Es así: Nacemos con la esencia del bien y el mal.
A medida que vamos transitando la vida, vemos
que el hombre se preocupa, se esmera y se propone
hacer prevalecer el bien por sobre todas las cosas.
Pero cada vez está más ocupado en ello y olvida que
otros también sienten esa necesidad (la del bien)
Entonces, algunos espíritus entristecen, se ven
rodeados por la soledad y se sienten abandonados.
Algunos son rescatados, pero solo algunos.
Esta necesidad va en aumento hasta la desesperación
y entonces suele ocurrir que se enciende la mecha
del cartucho del mal.
Una vez que estalla, todos se preguntan "¿Por qué?"
y no saben que pueden encontrar la respuesta
parándose frente a un espejo.
¿Todo tiene que ser equitativo entonces? No sé,
sinceramente. Creo que no, digamos. porque
entonces sería como un arco iris gris.
Luego hay que limpiar el desastre queriendo, amando,
protegiendo y esto es solo para ocultar lo ocurrido.
¿Por qué? por estupidez, por tontería, por miedo.
¿saben una cosa? mi mecha está encendida, y me gustaría
mucho que se acerquen así el desastre será más
divertido, ¿verdad que sí tinieblas? ¿verdad que sí, horror?
¿Verdad que sí, rencor?
Definitivamente es así como funciona la vida.
Ese es el equilibrio. Unos tienen que ser felices para
que otros vivan en la amargura.
Los primeros negarán siempre a los segundos, y estos
últimos, si reforzaron su corazón, reirán de ellos y
los matarán, así de simple, pero, también se
matarán entre ellos, claro, manteniendo así como dije
antes, este equilibrio cuyo mecanismo pocos entienden.
Cumpliré con mi parte entonces...
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¿Qué se hace con todos esos sentimientos
poéticos que nadie quiere?
¿Qué se hace con los versos dedicados al
no correspondido?
¿Qué se hace con las lágrimas, que piden
a gritos ser secadas por el labio ansiado?
¿Qué se hace cuando todo esto muta en
un rencor acerbo hacia la vida?
Parece que la clave está en llevar engranajes,
cables y tornillos en lugar de un corazón
y un cerebro.
Y así consumirnos en nuestras funciones
ya programadas para terminar reciclados
y volver a comenzar.
¿Y qué se hace con los que sienten y
piensan como yo?
Se los deja olvidados en algún rincón.
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que me volví un ser anfibio.
Mi corazón, harto de dulzuras
lujosas que hablan todo el tiempo
de la opulencia, quiere sumergirse
por unos momentos en tus pantanos,
musa de los olvidados, y complacerse
a gusto en su mal.
Ahí la figura de la melancolía baila
al rítmo de un coro de sapos, lagartijas,
agua pútrida y el hedor de la hierba y
con su danza me dice que no todo
está perdido.
Que vale la pena componer algunos versos
ya que en este mundo no hay un solo
pantano y el tiempo se ofrece de
buena manera a ser nuestro mensajero.
Es como una celebración triste que nos
recuerda nuestra superioridad suicida
sobre el resto de las cabezas humanas.
Es una fiesta y me quiero embriagar.