Hotel Corobicí, así decía el rótulo de esa angosta entrada entre dos tiendas, una de chucherías, la otra de cd's piratas. A la entrada de ese pasillo, un par de niñas, entre las dos a duras penas sumaban los 30 años. Una, con un niño recién nacido en brazos y un vestido que dejaba muy poco a la imaginación, la otra, mostrando poco menos que su pelvis por los agujeros de sus andrajosas ropas. Ambas descalzas, sin presente, sin futuro...