.

Carta completa de L. V. Beethoven a Antonie Brentano...


“6 de julio por la mañana.


«Mi ángel, mi todo, mi ser mismo. Hoy sólo unas palabras y escribo con lápiz [el tuyo].
Sólo mañana determinaré definitivamente mi alojamiento, qué inútil pérdida de tiempo. Por qué este dolor tan profundo cuando se impone la necesidad, acaso nuestro amor puede perdurar como no sea a través del sacrificio, de modo que cada uno no lo exija del otro; acaso puedes modificar el hecho de que no eres totalmente mía, y yo no soy totalmente tuyo.
¡Oh, Dios mío, contempla las bellezas de la naturaleza y reconforta tu corazón con lo que debe ser! El amor lo exige todo y es muy justo que así sea, esa es mi actitud hacia ti y la tuya hacia mi. Pero tú olvidas muy fácilmente que debo vivir para mí y para ti; si estuviéramos totalmente unidos sentirías el dolor tan poco como yo.
Mi viaje fue terrible; llegué aquí a las cuatro de la mañana de ayer. Como no tenía caballos, el cocero eligió otra ruta, pero qué espantosa; en la penúltima posta me advirtieron que no viajase de noche. Intentaron atemorizarme con la perspectiva del bosque, pero eso acentuó todavía más mi ansiedad, y me equivoqué.
Y en efecto, la diligencia se atascó en el maldito camino, un camino que era un océano de lodo. Si no hubiese contado con estos postillones no habría podido salir de ahí. Esterházy, que viajaba por el camino normal, corrió la misma suerte que yo, pese que tenía ocho caballos en lugar de cuatro.
De todos modos, el episodio me agradó un tanto, como es siempre el caso cuando supero con éxito las dificultades. Y ahora pasemos rápidamente de las cosas exteriores a las interiores.
Seguramente nos veremos pronto; más aún, hoy no puedo compartir contigo los pensamientos que tuve los últimos días en relación con mi propia vida. Si nuestros corazones estuviesen siempre unidos, no concebiría tales pensamientos. Mi corazón desborda con tantas cosas que necesito decirte.

¡Ah! Hay momentos en que siento que el lenguaje de nada sirve. Anímate, continúa siendo mi auténtico y único tesoro, mi todo, como yo lo soy tuyo. Los dioses deben deparamos lo que merecemos.
Tu fiel Ludwig


Lunes 6 de julio, por la noche.


Estás sufriendo, mi amadísima criatura —sólo ahora supe que es necesario despachar las cartas muy temprano la mañana de los lunes y los jueves, los únicos días que la diligencia del correo sale de aquí para K.—
Estás sufriendo. ¡Ah, dondequiera estoy estás conmigo! Arreglaré contigo y conmigo que yo pueda vivir a tu lado. ¡ ¡ ¡Qué vida! !!! ¡ ¡ ¡Así!!! Sin ti, perseguido por la bondad de la humanidad aquí y allá, algo que tan poco deseo merecer como merezco.
La humildad del hombre hacia el hombre me agobia y cuando considero mi propia persona en relación con el universo, lo que soy y lo que es El, el mismo al que llamamos el más grande, y todavía, aquí está lo divino del hombre, lloro cuando pienso que probablemente no recibirás hasta el sábado la primera noticia de mí.
Tanto como me amas te amo. Buenas noches. Como estoy tomando los baños debo ir a acostarme. ¡Oh, Dios mío! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿Acaso nuestro amor no es de veras una estructura celestial, y también tan firme como la bóveda del cielo?



.