Los caudillos religiosos sepultaron la Ley de Dios bajo un cúmulo de reglas y disposiciones instituidas por el hombre. Pongamos por caso la ley sabática. Lo*único que prohibía era trabajar ese día, reservado para la adoración, la renovación del espíritu y el reposo. Sin embargo, los fariseos la convirtieron en una carga. Se creyeron en la obligación de definir el significado de la palabra trabajo, catalogando bajo tal designación un total de 39 actividades, como la cosecha o la caza. A*su vez, estas categorías dieron pie a infinidad de preguntas sobre el sábado: ¿matar una pulga equivale a cazar?; ¿puede calificarse de siega arrancar grano de los campos para comerlo por el camino?; ¿curar a un enfermo es trabajar? Ante tales interrogantes, formularon prescripciones rígidas y detalladas.

En tal ambiente, ¿cómo ayudaría Jesús a la gente a comprender lo que es la justicia? Tanto en su vida como en su doctrina, se opuso con valor a los guías religiosos. Veamos primero algunas enseñanzas de Cristo, quien condenó sin rodeos sus múltiples reglas humanas, diciendo: “Invalidan la palabra de Dios por la tradición suya que ustedes transmitieron” (Marcos 7:13).

Jesús señaló enérgicamente que los fariseos estaban equivocados tocante al precepto sabático y que, de hecho, no*habían comprendido su razón de ser. Explicó que, como Mesías, era “Señor del sábado” y, por tanto, tenía derecho a efectuar curaciones milagrosas ese día (Mateo 12:8). Y*las hizo abiertamente, con lo que subrayó ese punto (Lucas 6:7-10). De*este modo mostró por anticipado la restitución de la salud que llevará a cabo en la Tierra durante su Reinado de Mil Años. Ese período será el sábado por excelencia, en el que la humanidad fiel descansará por fin de siglos de trabajo sometida a las cargas del pecado y la muerte.

Jesús también aclaró lo que es la justicia al promulgar una nueva ley, “la ley del Cristo”, tras haber completado su ministerio en la Tierra (Gálatas 6:2). Esta, a diferencia del código mosaico, que la antecedió, no*dependía tanto de normas escritas como de principios, aunque sí incluía órdenes directas. A*una de ellas, Jesús la denominó “un nuevo mandamiento”, con el cual enseñó a sus discípulos a amarse mutuamente tal como él los había amado (Juan 13:34, 35). En*efecto, el amor altruista sería el sello que identificaría a cuantos se rigieran por “la ley del Cristo”