Sal. 1:1 Feliz el hombre que no anda según los consejos de los malvados,
que no se detiene en el camino de los pecadores,
que no se sienta en el asiento de los burlones,
2 sino que disfruta con la ley de Jehová;
día y noche lee su ley y medita en ella.
3 Será como un árbol plantado junto a corrientes de agua,
un árbol que da fruto a su tiempo
y cuyas hojas no se marchitan.
Todo lo que él haga tendrá éxito.
4 Los malvados no son así;
son como la paja que se lleva el viento.
5 Por eso los malvados no se mantendrán en pie en el juicio
ni tampoco los pecadores en la asamblea de los justos.
6 Porque Jehová está al tanto del camino de los justos,
pero el camino de los malvados se acabará.
2:1
¿Por qué están alborotadas las naciones
y los pueblos andan tramando cosas inútiles?
2 Los reyes de la tierra toman su posición
y los altos funcionarios se reúnen como uno solo
contra Jehová y contra su ungido.
3 Dicen: “¡Rompamos sus cadenas
y quitémonos sus cuerdas!”.
4 El que está en los cielos, en su trono, se reirá;
Jehová se burlará de ellos.
5 En ese tiempo, él les hablará en su furia,
en su ardiente furia los llenará de terror;
6 dirá: “Yo mismo he establecido a mi rey
en Sion, mi santa montaña”.