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Tema: ¡oh, el maestro Schumann!

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  1. #1
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    Predeterminado ¡oh, el maestro Schumann!

    ¡Oh, el maestro Schumann!

    "Existen varias fuentes que difieren respecto a cómo dañó Robert Alexander Schumann su mano derecha en 1830, siendo la más popular la de que para fortalecer el dedo anular ideó un aparato que de hecho lo inutilizó casi completamente (la musculatura del dedo anular está conectada al dedo corazón, convirtiéndolo en el dedo más débil). Otras fuentes citan una cirugía fallida, y otras los efectos secundarios de la medicación a base del tóxico mercurio para la sífilis..." (Wikipedia, dixit)

    ¿Saben?; el hermano encargado de darnos música en el cole (un internado salesiano del norte de la piel de toro, preciso) era un hasta intransigente fan del maestro..; su piedra de toque para el coro, ¡ay!, era el 16º lieder de s/. "Dichterliebe" {ergo, el "Die alten, bösen Lieder"}...

    ¡Yo había llegado a comerme las minas de los lápices para ver si enfermaba y me podía saltar la clase!

    Verán..; no es que yo no tuviese adecuada voz alta.., ¡es que un basse a mi lado era, no tenor, sino soprano! y NO pueden ustedes imaginarse CÓMO se ponía el hermano Tomás (ése era su nombre, s&#237 al más mínimo gallo... Ya les digo.., ¡había llegado a comerme, DESESPERADO al MÁXIMO, las minas de los lápices!; no les digo más...

    Yo, por entonces, ODIABA al maestro (me resultaba más prudente que odiar al hermano Tomás; que tenía fama de leerte el pensamiento). Creo que puedo merecer algo de comprensión...

    Una amiga mía, muchos años después, me lo re-descubrió.

    La había conocido por la facultad (su hermano estudiaba conmigo -estábamos en primero-) y nos habíamos acercado ya mucho un día en una mani. Ella estaba en el Conservatorio.

    Un día, de visita en mi home (yo, entonces, vivía en el Cap i Casal pero pasaba todos los fines de semana con mis abuelos paternos, a.c.s.; cuyo home, para GOZO inenarrable de ma iaia, a.c.s., yo no tenía empacho ninguno en decir a cualquiera menos a ma mare, a.c.s., consideraba mi verdadero home -lo decía, además, completamente convencido y no porque ma iaia, a.c.s., estuviese ya muy enferma-), ¡al ver el piano!, se puso tope pelota con ma iaia, a.c.s. {y; además le demostró CUÁN bien tocaba el piano, claro}, y consiguió su permiso para venir todos los fines de semana y, en realidad, todos los días que pudiera a ensayar para su examen de curso. Yo, ¡imagínense!, ENCANTADO.

    Su examen era la parte de piano de la segunda romanza para oboe y piano del maestro {un hueso, sí; ¡no se pueden imaginar las pestes que decía de la profesora que se lo había puesto..!}.

    Yo me había imaginado..; pero, NO: ella y ma iaia, a.c.s., formaron ¡una entregada simbiosis! y no había manera de, entiéndanme.., tener una oportunidad.

    Así que -a la fuerza ahorcan.., ¿no?- me allané a intentar el plan B {es decir, hacerme el muy interesado en música; a ver si así...}. Me sumí, pues, en una vorágine de indicaciones sobre tal o cual fraseo, correcciones de errores rítmicos, repeticiones mil de ritardandos, matices y rubati... No, no, no..; a mí, oigan.., ¡ni caso!

    Pero, me ENAMORÉ del maestro.

    Y, hasta hoy.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 16-ene.-2012 a las 08:30

  2. #2
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    Predeterminado dice...

    Dice la légende que a la segunda esposa {nacida Clementine Fechner} del maestro Johann Gottlob Friedrich Wieck, en fin.., NO le gustó la forma en que aquel hijo de editor ya un hombre hecho y derecho, mal estudiante de Derecho y APASIONADO por la música miró a su hijastra el primer día que su marido lo trajo a su home...

