LA NUBE GÁLICA
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por Alejandra Correas Vázquez
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Hay ciudades con fantasmas. Pueblos con fantasmas. Naciones con fantasmas. Muchas veces célebres e históricos como aquéllos de las tierras célticas, algunos de ellos más promocionados que los otros (siendo éste el caso de los fantasmas ingleses de origen gálico).

Fantasmas gálicos con su mitología propia, donde el otro mundo del cual nos separa apenas una niebla perfectamente transitable, comparte con este mundo : seres, personajes y amores. De manera tal, que sus infidelidades conyugales son sólo comprobables, si uno transita cómodamente de un plano al otro. Lo cual hace muy complejo en el mundo celta, conseguir un buen divorcio matrimonial.

Este es uno de los mayores encantos de su literatura romántica. Una esposa o esposo demasiados pasionales, encuentran la posibilidad de expresar sus ansias amatorias sin crear conflictos internos en el hogar, transitando esa “nube gálica” adonde sus infidelidades quedan ocultas. Pero como siempre acontece, los celos del cónyuge llevan a descubrirlo transitando a su vez la mentada nube, para hallar a su media naranja en brazos de su rival, quien habita en el otro plano.

Y comienza a continuación un complejo juego de denuncias, testigos difíciles de convocar, jueces de uno y otro lado.... mesándose los largos cabellos celtas -muy rojos- sin poder resolver el embrollo.

Dos planos separados y coexistentes, alternativos y vitales. Tal el mito gálico con sus fantasmas, adonde el segundo plano coexiste con el primero y es fácilmente transitable, para aquellos seres que han sido preparados para lograrlo... Tal vez por el propio Merlín, o con la poción mágica del Druida de Astérix.

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