La mañana del 16 de febrero de 1978 Jones junta a todos en el pabellón. Anuncia que hay cambios en el gobierno de Guyana. La CIA podría haber intervenido. Y la presencia de soldados en Port Kaituma sugiere un ataque inminente. Alguien dice en la grabación que han de irse entonces a Rusia, pero para su sorpresa, Jones afirma que no están preparados para ello. Ancianos y niños se quedarían atrás y él no está dispuesto a ello. No tienen más que unas horas. Lo mejor es que ellos mismos se quiten la vida, dice Jones, para que sus enemigos no piensen que han triunfado. Algunos murmuran, pero no se oye objeción alguna. Se prepara un líquido oscuro que han de beber. Morirán en tres cuartos de hora. Ahora sí que algunos protestan, pero los guardias les ponen al principio de la fila, para hacerles beber a ellos primero. Jones les promete una “muerte sin dolor”.

Los que estaban en la Comisión de Planificación en San Francisco sospechaban que Jones estaba haciendo otra prueba de lealtad, como la que había hecho con ellos, cuando dijo que había envenenado el vino que una vez les dio en una reunión. Efectivamente, cuando todos habían bebido en Jonestown, dijo: “¡No habéis tomado!”. Era una prueba más para saber si estaban dispuestos a entregar su vida por la causa. Habían aprobado. Tenían ahora el día libre. No tenían que ir a trabajar. Parece increíble, pero no era un juego, sino la locura a la que lleva la paranoia de sentirse asediado. Te hace creer que el mundo gira alrededor de nosotros. Y todos te han de mostrar su lealtad ofreciendo su vida, si hace falta.

EL PELIGRO DE LA ANSIEDAD

En Lucas 12 Jesús exhorta a sus discípulos sobre el peligro de la ansiedad. No han de tener miedo, porque su Padre está en los cielos. Les dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (v. 32). El es el Pastor, el Padre y el Rey.

Tenemos que renunciar a toda ilusión de control y creer que Jesucristo es el Rey Pastor. Si “el Señor es mi Pastor” (Salmo 23:1), “el Cordero es mi Pastor” (Apocalipsis 7:17). Quien nos busca, guía y protege, ha vivido, muerto y resucitado, para interceder por nosotros hasta que vuelva un día y nos de el descanso que la muerte no puede darnos.

El mandamiento más repetido en la Biblia es: “¡No temáis!”. Según la Escritura, si tememos tanto al hombre, es porque tememos tan poco a Dios. El temor del Señor es el antídoto a la ansiedad. Es lo que a Jones le faltaba, pero también a muchos de sus seguidores. Si Dios es bueno, podemos dormir confiados. El Cordero es mi Pastor. Él nos guardará de todo mal.