    Pero, ¡ay!, Clementine era una recién casada y, además, estaba muy bien educada. Estimó, ya en primera instancia, que NO sería la mejor forma de, digamos.., hacerse un hueco en la vida de un maestro como su reciente esposo trasladarle femeninas suspicacias versus quien, al fin y al cabo, era, ultra su allanado discípulo y sincero admirador, su reconocido amigo. Además, ya con todo más reposado.., valoró lo INCONCEBIBLE que empezaba a resultarle ¡haber pensado siquiera un instante lo que había pensado teniendo como tenía su hijastra menos de diez años y aparentando dos o tres menos! Sea como sea, y ya quizá sólo por tener conversación.., aquella noche en el lecho conyugal preguntó como quien no quiere la cosa a su marido si su amigo tenía ¿novia ya quizá? Éste, seco, le dijo que NO era ése el tipo de asuntos que trataba con tal, más que prometedor, magnífico músico..; pero, como no quería resultar más descortés de lo preciso y hasta cierto punto comprendía que las mujeres eran como eran, le informaba que se decía que había andado o aún andaba enamorado de Fräulein Ernestine von Fricken.

    A Clementine le sonaba el apellido (cosa que tranquilizaba mucho entonces a las señoras) e incluso recordaba haber conocido a una señorita en el parque que le había sido presentada como Fräulein von Fricken... Todo le pareció, pues, normal y se durmió plácidamente...

    Pero un día, más de una década después, tuvo que confesar, hecha un mar de angustioso llanto, a su INDIGNADÍSIMO marido (¡que, había sido llevado a los tribunales por su hija!) que no tardó en enterarse que la señorita que le fué presentada en el parque NO era Ernestine sino su hermana mayor y que a Ernestine ¡aún NO se le habían cortado las trenzas infantiles!

    Tuvo que confesarle MÁS cosas mientras, ¡ay!, SUPLICABA de rodillas PERDÓN por no habérselo dicho nunca.

    Pero.., pero.., pero, ¿CÓMO hubiera podido atreverse? ¿No veía ella CUÁN unido estaba su esposo a su amigo, CUÁNTO lo estimaba, CUÁNTO fiaba en él?

    ¿CÓMO podía imaginarse ella que lo que imaginaba era TODO y más VERDAD?

    Había espiado a su hijastra, revuelto su equipaje con cualquier excusa, sobornado a las criadas que llevaba en sus triunfales giras de niña prodigio aclamadísima..; y, ¡se lo JURABA a su esposo a sus plantas!, NUNCA ni la más mínima prueba de sus sospechas. ¿CÓMO, pues, acudir a su esposo para, sin otra cosa que sus sospechas de mujer, trasladarle algo ASÍ?

    Porque.., porque.., porque.., ¿QUÉ, en definitiva, podía decirle? Ella, sí, se ESPANTABA de lo que intuía, de lo que sospechaba, de lo que creía atisbar tras aquella forma de mirar, de besarle la mano a la niña, del alguien que no ella diriá sonreirle... Pero, ella conocía bien a su marido y sabía cuánto le irritaba que le hiciesen perder el tiempo con, en definitiva, HUMO.

    Clementine se deshacía en llanto..; imploraba, si no por ella, por la madre de tres de sus hijos..; el AHOGO ya la podía...

    Su esposo NO la perdonó. JAMÁS volvió a dirigirle la palabra. Su hija Marie Wieck (que, también sería una extraordinaria y aplaudidísima niña prodigio) se convirtió en la boca de su madre para su padre y en la boca de su padre para su madre.

    SÍ: Clara Wieck, cumplida ya la mayoría de edad, ganó a su padre (que, exigía se impidiese su matrimonio) ¡en juicio público y enormemente publicitado! Dice la légende que no más volver a su home su padre QUEMÓ petit à petit TODO lo que le recordaba a su hija..; pero, lo cierto es que tuvieron que ir los bomberos y que, cuando la cosa se le comentó, con toda la mala leche imaginable.., a Clara Wieck -a punto ya de ser Frau Schumann-, ésta, revelando una extraña fría CRUELDAD sus ojos de no haber roto nunca un plato, comentó secamente que dudaba hubiese quemado ni uno de los premios que ella había ganado en su carrera por, precisó glacialmente.., ser todos de ORO y que esperaba (y, se dice que hasta una momentánea pero ESCALOFRIANTE sombra de gozoso SARCASMO pasó por su faz de virgen inmaculada que aún cree que los niños vienen de París) no quemara el banco cuando fuese a incinerar TODO el dinero que le había dado a ganar.

