Iniciado por
Zampabol
Pero si nosotros valorar lo que se dice valorarar, valoramos. Lo que no sabemos muy bien es qué es lo que hay que valorar.
Un ejemplo.
Un día, mi Santa y yo decidimos ir a una fiesta de disfraces. Yo con toda la ilusión me disfracé de fantasma (para variar) y ella iba a ir de princesita. Cuando estábamos a punto de irnos, ella dice que le duele la cabeza y que no le apetece ir. Yo le digo que me quedo pero insiste para que no me pierda yo la fiesta.
Al cabo de una hora o por ahí decide que no se fía de mí y que va a ver qué estoy haciendo en la fiesta. Se pone otro disfraz para no ser descubierta y se va a la fiesta donde me pilló metiéndole mano a todas las mozas, ella incluida.
A la mañana siguiente con cara de cuerno me pregunta con ese típico tono asesino que todas las mujeres saben poner: ¿Qué tal ayer Zampi?
A lo que yo le contesté:
Pssssss, nada del otro mundo. Como sabes que no me lo paso bien si no estás tú, pues me fui a jugar al dominó con los amigos. Pero me ha llamado Juan, al que le presté el disfraz, y me ha dicho que se lo pasó de vicio....
Uno no sabe cómo acertar.