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Tema: Dei verbum

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    11-agosto-2016
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    Mexico
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    Predeterminado Dei verbum

    - ¿Recuerdas el primer momento de tu vida? Pregunto el Doctor.

    - Si, aunque no recuerdo muy claramente mi edad, creo tendría unos 3 años. Lo recuerdo por que fue doloroso.

    Ricardo estaba por primera vez ante un psiquiatra, después de auto negarse muchas veces su mal, al fin había comprendido que tenía que buscar ayuda.

    - Estaba en la calle con mucho miedo, escuchando los gritos de mi madre. Ese fue el primer momento de lucidez de vida que tuve.

    ¿Por qué estaba molesta?

    - Había dejado en plena calle mi triciclo y alguien lo robo.

    ¿Qué hiciste? Volvió a preguntar el Doctor

    - Quise que mi madre me abrazara, pero simplemente me empujo para que entrara de nuevo a esa vieja casona.

    En ese momento vi que estaba semidesnuda y un tipo la jalo para un cuarto, cerrando la puerta y dejándome solo y con un llanto incontrolable.

    ¿Quién era el tipo?
    No lo sé, pero al paso del tiempo supe que mi madre fue prostituta y aquel lugar era un burdel disimulado.

    Además aquel día otra mujer me abrazo para consolarme y recuerdo que sin detener mi instinto infantil, quise mamar leche de sus pechos, cosa que le dio mucha risa.

    El Doctor empezó hacer un análisis y lo expuso en una plática que Ricardo no escuchaba. Su mente estaba perdida en el problema que lo había llevado a terapia.

    Recordaba esa sensación de tener las manos manchadas de sangre, pero no era una mancha hemática cualquiera, era sangre inocente, verdaderamente inocente.

    Su mente lo lleva de nuevo a esa playa solitaria, se ve caminando entre la sílice blanca, hermosa que incluso rechina al paso de sus pies. Arena perfecta, vegetación ambiental acorde al mar turquesa.

    Siempre es el mismo miedo, ese dolor entre los intestinos y el pecho, las palpitaciones que se confunden en sus oídos con el golpe de las olas.

    La cabaña parece una broma en medio de la nada, un set de televisión, una ilusión óptica.

    ¿A quién se le ocurre esconderse así, donde todos te ven? Alguna vez se preguntó.

    Recordaba que nunca pudo adivinar de qué carácter iba a estar el tipo, eso le infundía más temor. Sentía que lo conocía, pero nunca lo había visto personalmente. Era como un mito

    SIGUE...
    Última edición por CHESPIRITO; 30-sep.-2016 a las 13:28

  2. #2
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    Predeterminado

    Dentro de la cabaña, solo había una mesa y una silla de madera, no se alcanzaba a distinguir alguna cama u otro enser doméstico, incluso por su tamaño, que eran 6 por 5 metros, era difícil tener algo más.

    Le conocían como Nailed, era un apodo porque al platicar con él, siempre jugaba con un par de viejos clavos. Tenía años de no cortarse el pelo, ni la barba o bigote, incluso las uñas.

    Era el típico soldado que se afana en su misión, los modelos de vida sociales o económicos nunca le importaron. Incluso era poco sociable, ya que para hablar con él, se tenía que hacer desde fuera de la cabaña.

    Todos creían que era por proteger su identidad, pero la verdad era otra.

    Ricardo en ese momento recordaba lo ambiguo de las ordenes que recibía; sabía que tenía que cumplir cabalmente lo que se le pidiera, pero infinidad de veces no los hizo, incluso hizo lo contrario y nunca recibió algún castigo, aunque todos sabían que al final había un el precio por fallar.

    -¿Desde cuándo le gustan los niños? Pregunto el Doctor, sacando a Ricardo de sus pensamientos.

    -¿Sexualmente? Contesto con otra pregunta

    - Si, ¿pero antes que tipo de sensación o afinidad tuvo hacia ellos?

    - Bueno, sexualmente desde que tuve el impedimento emocional de estar con adultos, principalmente mujeres. Contesto Ricardo

    - ¿Que se lo impedía?
    - Mi baja autoestima, siempre he creído que un niño no exige en la intimidad, es ingenuo y no debe de sentir placer sexual, en esa relación me siento seguro, porque el placer debe de ser únicamente para mí.

    - ¿o sea que una mujer adulta le exigiría recibir placer, placer que usted no puede darle? Pregunto el Doctor para reafirmar la razón.

