Siento mucho poner en duda la “libertad” de una mujer para prostituirse.

Considero que sin avanzar hacia una verdadera, que no legal, IGUALDAD, la mujer no será realmente libre para elegir.

Condeno la prostitución, pero no condeno a las prostitutas (que sólo por el hecho de ser personas tienen dignidad), porque responde a una sexualidad patriarcal, a la dominación del hombre (que paga) sobre la mujer (que obedece), ejerciéndose así una violencia de género.

Me hace mucha gracia la frase tan trillada que utilizan muchos de “cada uno con su cuerpo que haga lo que quiera”. No sólo es simplista, sino que responde a una sociedad individualista en la que la parcela personal es intocable e incuestionable.

No es esa la sociedad a la que aspiro. A mí me parece que tenemos que recuperar dos emblemas bastante olvidados de la revolución francesa: la igualdad y, sobre todo, la fraternidad. Es el liberalismo (o neoliberalismo) el que le ha interesado quedarse especialmente con la “libertad”.

Soy consciente de que la prostitución es un tema complejo de resolver, pero donde se tiene que poner todo el empeño es en combatir las CAUSAS: la pobreza, la falta de empleo, las mafias, la cultura machista… y no en regular (que no es otra cosa que legitimizar) la prostitución.