El Texto de Nelson Reed (1985 : 167) refiere sobre 1857:

Y fue así como el 14 de septiembre, echando bravas la mayoría de los soldaos ladinos de ambas facciones unos contra otros en el extremo sudoeste del estado, una columna se metió marchando a Tekax. Se acercaron por el sudoeste por la carretera de Xul, marchando al paso, los fusiles en el hombro derecho, perfectamente uniformados según las normas militares, con cintas en el sombrero y chaquetillas rayadas en rojo y blanco. Según anunciaron los oficiales eran tropas de Campeche, llegadas a Tekax a librar a Tekax de los dictadores de Mérida. Los pocos ciudadanos que había en la carretera, aclarados aún por su recién reprimida revuelta de un día, se les unieron al grito de "¡Vivan Campeche e Irigoyen! ¡Mueran Mérida y Barrera! Nada de extraño tenía el color tostado de aquellos soldados. A pesar de las lecciones anteriores, los hidalgos formaban buena parte de la milicia. La guarnición de Tekax, una compañía de ochenta hombres, estaba compuesta principalmente de simpatizantes meridionales y su capitán, Onofre Bacelis, los había desarmado al saber de las tropas que se acercaban. No siendo campechano y con órdenes de Mérida, se hizo fuerte con un pelotón de hombres de confianza en un edificio que dominaba la plaza, decidido a combatir a los rebeldes sin peligro de motín. Al parecer el primero de los enemigos, sus hombres rompieron fuego, pero como seguían llegando a la plaza con los fusiles "a la funerala" y se formaban bajo los arcos, con un total de varios miles, los disparos cesaron desmañadamente, en forma inquietante. Los oficiales enemigos se descubrieron para saludar al capitán y su número convenció a Bacelis de que sus obligaciones militares habían terminado; entonces salió por la puerta trasera, dejándoles parte de su casaca en las manos y escapó. Arreglados así diestramente los preliminares, Crescencio Poot, el Tata Chikiuc de Chan Santa Cruz, ordenó que empezara la matanza.

La gente de la ciudad había echado las contraventanas y atrancando las puertas, temerosa de que se produjera una escaramuza en las calles y le alcanzaran algunas balas perdidas. Pero ahora les abrieran las puertas a golpes de ariete, les treparon por las paredes, les penetraron por las ventanas. Los machetes eran los más útiles de cerca que los rifles contra los inermes y los amos de casa que tenían pistola o espada solo podían diferir lo inevitable [...] Más de un millar murieron
Este pasaje refiere la vieja casona de los Alonzo, que se encuentra aún en la plaza principal de Tekax



Este es el edificio en la actualidad que seguiremos reseñando.
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(1) Reed N (1985) La guerra de castas de Yucatán, México ERA 1985