Andando por un camino solitario,
sin tener alguien que me acompanara,
me encontre con la mirada apacible,
de unos bellos ojos sin cara.

Irradiaban una luz como ninguna,
que penetraba el cuerpo hasta el alma,
dicipando todo sentimiento de angustia,
y brindando uno de paz y calma.

No hacia falta ver su rostro,
ni escuchar su voz cuando hablara,
decian tanto con su mirar,
aquellos bellos ojos sin cara.

Pero esa magia poco duro,
nuevamente incierto es mi destino,
pues aquellos ojos se cerraron,
otra vez solo quede en mi camino.

A veces la vida es injusta,
pues cuando te sientes confiado,
llega ese golpe terrible,
de saber que te han enganado.

Ahora solo sigo mi camino,
sin saber que el futuro me depara,
pero se que no vuelvo a enamorarme,
de otros bellos ojos sin cara.