    ¿Si fueron felices?

    El maestro Schumann SÓLO vivía para tenerla al lado. De poder, damas y caballeros, habría compuesto en su lecho conyugal.

    ¿Ella? Ella le díó ocho hijos y fué su MÁS sincera, entregada y ardiente FAN.

    Ni siquiera avisó a su padre cuando se quedó viuda en 1856. Cuéntase que él comentó con tozuda altivez que se lo agradecía: así no tenía la molestía de NEGARSE a ir al entierro de, dijo exactamernte.., "un DEGENERADO que pierde a las niñas y abusa de los amigos".

    Pero cuando murió, damas y caballeros, encontraron en los cajones de su mesa de despacho TODAS las obras de su yerno.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 08-ene.-2012 a las 06:46

  3. #3
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    Predeterminado ¿saben?

    ¿Saben?; dícese que la distonía focal {o, “cáncer del músico”} llega a afectar a uno de cada 200 intérpretes...

    Se trata, mes amis/es, de un repentino y misterioso transtorno por el que el cerebro incorpora un error en un movimiento automatizado y bloquea la movilidad de una parte del cuerpo; en el caso de los pianistas, de los dedos de la mano (devienen INCAPACES de tocar una simple escala de notas ascendente al piano aunque, en cambio, puedan ejecutarla a la perfección sobre una mesa o puedan escribir sin problema).

    El origo del "cáncer del músico", en realidad y a fin de cuentas, se DESCONOCE; pero, se especula podría encontrarse en los pliegues del cerebro. El movimiento de las manos se controla desde la corteza cerebral y, tras muchos años de entrenamiento, las escalas, las notas, determinadas partituras han quedado grabados en esa región cerebral como conexiones neuronales fijas. Por qué un buen día un dedo comienza a moverse de forma diferente, damas y caballeros, sigue siendo un MISTERIO; sobre todo porque la mano es capaz de seguir realizando todos los demás movimientos, como escribir, coser un botón, sin dificultad {por este motivo, mes amis/es, durante mucho tiempo se consideró que el "cáncer del músico" estaba relacionado con transtornos psiquiátricos -lo único que la ciencia sabe por el momento es que la región que controla la capacidad sensorial de los dedos de los músicos presenta alteraciones y si lo normal es que el movimiento de cada dedo disponga de una región propia, en la enfermedad del músico parecen haberse fundido unas con otras-}.

    Durante mucho tiempo, se han aplicado diferentes técnicas para intentar paliar esta insubordinación de determinadas partes el cuerpo aunque sin demasiado éxito; masajes fisioterapéuticos, acupuntura, inyección de diversos fármacos...

    El maestro Schumann lo padecía, sí.

    Mais, ¡ay!, él NO lo sabía.

    Estimó, pues, que sólo tenía que esforzarse MAS.

    Y, primero, se hizo construir un teclado portátil que le permitiera ensayar CONTINUAMENTE.

    No obstante, aquel ejercicio intensivo no funcionó como él deseaba...

    Entonces, DESESPERADO por alcanzar la excelencia, ideó un tremendo aparato que colgaba de una polea del techo y al que se ligaba el anular y el meñique; y, así, se obligaba a ensayar durante horas y horas, días y noches, noches y días...

    CIEGO de ambición artística y viendo con asombro y desolación cómo sus dedos se obstinaban en desobeder sus órdenes y se contraían al tocar SIN que pudiera hacer nada para evitarlo, ai làs!, pasó por alto que las limitaciones del cuerpo humano hacían imposible que sus dedos fueran completamente independientes unos de otros como él deseaba, que NO existen músculos para cada una de las falanges y, además, que entre los tendones hay un elevado número de interconexiones, que unen unas con otras.

    Y, forzó aún MÁS las poleas... Y, castigó hasta la insufrible TORTURA sus dedos...

    El día de su vigésimo cumpleaños, sentado ante el piano que hoy día se conserva en el museo de su casa natal de Zwickau para agasajar a sus invitados, ¡Virgen Santísima!, finalmente VIÓ.

