseos y se encerró en su casa. El computador era su única ventana, y hasta la comida comenzó a comprarla por internet. Para empeorar la cosa, las cajas de pizza le resultaron dignas de guardarse. Podrían servir para tantas cosas. Ni qué hablar de los envases coloridos de la comida china y las cajitas de Mc Donnald. Las pocas veces que salía a la calle, siempre volvía con trastos que otros (inconcientes) tiraban, sin valorar lo útiles que podían ser.
Con el pasar del tiempo, Diógenes comenzó a no sentirse bien en medio de sus “tesoros”. Toda esa montaña de cosas inanimadas ya no le daban placer. Allí estaba faltando algo con vida. Algo que latiera. Algo que hiciera algo inesperado. ¿Una mascota quizás?
Salió a pasear bajo la lluvia y viento, pero ya con la idea de compartir su soledad.
Y allí estaba. Una jóven bastante bonita que luchaba para que su paraguas no volara.
Diógenes se le acercó, la saludó educadamente...y la secuestró.
Por más que él le decía que no buscaba rescate, que no le haría daño, que no abusaría sexualmente, ella se revolcaba, quería golpearlo con las piernas... Tanto peor para ella. Seguiría amordazada y amarrada.
Poco a poco, la relación fue “civilizándose”. Comenzó por quitarle la mordaza, luego las ataduras y eso permitió que ella se moviera con más libertad (hasta donde alcanzaba la cadena fija en su tobillo) y hasta compartir la mesa a la hora de la comida y las largas charlas. Pese a este “adelanto” la chica estaba segura de algo: No saldría viva de ese trastero, lo que interiormente, su desespero era desgarrador y torturante.
Un día Diógenes, le quitó los grilletes, abrió la puerta de calle y le dijo:
-Puedes irte.
Ella no podía creerlo. Salió de la casa pero simpre mirando para atrás con recelo, ya que se imaginaba que vendría la estocada final.
Pasó menos de una semana y alguien llamó a la puerta de Diógenes. Era ella, con una tímida sonrisa y sin policías.
Se miraron unos instantes y Diógenes la invitó a que entrara a tomar un café.
La chica de Estocolmo aceptó.
.qué genial jajajaja
Para los créditos del final de la historia yo pondría este tema musical...
"Você ê sim, e nunca meu não"
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Para los que creían se habían inventado todas las estrategias para ligar, añadan la que se relata de Diógenes Salgado Filho. ¡Qué crack! (O,...... se trataba de otra cosa)
Última edición por gabin; 28-ene.-2019 a las 11:46
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El que la chica quisiese volver con su raptor, y el que esta sintiese incluso empatía con él, se llama "Síndrome de Estocolmo". Tal vez el nombre se lo dio un embajador raptado por la banda terrorista ETA, en tiempos de Franco.
No aclaras si Diogenes llevaba pantalón o se cubría solo con el tonel. Detalle importante para comprar los calcetines a tono y para comprar barniz de madera en lugar de betún para los zapatos ¿Se casaron ó se "arrejuntaron"?
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El último párrafo es absurdo. Prácticamente nadie quiere nada parecido a Franco en España. No llega ni al 0,000001%
Última edición por EsquizOfelia; 29-ene.-2019 a las 12:30 Razón: Publicidad.
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