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Tema: Relación a distancia

  1. #41
    Fecha de Ingreso
    06-abril-2018
    Ubicación
    España
    Mensajes
    5

    Predeterminado

    Bueno, lo primero de las relaciones a distancia por internet, hay que tener cuidado con ciertas cosas. Lo primero tienes que averiguar, que esa persona no es alguien que se hace pasar por otra, o es de otro género que no es el que dice. Eso es lo esencial, y es lo que más falla. Bueno, en caso de que sea verdad que esa persona es real.

    Lo primero, como han mencionado por ahí "cyber - x acción" todo lo puedes hacer en mundos virtuales, (SecondLife) donde puedes vivir todo eso perfectamente y sentirte agusto. Bueno en ese lugar, pues puedes vivir una segunda vida, o ser quien tu quieras y quien quieras. En ese lugar, puedes interactuar de forma más real con aquella persona.

    Bien, algo malo que veo es la distancia, eso es obvio, muchas veces te enamoras po Internet y tal, pero luego, muchos al ver esa persona en la realidad y conocerla, pues ni quieres verla (No digo que esa así, pero he tenido experiencias y son cosas que he visto). Si acabas por obsesionandote con esas relaciones cómo muchos de aquí, incluyendome yo, acabarás haciendote una pequeña enfermedad que te engancha a eso. Igual me pasa con "SecondLife" y con juegos de simulación real, "Roleplays".

    Mi mayor consejo es el siguiente; No lleves tu vida ha internet, ni internet a tu vida. Si tienes una relación a distancia, no te la tomes como una prioridad en tu vida o algo serio. Por que, ¿Quien puede ser esa persona? ¿Y si te miente para sacarte algo? ¿Y si solo está jugando contigo? Muchas cosas, pero muchas cosas. Asique, ten cuidado, no es algo que pase, pero a cualquiera le puede pasar.

  2. #42
    Fecha de Ingreso
    01-abril-2018
    Mensajes
    210

    Predeterminado

    Nadie dijo que fuera fácil quererse de lejos... ni de cerca.
    ¿Será que nadie conoce o no ha vivido relaciones presenciales que al final han fracasado?
    A ver... Cuando me meto en este tema, ya sea en un foro, en una cafetería, en una comida familiar o en cualquier discusión en grupo, siempre me asalta la sensación generalizada de que el amor de lejos solamente ha empezado a existir de modo coetáneo con internet.
    Y no es así.
    No solamente no es así, sino que hay que aceptar y afirmar que, gracias a internet, las relaciones a distancia tienen algo que antes siempre fue objeto de deseo de los enamorados alejados: La inmediatez.

    Yo de adolescente tuve un amor a distancia, con quien me carteaba. Entonces no existían las tarifas planas, y los padres no estaban dispuestos (se entiende) a invertir su salario en llamadas de su hijo/ja a su parejita lejana. De modo que era el correo postal la manera de comunicarse más habitual. Eso significaba que, cualquier cosa que nos quisiéramos contar, tardaría como poco tres días en llegar a nuestro amado/a. Y aun así, nos amábamos. Y aun así, confiábamos uno en el otro. Y aun así, nos hervía el cuerpo pensando el día del reencuentro. Y aun así, el día del reencuentro era una explosión de pasión, y el día de la despedida era una explosión de lágrimas. Y, como toda relación, en algunos casos se desgastaba, y en otros resistía hasta que, por fin, uno podía trasladar su domicilio cerca del otro, lo que ya estabilizaba la relación en aras de la formación de una familia.
    Tengo una amiga que está cercana a cumplir los 90 años. En realidad, era la mejor amiga de mi madre, y cuando mi madre murió, su amiga me buscó a mi, y digamos que esa amistad continuó en nosotras hasta hoy, y lo que nos quede. Esta mujer (admirable en todos los sentidos)) tuvo una relación a distancia de casi cuarenta años con un médico francés. Nos remontamos a años en que aquí se iba saliendo de la posguerra. Ni él, ni ella, quisieron renunciar a sus profesiones, trabajos, y paises, para estar juntos. Y sencillamente acordaron basar su amor en miles (sí, sí, miles, porque se escribían dos o tres veces a la semana) de cartas, en las que se contaban su acontecer diario, en las que debatían sobre temas de todo tipo, en las que se deshacían en versos, frases amorosas y anhelos varios, es decir, en las que se amaban. Una o dos veces al año se veían, a veces en Francia, a veces aquí, a veces en Londres, a veces en Suiza, a veces en Stuttgart, a veces en Italia. Cuando yo le he preguntado a mi amiga si alguna vez ha echado de menos casarse, siempre me contesta que ella ha estado mucho más casada que todas las casadas juntas que ha conocido. Y, la verdad, no se me ocurriría contradecirla, porque alguna de esas cartas he leído y doy fe del profundo amor que uno sentía por el otro.
    Imaginad lo que habría sido esa relación si hubieran tenido un medio informático a través del cual pudieran hablar y contestar de inmediato, o sencillamente verse con una webcam.
    Hay trabajos, desde siempre, que también han tenido separados a parejas y familias. Yo recuerdo, de chiquilla, haber conocido a mujeres que tenían al novio en un barco donde pasaba dos o tres meses. Ahora mismo hay parejas que se separan por viajes laborales, o por destinos del ejército, y no se andan preguntando si va a funcionar o no. Se quieren como la vida se lo ofrece, y disfrutan de cualquier modo de comunicarse, y de los reencuentros.
    Por eso digo que, iniciar y cultivar una relación a distancia no depende, ni de la distancia, ni de la confianza o desconfianza que despierte la idea, sino de las ganas que tenga uno de amar a otro, y de las prioridades que uno tenga a bien considerar para sentirse feliz con la otra persona. Hay personas que no conciben el amor sin contacto, y hay personas para las que el contacto es importante, pero no prioritario.
    Y de ésto, yo también doy fe.

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