    Dice la légende que miró su mano derecha y, HORRORIZADO, la ocultó ipso facto; y que, olvidándose de sus invitados, besó el piano LLORANDO como un bebito. Total y absolutamente INCONSOLABLE.

    Nunca más volvería a llorar.

    Y, era la primera vez que lo hacía.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición.

    Jaume de Ponts i Mateu

  4. #4
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    Predeterminado cuando...

    Cuando el maestro Schumann, finalmente, lo conoció, malgré ser ya un poseído por mil y un tan desesperados como desesperantes alucines, SÍ tenía ganas de conocerlo... El maestro Schumann perdió, sí, muchas cosas..; pero, JAMÁS el oído musical.

    Se lo iba, por fin, a presentar quien sería el maestro Joseph Joachim; entonces, damas y caballeros, un joven tan virtuoso como ya aclamado concertista y considerado profesor de origo judío húngaro y nacido en Kopčaño o Köpcsé {o, Kittsee}. Al parecer, sí, se habían hecho amigos y todo ya éste y el jovencísimo pero, SIN duda alguna, magistral acompañante en la gira de conciertos del eximio y genial violinista húngaro Eduard Reményi...

    Sí: la légende dice que el aventajadísimo hijo del excelente contrabajista Johann-Jakob Brahms, a sus casi veinte años, ¡ya sabía qué era una mujer! Y, que había visto -y, desde luego, catado- muchísimas MÁS que cualquiera de su clase, edad y condición porque, desde antes de la adolescencia, contribuía a los honrados pero escasísimos ingresos familiares con el dinero que ganaba impartiendo clases y tocando el piano en cafés, bares e incluso burdeles de los suburbios.

    NADIE nunca ha podido dar una explicatio a qué pudo pasarle.

    Dicen que Frau Schumann ni siquiera se fijó en él mientras con voz neutra le decía cuánto le había gustado su interpretación de tal o cual... Su atención NO se apartaba se su marido: otra vez había perdido el interés por lo que él mismo estaba hablando y estaba diciéndole, una vez más, algo al oído a su hermano, que sólo hace que mirarla impotente: nuevamente el thema de que quiere suicidarse, SURE. Sí: lo más seguro es que ni se fijara; ¡iba a fijarse Frau Schumann en nada pudiendo fijarse en su marido!

    ¿Cuándo, en realidad, captó algo Frau Schumann?

    ¿Cuando, después de rescatar a su marido de las gélidas aguas renanas a las que, consciente y decididamente, se había arrojado, él NO se movió de su lado y la acompañó en los tristísimos trámites de, ya NO había otro rermedio.., internar a su marido en el sanatorio para dementes irrecuperables pero con pasta o padrinos de Endenich?

    Qui lo sà!; ¿verdad?

    Ella JAMÁS comentó nada de ello.

    NO es probable que el maestro Schumann -durante los dos años que estuvo internado antes de morir (hay quien dice de, al fin y al cabo, sífilis)- llegase a preguntarse la razón por la cual el maestro Johannes Brahms SIEMPRE estaba para acercar al sanatorio a su esposa; que, declaraba a sus íntimos daría su salvación eterna por poder vivir en el sanatorio con su marido. Quizá la única que se entestaba en decir pensaba que el maestro Schumann seguía siendo el maestro Schumann era ella; TODOS los demás ya NO lo creían. NO creían siquiera fuese alguien con capacidad para preguntarse o aun stricto sensu pensar NÁ de NÁ.

    Y ella, ¡por supuesto!, tampoco hizo comentario ninguno sobre ello.

    Pero, los/as demás...

    NO: los/as demás aún no susurraban el día del entierro del maestro Schumann porque ¡alguien tenía que ayudar a soportar a la total y absolutamente DESTROZADÍSIMA Frau Schumann aquel tan amargo trago!; y, francamente.., NO era fácil intentar que saliera adelante alguien que, ya siempre más de rigurosísimo luto, no cesaba de hablar, más que de lo que ella había perdido, de lo que el mundo había perdido. Y el conocido y hasta la saciedad repetido hecho que, cuando el maestro Brahms le acercaba una de sus composiciones interesándose por su opinión y ofreciéndose a ejecutarla ipso facto, Frau Schumann, con aquella cara suya de no haber roto nunca un plato, sugiriese dejarlo para otra ocasión porque ahora lo que le gustaría, si no tenía inconveniente, era que él interpretase tal o cual composición del maestro Schumann, bueno.., NO contribuía, precisamente, a dar lugar a que se hablase ¡ni lo más mínimo!

