"El recluso"
Al llegar al lugar le hicieron pasar a una habitación vacía.
Una voz le invitó a mirarse en un espejo.
Debajo del mismo un letrero luminoso le preguntaba: ¿Te reconoces?
Se miró detenidamente y notó que había engordado.
Su rostro reflejaba la tensión de saberse ante una prueba importante.
El mensaje luminoso cambió la pregunta: ¿Te aceptas?
Por supuesto, pensó. No soy perfecto ni tengo intención de serlo.
Una mujer pelirroja, de mediana edad, entró en la habitación.
Pulsó un sensor y el espejo se abrió dando paso a un despacho.
Tomó asiento en una de las butacas e invitó a Adán a hacer lo propio.
- ¿Crees que estás preparado para salir?
- No soy yo quien tengo que decidirlo.
- ¿Aceptas el amor?
- Cuando lo encuentre te respondo.
- ¿Y el dolor?
- Ya lo he soportado otras veces.
- ¿Admites los cambios?
- Llevo cinco años entrenándome para ello.
- ¿Te llevas bien con la soledad?
- Somos buenos compañeros.
- ¿Qué esperas encontrar fuera?
- Novedades.
- ¿No te asusta la libertad?
- Es otra cárcel pero tiene la ventaja de que la elige uno mismo.
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