De tiempos lejanos en los cuales los pretendientes esperaban horas y horas por ver asomarse por mínimo momento a sus amadas a través de la verja de sus ventanas, les dediqué este poema:

Todas las noches te espero
cuando empieza a anochecer.
De tu verja prisionero
te diré cuanto te quiero
que mas no puedo querer.

Que seré tu caballero,
y arrogado en tal mester,
cuidaré tanto el puchero
como el aroma a romero
con fuste de brigadier.

Por amor soy mosquetero
y noble es mi proceder,
por vos seré romancero
un cantador de bolero
ejemplo de bienquerer.

Te diré cuanto te quiero
que mas no puedo querer.
De tu verja prisionero
todos los días te espero
cuando empieza a amanecer.