La semana pasada, en casa de un amigo, encontré un tesoro que según yo había perdido, libros de esos que te gustan tanto que quieres que todo el mundo los lea, lo presté no sé cuántas veces y esas tantas veces menos una, exigí y logré la devolución, o eso creía, en fin, el libro estaba en casa de mi amigo que no es aficionado a la lectura, me lo tenía guardado de otro amigo que se lo dio a él en lugar de a mi. Recuperé "Rayuela" después de más de 5 años perdido. La felicidad y Cortázar. Una vez más una misma cosa.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.