Todo es criticable. Estamos en un país libre.
Y, como toda crítica, tiene sus límites. Está tipificado (en España) el delito de ofensas a sentimientos religiosos. Una cosa es una crítica, y otra es la ofensa.
No sería el primer caso en que un juez tiene que tomar cartas en el asunto.
Y lo mismo para el imán yihadista que pregona la guerra santa o para el dirigente político que planea atentados terroristas. Si lo pilla un juez, al trullo.
Pero estamos hablando en plan genérico, donde están permitidas las religiones e ideas políticas porque estas no llevan en su “ideario” el cometer delitos (sí…, hay delgadas líneas rojas fáciles de traspasar…. Uff….)