Tan bello inicio en mi vida tuviste,
ahí apareciste tú, llevándote mis problemas,
ahí te guardé dentro de mi corazón,
me refugié en el tuyo y te di todo mi amor.
Tantas noches sin dormir,
pensando tan sólo en tí,
oyendo el silencio inalcanzable
del nunca poder desenamorarme de tí.
Era tan bello y tan fuerte,
tan intenso y profundo,
pero había tan solo un vacío
que no se llenaba aunque así lo pidiera...
Yo te daba mi aliento y mi vida,
tú me dabas un beso y te ibas.
Yo guardaba explosiones por dentro,
mientras tu silencio no expresaba ni la
más mínima muestra de aprecio...
Me afectabas hasta lo más profundo de mi alma,
sin embargo yo locamente te amaba,
ciega, sorda y mudamente te anhelaba.
Yo me perdía en tus miradas perdidas
mis escondites guardaban el llanto de tu amargura
mis sentimientos heridos ya no deseaban estar más contigo...

Más tú nunca te percataste de lo mucho que a mí me hería,
de lo mucho que a mí me dolía,
de la intensidad con la que quemabas mi alma,
haciéndola morir poco a poco...
¿Morir? ¿Por qué habrías de hacerla morir si aunque yo herida,
te quería, si aunque yo ciega, te miraba,
si yo sorda, te escuchaba, si yo muda, te hablaba?
No había desaparecido todavía...
tu gran habilidad de enamorarme permanecía,
y yo no me iba.
Pero algún día llegaría,
ese día interminable,
tan temido y doloroso,
pero a la vez placentero y fascinante.
Tal como llegaste tú, llegó ese sentimiento,
tan impredecible y confuso.
Amarte pero ya no quererte conmigo.
Quererte conmigo pero ya no amarte.
¿Te amo?
Puede que lo hice alguna vez,
pero esa fuerza se apagó cuando tu la destruiste.
Puede que no hayas hecho desastres.
Puede ser que solo te hayas limitado a intentar amarme,
por lo que mi amor por tí se desvaneció,
se quedó plantado en mi corazón,
estrechado entre tus brazos,
y tú, tratando de escuchar mis ojos,
tratando de predecir mi falta de interés hacia ti.
Tú no lo entendías, por supuesto,
pues nunca te enteraste de mi sentimiento.
Quisiera arreglarlo antes, ahora no lo sé.
Siento que el pasado te está arrastrando
y te está llevando hacia otro lado...
Estamos los dos parados en esa gran encrucijada,
donde yo quiero seguir caminando,
pero tú prefieres esperarte un rato.
Aunque tengo miedo de continuar,
hay algo que me impulsa a hacerlo,
me da miedo caminar, no porque no sepa,
sino por lo que voy a dejar atrás.
Tú estás ahí, esperando que me quede junto a tí.
Yo no sé ya adónde mirar... te quiero... te extraño...
te busco todavía.
Pensar que fue tu culpa, sentir que yo la tengo,
verte y mirarte inocente,
sentirme pesada por tus cargas...
Soy un desastre por dentro,
un huracán se ha presentado en mi mente,
un tsunami a ocurrido en mis venas,
la sangre se me hierve y se me va a la cabeza.
Impotencia, de no poder decírtelo,
coraje, de no tener idea de lo que siento,
miedo, de no saber a dónde ir,
tristeza de dejarte, y tener que olvidarte.
Eres tan bello, adoro tus sentimientos,
adoro esos cálidos abrazos en los que me pierdo.
¿Puedes amarme? ¿Crees que es posible que tú me ames?
Es tan posible como que un niño le diga a su madre que la quiere,
pero si esa madre nunca le ha demostrado su amor,
ese niño nunca se lo dirá...
¿Tienes amor para dar?
Sí lo tienes, es sólo que aún no lo encuentras...
Todas las noches rezo para que ames, para que
tu vida no sea sólo una más olvidadda,
sino tenga una fuerza que le dé sentido,
que no puedo ser yo,
pues soy pequeña, y así como los detalles en la historia,
desaparecen con el tiempo.
Amo que seas tan tierno, pero lo que odio
es el poco tiempo que lo eres.
Mis palabras se han secado por ahora,
mi mirada se ha desgastado,
mi corazón se ha roto y desgarrado...
Pero así como seguiré mi camino,
tú seguirás el tuyo, se curarán estas heridas,
Él lo hará, aunque siempre
quedará el recuerdo,
el vano pensamiento,
el profundo sentimiento,
de ese primer beso,
de esos ojos encontrados,
de esas manos entrelazadas con las mías,
de ese corazón ardiente por tí.
Pero seguiremos y nada terminará aquí,
tú y yo creceremos, y aunque lejos,
siempre nos querremos.
Muerte de este amor, mas no de nosotros dos.