(1 Pedro 2:24)
Él mismo cargó con nuestros pecados
en su propio cuerpo sobre el madero,
para que muriéramos con respecto a los pecados
y viviéramos para la justicia.
Y “debido a sus heridas ustedes fueron sanados”.
(Romanos 3:25)
Dios lo presentó a él como ofrenda
de reconciliación mediante la fe en su sangre.
(Isaías 53:5)
Sin embargo, lo traspasaron por nuestros pecados;
lo aplastaron por nuestros errores.
Él soportó el castigo para que nosotros tuviéramos paz,
y gracias a sus heridas fuimos sanados.
(1 Timoteo 1:15)
Esta afirmación es digna de confianza
y merece ser totalmente aceptada:
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores
De todos ellos, yo soy el peor.
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)