    - Así es, pero al paso del tiempo me fue más excitante hacerlo con los niños por ser prohibido.

    - ¿Existe remordimiento alguno? Cuestiona el galeno

    - Si, por eso estoy aquí, casi no duermo, cierro los ojos y veo sangre en mis manos, un mi pene, en mi mente, esa imagen me sigue día y noche.

    -¿Dónde consigue sus víctimas?

    - Hay cosas que no le voy a responder, vine a su terapia con la finalidad de curar mi mente, no para ser cuestionado como si usted fuera policía – Contesto algo molesto

    SIGUE....

  3. #3
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    Predeterminado

    - Bien, si se molesta, dejare algunos temas para más adelante. ¿En que trabaja?

    - Tampoco puedo decir mucho de mi profesión, solo puedo comentarle que coopero con un grupo muy poderoso a nivel mundial, se trata de misiones especiales que tengo que cumplir.

    -¿Tiene esposa e hijos?

    - No, por mi profesión es mejor ser solo

    - ¿Peligran?

    - Mucho más que eso, seriamos perseguidos y jamás tendríamos un momento de paz

    - ¿Tan riesgosa es su profesión?

    - Ya le dije que no voy contestar cosas que sean ajenas a mi problema mental

    - Ok, pero debe ser más abierto, ya que busco el detonante de su sexualidad difusa y enferma.

    De nuevo la mente de Ricardo se alejó de aquel consultorio, como queriendo huir de los cuestionamientos que tanto había evitado.

    Sus recuerdos lo llevan a la edad de 13 años, quizás contestando para sí mismo la pregunta del Doctor; ¿Desde cuándo tenia afinidad por los niños?

    Recordó su primer viaje al charco de la gallina, un pequeño poblado donde ahora vivía la Tía Martha, hermana de su madre.

    Quien apenas dos años atrás, no tenía ni para comer y ahora era dueña de una hermosa y prospera hacienda en una ranchería cercana a la ciudad de Zacatecas en México.

    Todos decían que era una santa, ya que curaba a las personas con sus manos.

    SIGUE...

  4. #4
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    Predeterminado

    En este caserío, que no llegaba a pueblo por las pocas familias que ahí habitaban. Tenía un toque de cuadro naturalista; donde cada elemento se percibe tan real que parece ficticio.

    Enormes extensiones sembradas con alfalfa, cuyo verdor es capaz de teñir a la altura de tus rodillas desde donde estés parado, hasta donde te alcanza la vista.

    El aire mueve las plantas y genera una sensación de oleaje en un mar verde, sientes el viento que toca tu rostro y ves el ritmo de esa sensación acorde al movimiento de la Alfalfa, aspiras fuerte y tus pulmones lo agradecen.

    La tía Martha, mirada picara e inteligente, sonrisa fácil y hábil para hablar, es imposible que no parezca una santa pero caricaturizada.

    Pero su poder era mucho más grande que su pequeño cuerpo regordete.

    Ese primer día que Ricardo paso en la hacienda LA SANTITA, fue llena de agradables sorpresas; entre los bellos paisajes y la sabrosa comida casera, era tener contacto con algo que nunca había ni siquiera soñado a sus 13 años.

    - Tía, ¿Es tuya esta hermosa casa? Pregunto ansioso para saber si era de verdad ella era la dueña de aquel lugar

    - Si, mi querido Ricacha – era el apodo que ella utilizaba para nombrarlo.

    - tía, ¿De verdad todo esto es tuyo?, porque tú eras más pobre que nosotros

    - Ya ves, la vida da vueltas – Contesto

    - ¿Qué haces tía, como ganas tanto dinero?

    - Mañana temprano te vas a dar cuenta, tú vas a ser testigo de lo tanta gente dice; que tengo el poder de la sanación

    - ¿De verdad? Pregunto emocionado

    - Si, mi Ricacha y quizás tú también puedas, depende si Dios te bendijo con este regalo que a mí me ha dado.

    Ricardo se sacudió, su mundo había sido una constante vergüenza por las actividades de su madre, tenía una baja autoestima y nada de amigos.

    La Tía Martha lo sabía y mintió piadosamente para que este joven tuviese una nueva aspiración y quizás pudiera hacerlo olvidar un poco sus traumas.

    Lo que nunca imagino fue que sin querer estaba preparando el caldo de cultivo de un psicópata.


    SIGUE...

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