    Pasó desapercibida en los salons, pues, la bilis que ¡una cantante! súbitamente aparcada por un joven, vigoroso, guapo y bien considerado mozo (ergo, el maestro Brahms) pudiese delirar en soltar, ¡por supuesto!, fuera de los salons..; aunque, años después se citaba a la tal Agathe von Siebold como la primera que, al menos, lo insinuó.

    Porque, ahí está la madre del cordero: pasaron los AÑOS. Y, oigan.., DOS décadas después de haber enterrado al maestro Schumann ¡el maestro Brahms seguía presentando condolencias a Frau Schumann!

    Costaba, sí..; ¡se trataba de la INMUTABLE Frau Schumann!; pero, finalmente, se empezó a susurrar...

    Pero, se tardó DOS décadas más en hablar.

    No pudo evitar comentarse {a partir del 20 de mayo de 1896 -día del fallecimiento de Frau Schumann-} lo EXTRAÑO que le parecía a todo quisqui que se hubiese ido SIN dedicar una sola palabra al maestro Brahms.

    Sí..; se sabía (aunque se DESCONOCÍA por completo la razón) que, de pronto, se habían distanciado hacía cerca de un año ya...

    Mais..; ¿como para ni hacer alusión a las puertas de irse de este valle de lágrimas a CUARENTA años de, al menos, compañía y lealtad absolutas?

    Menos de un año después murió el maestro Brahms. Sus amigos dijeron que ya no deseaba vivir...

    Pero, NADA pudieron contar respecto de Frau Schumann y él.

    NUNCA les habló de ello.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición, damas y caballeros.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 15-ene.-2012 a las 09:01

  5. #5
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    Predeterminado ¿cómo?

    ¿CÓMO podía ser? Tenía que haber una solución..; eso.., eso.., ¡eso NO le podía estar pasando a ella!

    Anna, a.c.s., cuando tras el fallecimiento de ma iaia, a.c.s., tan poco evadía ya hablar conmigo sobre ella, me contó muchas veces, retorciendo angustiosamente el pañuelo en que se secaba el llanto con sus trémulas manos, CUÁNTO lloró ma iaia, a.c.s., y CUÁNTO imploró misericordia y piedad a las alturas y CUÁNTO, a fin de cuentas, le costó asumirlo.

    ¡Ay!; siguiendo la costumbre, ya entonces privadamente pelín cuestionada por los médicos, de "les 400 families" ma iaia, a.c.s., había seguido durante su arduo embarazo el embarazo de varias candidatas a dida... Anna, a.c.s., me dijo que la finalmente escogida era una masovera del Ripollès recomendada por uno de los Mas de la Cerdanya. Dos meses antes de nacer mon pare, a.c.s., la masovera había parido dos hermosos chicos, no tenía pecas, el médico decía que su leche era abundante y nutritiva y el mas donde vivían era un lugar de mucha salud. Anna, a.c.s., dijo que cualquiera se habría decidido por ella y que, además, era una buena mujer.

    Pero..; así de repente...

    Sú único hijo iba a perder un oído y sólo podrían salvarle un tercio de la capacidad del otro. Anna, rogándome la comprendiera, me confesó que la había oído MALDECIR a la dida cuando el médico de Ripoll se había ido. Y que, si por ella hubiese sido, la habrían DESCUARTIZADO después de hacerle presenciar cómo castraban a sus hijos. Anna, ¡yo no podía imaginarme a ma iaia, a.c.s, perdiendo, no ya los papeles, los estribos o aun los nervios, sino ni siquiera la debida compostura!, me juró que mon iaio, a.c.s., tuvo que sujetarla para que, por lo menos, no la ARAÑARA.

