Indomables.

[Mechanic Hamlet]

¡Pobres muertos en vida desheredados de voluntad y de nuevos bríos para su grisácea estancia en este lugar! A todos ellos los miro con asombro y repudio y no puedo dejar de pensar que por cerebro tienen aserrín y alquitrán por sangre. No dudaré en escupirles, de nueva cuenta, su cara.
Esos que creen, que tienen fe y esperanza, que esperan un cambio, no son más que fantoches movidos por los hilos de su propio y funesto destino. Sin carácter y para ser engañados y dominados por sus inseguridades que son dueñas de ellos, amas y señoras, presos de ellas, es por eso que se someten al imperio ajeno: "Sí, amo. Lo que usted diga, amo. Lo que usted mande, amo".

Manada de extraviados que no encuentran identidad propia, pero que les excita ser llevados de un lado a otro como piezas de ajedrez sin darse cuenta que, al final, el tablero quedará vacío e inerte, como sus vidas. Necios que fueron caprichos del momento en acción. Utilizados y ultrajados. Débiles de corazón y mente. Verdugos de sus propias pasiones y bajos instintos. Hipnotizados y embrujados por la carencia de dominio, y cuando camino a lado de ellos, no dudo en gritarles: "¡Indomables!", a lo que me responden con una leve y tímida sonrisa. Imbéciles. Interpretaron que nadie ni nada ejercía poder sobre ellos, pero son ellos los que no tienen control sobre sí mismos. Indómitos que no dejarán huella alguna en el transcurso de su existencia. Solamente los valientes que se han liberado de sus grilletes y espectros son merecedores de la dicha eterna emparentada con la señora Dignidad.

No es una locura ser amo y dueño de tu destino. Más loco es aquel que se deja doblegar por sus perplejidades y miedos. Pero, ¿quién soy yo para determinar afirmar tal cosa cuando mi cuerpo está doblegado por su propia imperfección y el capricho de la naturaleza misma? ¡Ah, maldigo mi genética y mala suerte! Flacucha, endeble, paliducha, enclenque, enfermiza, sin brillo, bizarra, melindrosa, farmacodependiente y patética. Si pudiera cambiar tales adjetivos, lo haría, pero solamente soy la burla del infortunio. Sólo mi inmolación podría liberarme de esta mala jugarreta para no ser objeto de Su burla y juego.

"La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos", alguna vez lo dijo Cicerón, pero la vida de los muertos que dominaron sus instintos quedará plasmada en los libros, rocas, madera y en la evocación.

[Ichimaru]

Bien dicho, bombon... aunque te falto dedicarselo a los mansos del foro.