    Seguramente ni la dida ni su familia tuvieron culpa de ... Pero Anna, a.c.s., me dijo que ma iaia, a.c.s., NO quiso volver a saber de ella ni de nadie de su sangre (mon pare, a.c.s., por tanto, JAMÁS tuvo relación ninguna con sus germans de llet) y que cuando yo nací decidió encargarse ella personalmente de los biberones y de dármelos (yo, a pesar de que entonces ya era lo normal, NO fuí amamantado por mi madre). Anna, a.c.s., me decía que, cuando estaban solas y a pesar de que ella le decía que no dijese tonterías, ma iaia, a.c.s., le confesaba estar convencida que si su hijo hubiese estado con ella NO tendría tarado el oído y que TODAS las dides eran un peligro. Ella, en realidad, se había dado cuenta que había sobrevivido a la suya porque Dios Nuestro Señor, por lo que fuera, no quiso que le pasara nada de lo que les pasa a los/as niños/as que están con dides. ¡Ella, infeliz, había vivido engañada y así le había ido! No, no, no..; Anna, a.c.s., me dijo que JAMÁS le valió le dijera que esas pasaban y había que resignarse... Ella decía que, ya que no le quedaba otro remedio, se resignaba a las consecuencias de un error que no debió cometer.

    Mon pare, a.c.s., tenía, cuando el diagnósticio del médico de Ripoll, cuatro o cinco años... Desde entonces, damas y caballeros, su madre JAMÁS se movió de su lado.

    A su lado estaba siempre en las, finalmente, inútiles hoy se dirían INSUFRIBLES operaciones.

    A su lado siempre cuando se probaba audífono insuficiente tras audífono insuficiente y, también, siempre cuando lo llevaba con tal audífono a tal o cual sitio donde NADIE quería nunca dar a entender que llevaba un audífono. NO dejó de acompañarle cuando fué a la revisión para declararle inútil para hacer la mili.

    A su lado se acostumbró a estar siempre; porque, NUNCA hizo amigos (hasta que, ya adulto, empezó a tener por amigos los que los demás tienen sólo por conocidos) y NADIE le hacía verdadero caso salvo su madre.

    Anna, a.c.s., miraba su fotografía, y, poniéndose hasta sería ante mí, emplazaba al mundo y a la Historia a encontrar una madre más entregada a su hijo, a protegerlo, a mimarlo, a cuidarlo... Y, para hacer carne su sentencia, me miraba a mí y me decía que IGUAL que había sido conmigo.

    Sí: yo siempre supe que ma iaia, a.c.s., ¡no hubiese matado, no (que también, por supuesto)!, sino que se habría dejado violar por el mismísimo Satanás entregándose a él sin matices y fisuras por mí.

    ¿Cómo iba a dudar, pues, de su entrega a mon pare, a.c.s., que, para más inri, oía sólo un poquito y mal?

    Yo, por tanto, a la edad que tenía ya cuando Anna, a.c.s., me contaba esas cosas, me CONMOVÍA de comprobar que la entrega existía más allá de las películas; que lo que pregonaba larvadamente el, digamos.., "espíritu del siglo", era, simple y llanamente, mentira. AMAR, en definitiva, ¡no consistía en no más "no decir nunca 'lo siento'"!; AMAR era AMAR sin palabras y ENTERAMENTE; porque las palabras, por muy apasionadas y sinceras que sean, son, a fin de cuentas, sólo palabras y quien se entrega ENTERO no tiene tiempo de explicarse porque lo precisa todo para darse.

    ¡Yo nunca le pregunté a mon pare, a.c.s., cómo llevó él de niño y adolescente y más ser publique de ma iaia, a.c.s., cuando -era, ultra una fan del maestro Schumann, una fina y cuidada intérprete- se ponía al piano con su sin par Kreisleriana o su resplandeciente Carnaval!; porque, nunca me imaginé que también hubiese hecho esto con él hasta que Anna, a.c.s., me lo dijo (y, a partir de que ella me lo dijo, NUNCA estimé era ocasión de hablarle de ello a mon pare, a.c.s.).

    Ella no quería ocultarlo y que tocara el piano ¡le gustaba hasta a mon iaio, a.c.s.! Anna, a.c.s., nunca pudo contestarme cuando le pregunté por cómo parecía sentirse mon pare, a.c.s., porque ella aseguraba que NUNCA había podido saber qué pensaba mon pare, a.c.s. (y yo, oigan.., tenía motivos más que sobrados para creerla).

    A mí, cette éclosion!, me ENCANTABA.

    Miraba a quienes, puro PASMO, la oían..; la miraba a ella mirándome FELIZ, GOZOSA, ENTREGADA..; y, ¡NO me imaginaba pudiese haber algo mejor que ser su nieto!; mejor aún: ¡que ser su ÚNICO nieto!, ¡su razón de existir!

    ¡Era TANTO! ¡quienes la oíamos, Manresa, el cosmos entero era un publique que NO estaba a su altura!

    ¡Y ella, TANTO, me AMABA -lo supe siempre- TANTO!

    Nada, lo he comprobado con los años.., crea más AMOR que el AMOR.

    Y el resto, ¡los sucedáneos..!, son sólo habladurías...

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición, damas y caballeros.

    Jaume de Ponts i Mateu

  6. #6
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    Predeterminado el...

    El Conservatori estaba a TOPE. Ma iaia, a.c.s., estaba, pues, FELIZ. Y, ¡vamos!, no menguó un ápice su inconmensurable gozo estar al cabo de la calle que ¡semejante lleno! SÓLO era debido a que las dos flötes eran las repelentes hijas del cacique del Butano, los dos oboes un hijo (medio tonto) y una sobrina (¡con unas orejas..!) del amo de los cines (de todos menos uno; que, era de las Filles de Maria), los dos clarinetes dos sobrinos (intratables al máximo) del arxiprest, los dos fagotts el hijo (no se decía eso en petit comité...) del director de la Campsa y la hija (creidísima) de la sobrina más querida del batlle, los dos cornos franceses otro insufrible hijo del cacique del Butano y el patán primogénito del capo de la Guardia Civil franquista (había que tragar tocara como tocara, claro..; eran otros tiempos...), las dos trompetes la hija (un caballo, bien sûr) de los dueños de las pastelerías con más pedigree y el hijo (más bruto que un arado -ma iaia, a.c.s., decía que era lo lógico con una madre xarnega-) del director de la M.I.S.A. y el cello la estiradísima -conmigo menos porque éramos familia; debo decirlo, sí- pero, eso sí.., guapísima hija del amo de la funeraria que tenía la exclusiva de los entierros en la comarca entera (quizá, entonces, el MÁS rico de la ciudad). La sección de cordes era personal, para el publique de aquella noche, sin interés. Eso sí: ma iaia, a.c.s., se cobró el curro que se tomó organizándolo todo IMPONIÉNDOME ¡a mí! de pauke y NEGÁNDOSE a hacer las presentaciones en castellano porque, se excusó.., lo hablaba con cierta dificultad. Claro, claro, claro..; a alguien como ma iaia, a.c.s., hasta el capo de la Guardia Civil franquista se lo pasaba (¡su mujer SÓLO esperaba de la vida ser saludada siquiera una vez por una dama de las que ella sólo sabía existían por las películas!; así que...).

    ¡SÍ!; ma iaia, a.c.s., sabía lo frágil que es toda convención..; y, por tanto, además de saludar ¡y, hasta hablar! tanto a la mujer del capo de la Guardia Civil franquista como a su hermana (que, por entonces, era la novia del hijo del jefe local e inspector comarcal de Falange), se ESMERÓ como sólo ella sabía, cuando lo consideraba oportuno y conveniente, esmerarse: todas y cada una de las señoras que contaban recibieron de obsequio una cajita colmo del exquisito primor con, cette éclosion!, una de las orchidées de ¡su galería!; el Conservatori, además, era un auténtico jardín (la dueña de la librería par excellence -cuñada, por otra parte, de nuestros familiares de la funeraria par excellence- y la dueña de la floristería par excellence -madrina de bautizo de la del cello-, amigues de tota la vida, a cambio de que la cajita de las orchidées y los lacitos de los ramos de flores llevasen clarísimo el nombre comercial y que lo habían hecho gratis -y, de unos ansiadísimos esquejes de orchidaceae-, claudicaron, aparentemente, sin dolor).

    El pater que llevaba lo del Domund (SÍ: ése era el motivo oficial del evento) era quien recibía en el umbral. Junto a una caja que iba llenándose con los sobres que -SIEMPRE el marido, el padre o el hijo- se le iban entregando conforme se llegaba, claro.

    Ma iaia, a.c.s., organizó como intro del evento una especie de desfile en que una representación de cada escuela de la ciudad y la comarca traía unos saquitos con sellos usados que se iban dejando a ambos lados del escenario. ¡No pueden imaginarse ustedes el MONTÓN de saquitos que se trajeron..!

    Yo, desde las bambalinas, miraba con cierto hastío ya cuando llegó el momento en que ma iaia, a.c.s., explicaba, entregadísima, que el maestro (que lo compuso entre, concretamente, el 10 y el 24 de octubre de 1850 cuando era director musical en Düsseldorf) NUNCA lo había ejecutado públicamente (la primera vez que se hizo, cuatro años después de su muerte, fué el nueve de junio de 1860 en el Hochschule für Musik und Theater "Felix Mendelssohn Bartholdy" Leipzig en el concierto conmemorativo del cincuentenario del nacimiento del maestro con el maestro Ludwig Ebert de solista)... Y, ya era lo bastante mayor como para cubicar que a ma iaia, a.c.s., ¡le importaba un ardite que NO se supiera la diferencia entre Konzertstück (así es expresamente denominado por el maestro) y Konzert! porque a mí ya me la había explicado. Eso sí: insistió una y otra vez en que se abstuviesen de aplaudir entre el Nicht zu schnell y el Langsam (un hermosísimo homenaje a su esposa) y entre éste y el Sehr lebhaft; pero, NO se molestó -como sí había hecho conmigo en su momento- en aclararle al publique que el maestro, que ODIABA al MÁXIMO se le aplaudiese entre movimientos, ya compuso ab origo SIN pausas los 25 minutos que dura, tres veces la nariz en el suelo, la obra maestra (quizá su MÁS osada y aventurera composición, vraiment). Simplemente, damas y caballeros, insistió en que NO se aplaudiese hasta el final; punto pelota.

    Para mí, francamente.., fué una TORTURA, ¡no el coñazo del pauke, no (eso, simplemente, era un tostón que, digamos.., iba con el sueldo de nieto)!, sino ¡ver la cara de ma iaia, a.c.s.! reflejando todo el HORROR que sentía ante tal o cual estornudo, todo el ESPANTO que le embargaba cuando oía murmullos, todo el SUFRIMIENTO del que se dolía a cada fallo ¡de aquellos/as ejecutantes! ¡Ay!; ni siquiera consiguió que mon iaio, a.c.s., aguantase ¡25 minutos! a su lado. Ella, que era como era.., huyó de que mi mirada se cruzase con la suya y PURGÓ (mirando tó el rato como cuando la reina Marie-Antoinette haría que miraba a la última puta de Louis XV cuando tuvo que allanarse a hacer que le hablaba en público) lo que ella, cuando llegamos a nuestro home, se allanó a considerar un pecado de engreimiento por su parte (organizó más cuestaciones del Domund, claro..; pero NUNCA más, en el evento final, hizo que se hiciera otra cosa que recitar poemitas y similares).

    Hoy, damas y caballeros, estoy llorando a lágrima viva escuchando la transcripción del famosísimo Konzertstück para cello en A menor realizada para violín por el propio maestro Schumannn (una auténtica rareza grabada en un reciente CD de la prestigiosísima Onyx Classics, ciertamente) ejecutada por el maestro Philippe Graffin porque, ai làs!, he recordado aquella noche...

    ¡Qué daría yo por tener la posibilidad de re-escribir la historia y redactar para aquella noche una ejecución así!

    Ma iaia, a.c.s., se lo merecía.

    ¡Vaya si se lo merecía..!

    Eso, damas y caballeros, por lo menos.

    ¡Dios!, ¡qué daría yo por haberle podido ahorrar aquel HORROR, aquel ESPANTO y aquel SUFRIMIENTO!

    ¿DÓNDE estaba entonces, maestro Philippe Graffin?

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición, mes amis/es.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 10-feb.-2012 a las 14:09

  7. #7
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    ¡oh, el maestro Schumann!

    'Traumerei'. Robert Schumann.

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